CAPÍTULO 34 «editado»

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Despierto deslumbrada por los rayos de sol que entran por la ventana. Miro a mi alrededor y tengo a Faruk dormido a mi lado. Estamos sobre la cama y que yo recuerde me quedé dormida en el sofá del salón, por lo cual entiendo que él me subió. Acaricio mi barriga, acercándome a su torso. Faruk se encuentra plácidamente dormido y juro que es tan adorable que me quedo observándolo durante un largo rato.

Enciendo mi móvil, observando la hora. Las seis de la mañana, la hora de salat Al-Fajar (rezo). Me deshago de las sábanas que cubren mi cuerpo, arropo a Faruk, acariciando su cabello en el proceso. Salgo de la cama y entro en el baño. Me purifico, limpio todo mi cuerpo y cuando termino el ritual, siento que va siendo hora de rezar. Coloco la alfombra sobre el suelo y una paz inexplicable me inunda, es difícil de explicar, esa sensación es como cuando sabes que alguien te protege, es como si todos los miedos se reducieran a polvo, como si tu alma se liberara, como si nada tuviera otro sentido, solo Allah, (Dios).

Acabo mis oraciones y me quito el velo y la túnica que llevaba puestos.

Sábado, dulce y preciado sábado que llevo toda la semana esperando. Sin presiones, sin obligaciones, sin problemas. Bajo las escaleras de la planta principal y me doy cuenta de que ya no hay nadie en esta casa. Ya no esta Jamila, ni los guardaespaldas, tampoco el chófer. La casa esta tranquila y aunque parezca raro, más segura, mas familiar, mas tranquila.

De repente siento un enorme apetito de chocolate. Quiero chocolate, pero no cualquier chocolate, no; quiero aquellos bombones que en el interior se encuentra una almendra completa, recubiertas de crema de cacao y con una fina capa de chocolate crujiente y virutas de más almendras. Ese chocolate quiero.

Miro la despensa de la cocina, nada de lo que hay encima me atrae. Quiero urgentemente ese bombón y deleitarme en su sabor. Abro el cajón de los chocolates y rebusco en él. Esta a rebosar de guarradas, y al parecer desde que me fui nadie a tocado mi lugar sagrado. ¡Ya Allah! Cuando toco el envoltorio metalico de la chocolatina, escucho un gran rugido proveniente de mi tripa. Le quito el papel a la chocolatina, la observo intentando buscarle algún defecto y sin más la meto en mi boca para después cerrar los ojos satisfecha. Vale sí, sí... Es una guarrería que no me hace bien, pero que en ese momento deseaba mas que a nada en este mundo. La deseaba tanto que no recuerdo haber dicho Bismilah' (En el nombre de Allah), así que sí, supongo que Shaitan' (El demonio) comió conmigo.

Camino hasta la nevera y bebo agua. Me siento sobre el taburete, para después -como una niña pequeña- ponerme a dar vueltas sobre él. Que rápido se acostumbra una a la buena vida.

—Alhamdulilah (Gracias a Dios)— susurro mirando la enorme cocina, y escuchando el sonido de los pájaros de fondo, que cantan -con una melodiosa sintonia-.

Okey, vale, estoy empezando a ser muy pesada con mis explicaciones. Pero es que... Me encanta, me encanta todo lo que me rodea. Soy feliz. Feliz porque voy a tener un hijo guapísimo -esta claro, yo soy guapa, su padre más de lo mismo; evidentemente él no se quedará atrás-, tengo más de lo que puedo desear y resumiendo para que lo entendáis mejor; las hormonas del embarazo me estan afectando demasiado, hasta el punto de comer sin antes recordar a Allah.

Sonrío con mis idioteces, y es que pasé media vida rayada. Supongo que me había acostumbrado tanto a pensar en los problemas que la vida me deparaba, que nunca me había parado a pensar en las cosas más insignificanyes, como el canto de los pájaros.

Tengo pendiente hablar con Amira, esa loca a la que llamo amiga, esta tonteando con el jefe de su padre. ¿A quién se le ocurre? ¡El jefe de su padre! La persona que ha pagado y sigue pagando sus caprichos, tonterias y sobretodo que la mantiene de algún modo. Se esta arriesgando mucho y solo espero que valga la pena, porque como su padre se entere de todo ésto, estoy segurísima de que rodarán más de una cabeza -entre ellas la mía-.

INTERESES© - muslima_letters [Completa] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora