Epílogo

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***

—¡Irat!— grito viendo venir su caída. Mi corazón se acelera y el maldito instinto de maternidad que no me deja tranquila, hace que me imagine lo peor.

Irat esta empezando a dar sus primeros pasos y aunque no quiera dejarlo solo, él se niega a que le ayuden y prefiere prescindir del andador. Es un trasto, me vuelve loca, lo tira todo a su paso, y por las noches no me deja dormir para nada.

Ay— murmuro cogiéndole del césped, para colocarlo sobre mi regazo y juguetear con él.

Intenta deshacerse de mi agarre, pero le es imposible y empieza a llorar. Terco como su padre, sin lugar a duda y rápido, ágil e inteligente como un león, como un Ayrat' (León en amazigh).

Miro a mi hijo sobre mis muslos y no puedo evitar ver a Faruk, sus ojos negros hasta la saciedad, sus increíbles pestañas, sus perfectas cejas, y su mandíbula marcada. Aunque él tiene algo que su padre no tiene, son idénticos, en todos los aspectos.

En cuanto a mi familia, después de saber de mi parto vinieron a verme. Estuvo bien y lo valoré muchísimo, vi a Marwan y a mis padres muy felices con el bebé. No toqué ningún tema en especial, simplemente hablamos de la salud de mi padre -que había mejorado considerablemente- y de como iban las cosas en casa. Siento que jamás conseguiré perdonarles todo el dolor causado, pero al fin y al cabo son mi familia y no hay nada más importante que ellos.

Sobre las chicas, solo puedo deciros que Nour esta felizmente casada, con un hombre increíble que la ama y respeta como ella merece. Y es que nunca he dudado de ella, siempre tan inteligente y paciente, además de tener una increíble fe. Por otro lado esta Amira, y no sé que decir de esa mujer; se arriesga, se arriesga mucho con Bilal. No hacen mala pareja, de echo si los ves juntos mueres de amor, pero me sigue pareciendo algo arriesgado. Están prácticamente siempre peleados, por cualquier tontería o arrebato de celos. Y la muy tonta le ha dado por trabajar en la empresa, por lo cual lo ve a diario, y su padre los ve también. Me da miedo que el padre de Amira se percate de algo, porque estoy segura de que los dos saldrían perdiendo y acabaría con la confianza de su padre hacia ella.

Irat gime, quejándose. Quiere jugar, y lo suelto para que se baje. Con fugacidad me levanto también y andando sobre mis rodillas, sujeto sus manitas, para que ande. Rápidamente empieza a quejarse y es que, como ya he dicho, le gusta hacerlo todo él, todo solo.

Juega un rato y cuando siento que va siendo hora de entrar a casa, lo cojo y aunque siempre se esta quejando, le obligo a permanecer en mis brazos. Beso su frenre tranquilizándolo y él mismo se coloca el chupete. Dejé de darle el pecho en el momento en el que salimos del hospital, no nos hacía bien a ninguno y por culpa de mi mala alimentación mi cuerpo no fabricaba leche suficiente. Dejarme deciros que no por ello me siento menos madre, socialmente todas las mujeres que deciden dar a sus hijos leche de farmacia, son criticadas, ya que "No hay nada mejor que la leche de su propia madre". Pero no, como siempre los prejuicios para otro momento, cada mujer tiene una historia y cada madre sabe lo que es mejor para su hijo.

Lo coloco en su silla de comer, y le entrego un juguete. Todo lo que pasa por sus manos acaba en su boca. Cojo el puré de patatas que había preparado, y me siento frente a él, sobre un taburente, para darle su comida.

—Una más— le ruego llevando la cuchara a su boca, y por primera vez me hace caso y se la come.

Acaba de comer y lo cojo en brazos para después llevármelo al sofá. Enciendo la televisión y le pongo sus dibujos, créeme si te digo que estoy de los dibujos estos hasta la corona -aunque no los ponga mucho, porque prefiero que juegue-.

Ser madre es un sacrificio, constantemente tienes que privarte muchas cosas a ti para darles a ellos. Pero vale la pena, una sola risa de Irat y me siento llenísima. Ahora mismo estoy de baja por maternidad y es que me niego a que otra persona cuide de mi hijo, me niego a no ver a Irat crecer, sus primeros pasos, sus primeros dientes, sus primeras palabras. Eso sí, cuando él tenga cierta edad, volveré con el trabajo y seguramente estudie aquél grado que tantas ganas he tenido siempre de hacer.

La puerta de casa se abre, y mi niño se levanta rápidamente, ya que sabe quien ha llegado. Empieza a balbucear, y ríe contento.

—As' Salamo Alaykom' (La paz sea con ustedes)— cierra la puerta, deja la chaqueta sobre el perchero y se acerca a paso lento, esta agotado. Besa la cabeza del niño, que con sus manitas pega el rostro de su padre. Acerca sus labios a los míos y los saborea por un intervalo de segundo.

—¿Qué tal el día?— curioseo, viendo como Irat eleva sus manos hacia su padre pidiéndole desesperadamente que le coja.

—¿Vienes conmigo?— le sonríe abrazandolo a su cuerpo y recibiendo una risa por su parte. Es adorable, son dulcemente adorables —Muy bien, estoy cansado pero bien— contesta —¿A ti que tal? ¿Se ha portado bien, este pequeñín?

—Bien— me sonríe ante la respuesta —Portarse bien que se diga nunca se porta— la carcajada de Faruk resuena en toda la estancia.

—Es un malenate— lo excusa haciéndole cosquillas.

—¿A quién habrá salido?

Faruk rueda los ojos negando.

—A mí seguro que no— espeta —¿Vemos un rato "Pocoyo"?— le pregunta consiguiendo que aplauda feliz. Y es que aquí donde me veis, soy muy estricta en este tipo de cosas. No quiero que mi hijo se pase el día viendo dibujos animados, quiero que juegue, ría, corra. Pero Faruk si le consiente, es más flexible y para Irat que él llegué a casa es genial.

—Subo a dejar el móvil cargando, ahora vuelvo— le informo, él asiente y se coloca al bebé sobre su regazo, besa su mejilla y alcanza el mando a distancia.

Subo las escaleras, llego arriba y busco mi cargador. No sé como me lo monto, pero siempre acabo perdiendolo de algún modo o otro. Rebusco por toda la habitación, sobre la cama, las mesitas, el armario... Hasta que finalmente lo encuentro en el tocador, entre la ruina que había formado. Pongo el móvil a cargar, y me encamino al salón. Llego, tras una larga media hora de busqueda exhaustiva del señor cargador.

Miro al sofá y la imagen que mis ojos captan hace que una felicidad inmensa se instale en mis huesos. Faruk esta dormido sobre el sofá y Irat se encuentra sobre él, igual de dormido que su padre. Me acerco y cojo una sábana con la que los arropo. Beso la mejilla de Faruk y la mano del bebé, dejándolos plácidamente dormidos.

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Mis fieles❤️ No sé como empezar la despedida de esta historia que tantas emociones nos ha causado. Os adoro a cada una de vosotras y vosotros, soys increíbles. He sido muy feliz y me siento realmente satisfecha con el trabajo realizado. Siempre se puede mejorar y eso lo sé. He echo todo lo posible por ser puntual, subir capítulos todas las semanas y contestar vuestros mensajes. Desde aquí os deseo lo mejor, e in' shaa' Allah nos veremos prontito. Fi' Amani' Lah'💕

Tenéis ya disponible y completa "Y... ¿Porqué no?" y en proceso "Mi Árabe" y "Pardonne Moi - La Historia de Safwan".

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