Capítulo 1

487 43 14
                                    

- Muchísimas gracias. - murmuró la mujer con lágrimas en los ojos cogiendo las manos de la muchacha.

- Yo... Yo... No hay de qué. - le sonrió de vuelta.

Observó a la mujer girarse, y dirigirse hacia el túnel de luz blanca que acababa de abrirse. Se cruzó de brazos y esperó a que todo terminase. Finalmente el túnel se cerró, dejándola sola, en aquel oscuro callejón. Lo había conseguido. Aquella mujer era el tercer pasajero al que ayudaba a cruzar al otro lado. Miró su móvil. Las dos y media. Sus padres iban a matarla, pero al fin y al cabo había sido por una buena causa. Se alejó de allí, mientras reflexionaba sobre su extraña ocupación.

Julia veía fantasmas. Era un don heredado de su abuela paterna. Ella los llamaba "Pasajeros". Generalmente su misión consistía en ayudarlos a cruzar al otro lado. Todo comenzó en el funeral de su abuelo. "¿Por qué lloráis?" preguntaba sin cesar. A sus ojos, el hombre se mantenía de pie, sonriente al lado de la tumba, observando con ternura a su abuela, la cual le correspondía. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que había heredado aquel poder, a pesar de que su padre no lo tuviera.

Su abuela quiso mantenerla alejada del mundo de los fantasmas hasta que cumpliera la mayoría de edad. Sin embargo, unos meses antes de que Julia cumpliera diecisiete, la anciana enfermó de gravedad, y se propuso enseñarle todo lo que sabía antes de marcharse. Una semana después de que Julia ayudase a su primer Pasajero la mujer murió, dejando en ella todo su legado.

La muchacha metió la llave en la cerradura y la giró tratando de no hacer ruido. Abrió la puerta y pasó al interior de la casa.

- Vaya horitas son estas, ¿no?

- Hola, mamá. Puedo explicarlo.

- ¿Otro Pasajero?

- Sí. - se dirigió hacia la mujer, que estaba sentada en el sofá con un ordenador portátil sobre las piernas.

- Sé lo que te gusta ayudar a la gente, pero no quiero que vayas sola por ahí tan tarde.

- No empieces de nuevo mamá. Sé cuidarme sola. ¿Qué estás mirando?

Estiró el cuello para ver la pantalla del ordenador.

- Nos vamos de vacaciones - anunció la mujer - A tu padre y a mí nos gustaría descansar del trabajo. He encontrado unas casa de campo cerca de Toledo.

- Parece un pueblo perdido en mitad de La Meseta.

- Lo es. El único inconveniente es que pasaríamos tu cumpleaños allí. Si querías celebrarlo aquí... Con tus amigos...

- No importa. - murmuró ella con una media sonrisa. - No tenía intención de hacer ninguna fiesta.

Si algún defecto tenía la chica, era el ser incapaz de mantener una mentira durante mucho tiempo. Y no a todo el mundo le parecía nomal tener una amiga que pasase su tiempo hablando con espíritus. Debido a aquello, Julia apenas contaba con tres amigos de confianza.

- Entonces decidido.

La mujer cerró el ordenador.

- Buenas noches, cariño.

- Buenas noches, mamá.

La muchacha se dirigió hacia su habitación, se cambió y se metió en la cama. Su madre le había hecho recordar la dificultad que siempre había tenido para encajar. Quisiera o no, tenía el don, y no podía ocultarlo. Pensó en su futuro, en si alguien la aceptaría y sería capaz de pasar el resto de su vida con ella. Habría más gente como ella, ¿verdad? Lo que estaba claro es que la mayoría de las personas normales tenían una idea equivocada del mundo paranormal. En lo que llevaba de vida aún no había visto ningún fantasma "malo". Todos los Pasajeros con los que trató su abuela querían hacer cosas como despedirse de sus seres queridos o incluso darles a entender donde guardaban la fortuna familiar, pero nunca hacer daño a nadie. Otra cosa en la que solía equivocarse la gente era en pensar que los espíritus podían matar a los vivos. Era cierto que podían mover objetos y lanzarlos, pero no podían tocar directamente a un vivo, y cualquier arma empuñada  por ellos no surtía efecto. Sin embargo, si que funcionaba con los poseedores del don. De aquel modo era como la mujer había podido coger las manos de Julia.

Dio un par de vueltas en la cama y, tras visualizar una última vez la imagen de aquella espíritu cruzando por el túnel de luz, por fin se durmió.

EL DON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora