CAPÍTULO 29 «editado»

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...

Mis pies tiemblan, mis pulsaciones se cortan por un intervalo y sin darme cuenta estoy agobiada, al borde de un ataque de ansiedad. Un largo escalofrío recorre todo mi cuerpo y un suspiro cansado se libera de mis pulmones. Mi respiración suena agitada y mientras intento aclarar mis ideas y entender aquella carta, siento mi culo en el sofá, antes de caer de bruces sobre el suelo.

Ufff— suspiro en un gesto agotado, impregnado de pereza. Y sí, pereza, porque ya el simple echo de pensar en Faruk me causa pereza. Me esfuerzo tanto físicamente como mentalmente, en el simple echo de pensar en él. Es cansino, doloroso. Estoy en la mierda, en la mismísima mierda, toda mi vida se basa en él y mientras intento olvidarlo, el mundo se encarga de recordarme que está allí, que existe y que por más que lo niege jamás conseguiré sacarlo de mi corazón. Y es que, ¿Para qué engañarnos? Estoy perdidamente enamorada de él, me tiene comiendo de la palma de su mano, me siento más suya que de nadie, ni tan solo de mi misma. No consigo perdonarle la escena de hace unos meses, y aunque hay rencor, el amor me puede.

Solo una persona puede aconsejarme en este momento, solo Bilal me apoyará de la manera que nadie lo hace, incondicionalmente. Y aunque las chicas me brinde todo su apoyo y me den grandes consejos, ellas son igual que yo, se dejan guiar por lo que les dicta el corazón y no usan la razón, no piensan las cosas, solo las hacen.

Cojo mi móvil y marco el número de Bilal. Tras varios pitidos, finalmente descuelga el teléfono:

—¿Sí?— su voz adormida llena la línea y una sonrisa socarrona se apodera de mis labios, con el simple echo de pensar que lo acabo de despertar de su sueño.

—¿Te molesto?— pregunto sabiendo que le he despertado y que tal vez no este de muy buen humor.

Su carcajada y el sonido gutural que le sigue hace que todo mi cuerpo se estremezca.

—Pues para decir verdad sí, estaba teniendo un sueño muy interesante, lástima que doña nací para molestar tuviera que interrumpir mi velada— dice a modo de queja, sin que se me pase desapercibido su tono bromista.

Es tan gracioso, es tan bromista y tan alegre, que una simple tarde con él, es alegrarse la vida. Su risa es tan contagiosa, tan intensa y a la vez tan bonita que no puedes no reír de vuelta. Él es tan... Tan Bilal.

—Déjate de bromas y ven a verme— corto su risa, volviendo a la realidad.

«Le estas llamando para contarle sobre la carta, no para reírte de sus bobadas».

¿La princesa tiene miedo?—  ruedo los ojos —No temas a la oscuridad, dudo que salga ningún Jnon' (demonio)...— y después de esto se echa a reír a carcajadas, y me doy cuenta de que lo que va a seguirle a esto no será más que otra tontería de las suyas —... Déjame decirte que Allah te ha brindado un don— su risa para en seco —El don de ahuyentar a todo demonio que se te acerque con tu belleza— la ironía es palpable y su risa se reanuda.

Sin poder evitarlo acabo siguiendo sus carcajadas, olvidando que de quien se ríe es de mi.

Wlah' (Por Allah) que no puedo contigo, enserio hasta recién despierto, consigues sacarme una sonrisa— digo.

—Venga va, fuera bromas, ¿Ocurre algo Amal?— intenta ponerse serio y lo agradezco.

—Necesito que vengas, es urgente— sueno desesperada, pero no me importa. Ahora más que nunca le necesito.

—En media hora estoy en tu casa— dice antes de colgar.

***

Bilal me observa, escandalizado. No sé que decir, ni apenas como empezar a explicárselo todo.

INTERESES© - muslima_letters [Completa] [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora