Capítulo 21

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Julia abrió los ojos poco a poco. La luz del sol la cegó, obligándola a ponerse una mano sobre la cara. Era de día. Continuaba en el cementerio. Se levantó con el cuerpo temblándole y vio, frente a ella, a decenas de espíritus. No había ningún vivo. Todos la miraban agradecidos. En aquel momento la chica volvió en sí y se percató de que estaba completamente desnuda, salvo por unas estrechas braguitas rojas. De inmediato se tapó, muerta de vergüenza. Entonces sintió como algo la cubría. Era un camisa azul celeste, de lino. Le quedaba por encima de las rodillas. Miró hacia atrás para encontrarse con Bruno. Era su camisa. Al quitársela y entregársela había desaparecido el haz blanco que la rodeaba, y también la mancha de sangre.

- ¡Bruno! - Julia dio un brinco. - No puede ser. No puede ser. Estás... Estás vi... ¡Estás aquí!

Él rió.

- Bueno. Habrás comprobado que soy bastante duro de pelar.

Ella lo abrazó y se mordió el labio mientras se giraba hacia los demás espíritus. Uno de ellos, de la primera fila, habló.

- Nos has librado de esa prisión. "Él" ha desaparecido para siempre. Te estamos muy agradecidos.

Julia no podía creer lo que veía. Apenas escuchaba lo que le decía el fantasma. Y apenas se dió cuenta de que le hablaba en inglés.

- ¿Eres Freddie Mercury?

Este sonrió.

- Exactamente.

- Joder.

Entonces Julia se percató de la cantidad de fantasmas que allí había. Parecían proceder de todos los lugares del mundo. Sin duda "él" había hecho una buena colección. Querría haberse parado a preguntarles por sus historias. Podría escribirlas. Sería un best seller.

Soltó a Bruno y se acercó un poco a los espíritus.

- Espero que cumpláis vuestros asuntos pendientes y podáis cruzar pronto al otro lado. - sonrió. Una chica de la tercera fila hizo gracioso saludo extendiendo su vestido en señal de gratitud. Bruno la rodeó con su brazo y poco a poco los espíritus se esfumaron. Freddie dio un giro dramático para desaparecer cuando Julia le gritó.

- ¡Espera!

Él se volvió. Ella comenzó a tartamudear en inglés.

- Puedo... ¿Puedo darte un abrazo?

- Of course my darling.

- Alright. - ella sonrió y abrazó al que llevaba años siendo su artista preferido.

Se separaron.

- Debo irme. Aún tengo que confesarle muchas cosas a Mary. Aunque ciertamente, entre todos los asuntos pendientes, el amor me parece el mejor. Pero ya es hora de zanjarlo. Total, who wants yo live forever?

Desapareció. Julia miró a Bruno y se dejó caer sobre él. Estaba agotada.

- Lo conseguí. Os he liberado.

Los ojos de Bruno parecían más inocentes que nunca.

– Lo siento. – murmuró Bruno. – Siento tantísimo todo esto...

– Bruno... Está bien.

Ambos acercaron las narices. Podían sentir las respiraciones del otro. Julia dio el primer paso. Lo besó. Él la agarró por debajo de las piernas y la levantó, dejando al descubierto su cuerpo.

– Eres preciosa. Por dentro y por fuera.

Volvió a besarla. Julia no entendía como iba eso de los besos con lengua. Le resultó raro al principio, e intentó seguir a Bruno. Poco a poco se acostumbró.

Se separaron.

– Tu prometida tiene que estar retorciéndose en su tumba. – murmuró Julia.

En aquel momento comenzó a hacer viento. Cada vez más, y más rápido.

– Por dios, no me jodas.

Se agarró a Bruno y él la rodeó con su brazo a modo protector. Sin embargo, lo que apareció ante ellos fue una cegadora luz blanca. Algo así como un túnel.

– Bruno... – murmuró ella. – Lo conseguiste. Tú asunto pendiente.

– Entonces ese hombre del bigote que tanto te gusta tenía razón.

– ¿Qué?

– Mi asunto pendiente. Era enamorarme de verdad.

Julia abrió la boca.

– Dios... Bruno.

Él la abrazó con fuerza.

– Siento muchísimo todo esto. Pero siento aún más el no poder quedarme.

Se giró hacia la luz y se separó de Julia poco a poco. Sólo los unía una de sus manos. Volvieron a abrazarse. Se dieron un último beso. Fue más largo y apasionado que los anteriores.

Por fin, Bruno se separó por completo de ella.

– No tengas miedo. – Julia señaló hacia la luz. – Ya has esperado bastante.

Él caminó. Observó el enorme halo y comenzó a temblar. Había sido casi absorbido al completo por la luz. Se giró por una última vez.

– Nos veremos.

– Estoy segura de ello.

Julia se mordió el labio y vio a Bruno desaparecer en la cegadora luz blanca, que poco a poco se fue desvaneciendo. Fue entonces cuando la chica comenzó a sentir lo que le rodeaba. El viento, el frío y el dolor en los pulmones. Cayó de rodillas al suelo. Diego vino a su mente. Diego estaba muerto. No había visto a su espíritu. Ni siquiera había podido despedirse. Comenzó a llorar. Sabía que si caía allí alguien la encontraría. Llamarían a la policía. La identificarían. Sus padres aparecerían. Saldría en la televisión. Ella diría que fue un intento de violación. Por eso las marcas de forcejeo. No quería que todo aquello se conociese. Sólo quería estar tranquila. Y segura. Sin embargo no pudo resistirse a la naturaleza de su propio cuerpo. Y de un momento a otro cayó rendida frente a las tumbas del cementerio.

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