Cuando Julia despertó no reconoció el sitio donde estaba. Era una especie de cobertizo bajo tierra, lleno de artefactos de jardinería. Una leve luz entraba por una trampilla de madera algo putrefacta, lo que dejaba la sala en penumbra. Trató de mover los brazos, pero algo la retenía. Sintió algo alrededor de su muñeca y escuchó un sonido metálico. ¿La habían encadenado? Todos los recuerdos le vinieron a la vez. Pensó en Bruno, en Diego, en sus padres, en el pueblo. Sintió ganas de vomitar. Se miró las manos. Estaban rodeadas por cadenas, las mismas que se usaban para cerrar puertas. Estas, a su vez, rodeaban un poste metálico. Julia empezó a llorar. ¿Por qué estaba allí? ¿Había sido Bruno el culpable? ¿Qué iba a hacer con ella? Justo entonces alguien apareció en la habitación. No abrió la trampilla, por lo que debió de atravesarla. Sus sospechas de que se trataba de Bruno se confirmaron al ver su cara alumbrada levemente.
– Me mentiste. ¡Eres un capullo! ¡Hijo de puta!
Se acercó a ella sin mediar palabra. Le levantó la barbilla y le observó con una mueca extraña. Una mezcla de pena y satisfacción.
– Te necesito.
Aquella maldita frase.
– ¿¡Me necesitas para qué!? – le gritó Julia. La ira le corría por la venas. Se había dejado engañar. Había pensado que alguien la quería. ¡Nada más y nada menos que un fantasma!
– Para cruzar al otro lado.
– ¿Qué? – ella negó con la cabeza – No, no. Tú me dijiste que tu asunto pendiente era Diego.
– No es tan sencillo.
Se mantuvieron unos momentos en silencio.
– ¿Qué vas a hacer conmigo?
Bruno no contestó. Una voz llegó desde la esquina opuesta a donde Julia se encontraba. Un quejido. Miró hacia allá. Apenas se veía. Distinguió una figura masculina, que había comenzado a retorcerse y a chillar. Diego. Bruno se dirigió hacia allí.
– ¡No lo toques! – le gritó ella.
– ¿Julia? – musitó Diego.
– Tienes a Bruno justo delante.
– Me lo imaginaba.
Julia volvió a la carga.
– ¿¡Qué es lo que quieres!?
Esta vez Bruno se giró bruscamente hacia ella. Caminó hacia allí y la cogió del cuello.
– ¡Él dice que si os entrego hará que cruce al otro lado! ¡Y él nunca se equivoca!
Julia estaba asustadísima. Sin embargo su curiosidad era más fuerte.
– ¿Él? ¿Quién es él?
El fantasma no contestó.
– ¡Bruno!
El muchacho levantó el brazo, con intención de darle un puñetazo. Sin embargo, en el último momento se detuvo. Echó el codo hacia atrás violentamente y se giró. Después, desapareció atravesando el techo.
_ ¿Julia?
– Diego.
– ¿Qué cojones está pasando?
– Que Bruno nos ha secuestrado.
– Dijiste que iba a por mí. ¿Qué haces tú aquí?
– ¡No lo sé! ¡Dice que nos necesita! ¡Que nos entregará a "él"!
– ¿Quién es él?
Julia se encogió de hombros, hasta que se percató de que Diego no podía verla.
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EL DON.
Mystery / Thriller¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si fueses capaz de ver cosas que los demás no? Fantasmas, por ejemplo. Por extraño que parezca, Julia lo lleva con bastante normalidad. Heredado de su abuela, este extraño don le permite hablar con lo...