Bruno abandonó la habitación y despareció atravesando la pared. Julia y Diego se miraron, y el chico comenzó a llorar. Se abrazaron.
– Nunca había conocido a nadie con el don... – murmuró Julia, dejando por fin el crucifijo en el suelo.
– Yo... Yo sólo siento los fantasmas. Es como si supiera que hay algo más aparte de mí. Me pasa desde pequeño. Pero comparado con eso que haces tú... No es nada.
– No importa. Eres la primera persona que conozco que no me toma por loca.
Diego sonrió levemente.
– Perdona por lo del beso.
– Creo que ahora tenemos cosas más importantes por las que preocuparnos.
El chico inspiró y miró hacia arriba. Recogió el crucifjo y lo apretó con ambas manos.
– ¿Quién era?
– Se llama Bruno. Es un chaval al que asesinaron en los años veinte. Su asunto pendiente es vengarse del descendiente de su asesino.
– Y su descendiente soy yo.
Julia asintió. Se sintió culpable. Si ella no hubiera rechazado a Bruno, quizás él no la hubiera seguido hasta el ayuntamiento, y no hubiera visto el documental.
– ¿Julia?
– Sí. Sí. El descendiente eres tú.
Hubo una breve pausa, hasta que Diego hizo la pregunta que Julia tanto temía.
– ¿Cómo sabes todo eso?
– Cuando llegué lo encontré en mi casa. – se mordió el labio – Nos hicimos amigos. Y... Y después... Después... Después nos besamos.
Diego hizo una mueca rara. Una mezcla de asco, extrañeza y curiosidad.
– ¿Y eso fue antes o después de lo nuestro?
– Después. Él vino a consolarme. Le hablé de ti y le dije que me gustabas. Después aparecí llorando. Y él...
– ¿Ligó contigo? – a Diego se le escapó una risa burlona.
– Más o menos.
– Y te gustó.
– Nunca en mi vida le he gustado a nadie. Tú... Tú viniste como caído del cielo. Después... Después me sentí horriblemente mal. Y entonces llegó él. Era perfecto... Salvo por...
– Por ser un fantasma.
– Exacto.
– Le dije que lo nuestro era imposible y se fue. Esa misma noche lo escuché hablar con alguien de que iba a matarte.
– ¿Con quién?
– No... No lo sé. Estaba cubierto de una túnica negra.
– ¿Quién crees que era?
– ¿Que tal la misma Muerte?
– ¿De verdad crees que un ser así existe?
– Bueno, los fantasmas existen.
Diego se encogió de hombros.
– Aunque... – Julia reflexionó un momento. – Bruno parecía nervioso. Casi asustado.
– ¿Asustado?
– Sí... ¿Y si lo están obligando?
Julia no podía evitar defender a Bruno. Lo quería de verdad.
– Julia... Quiere matarme. Y por él mismo. No hace falta que ninguna fuerza mayor lo obligue. Además... ¿Con qué lo amenaza? ¿Con matarlo? ¡Él ya está muerto!
La chica bajó la cabeza.
– Y... ¿Y qué hacemos?
– Desde que conozco mi don he estado investigando los fantasmas.
Julia lo miró admirada. Nunca se le ocurrió investigar por su cuenta. Lo que sabía sobre fantasmas lo sabía por su abuela. Diego la dejó fascinada. Cualquier objeto sagrado de cualquier religión podía servir para alejar a espíritus con malas intenciones, al igual que viejos trucos medievales como los círculos de sal. Finalmente informaron al padre del muchacho, quien lo arregló todo para mantener a su hijo a salvo. Diego dormiría en la Iglesia, en una sala pequeña, llena de velas y crucifijos. Aquello le aterraba. El resto del día debía llevar una de esas cruces con él todo el tiempo. Aquello no era vivir.
Julia regresó a su ciudad. Fue incapaz de dormir durante un par de noches. Mantenía contacto constante con Diego, y este la informaba de que todo estaba bien. Ambos se preguntaban cuando acabaría aquella pesadilla. Los chicos hablaban a todas horas, hasta llegar a intimar. Julia perdonó a Diego, y ninguno volvió a mencionar el tema del beso.
Después de unos días de relativa tranquilidad, Julia comenzó a relajarse. Quizás Bruno había decidido que no continuaría con su plan. Quizás dejaría tranquilo a Diego. Volvía a casa después de un cumpleaños. Sola, como acostumbraba a hacer. Escuchó entonces pasos tras ella. Se giró, esperando encontrar a los típicos borrachos de turno a los que tendría que clavarles las llaves. El corazón le dio un vuelco. Bruno. El muchacho no decía nada. Simplemente caminaba hacia ella con decisión. ¿Qué quería? Él iba a por Diego, ¿Verdad?
– Bruno... ¿Qué quieres?
El fantasma se detuvo.
– Te necesito.
La frase pudo haber sonado romántica, pero no fue así. De un momento a otro, Bruno se lanzó sobre Julia, hasta tirarla al suelo. Ella chillaba y luchaba por librarse del él, pero le fue imposible. Él le puso la mano sobre la boca.
– Calladita estás más guapa.
Julia comenzó a llorar. ¿Qué iba a hacer con ella? Bruno le puso una mano en el cuello. La chica conocía esa estrategia. La había visto en varios documentales y series. Si el espíritu alcanzaba el nervio correcto ella perdería el conocimiento. Peleó una última vez por quitarse sus manos de encima cuando todo se volvió negro.
PLOT TWIST
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EL DON.
Mystery / Thriller¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si fueses capaz de ver cosas que los demás no? Fantasmas, por ejemplo. Por extraño que parezca, Julia lo lleva con bastante normalidad. Heredado de su abuela, este extraño don le permite hablar con lo...