Capítulo 11

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Los días que siguieron fueron una tortura, llegaron a mi dirección cartas amenazándome para que dejara en paz a Tomás, escritos con spray en las calles y paredes aledañas a mi edificio con leyendas tan sutiles como “Eres una perra Florencia M.” o “Florencia M. es una rompe parejas, le gusta involucrarse con hombres comprometidos” entre otros que no valen la pena mencionar. Aunque con la ayuda de Javi y Fran, intentábamos borrar cada cosa nueva que aparecía y quemar las dichosas cartas que me llegaban continuamente, cada palabra quedaba grabada a fuego en mi mente, las ideas rondaban una y otra vez, sin poder liberarme de ellas, creyendo que en parte, tenían razón. Todo esto sumado a la vergüenza que me provocaba que los vecinos se encontraran con los escritos casi a diario.

Intenté buscar a esa jirafa mal intencionada, para recordarle que conmigo no se juega, pero fue imposible. Claramente estaba muy bien resguardada y cobardemente debía de pagarle a alguien que escribiera todo eso por ella. La muy desgraciada no era capaz de causar daño con sus propias manos.

-Es una mal nacida, su único propósito es hacer mi vida imposible- Le comenté a Fran muy ofuscada, al llamarla por teléfono, cuando una nueva nota llegó.

-Esa desteñida está teniendo actitudes vandálicas Flo, deberías llamar a la policía.

-¿Y decirles qué? ¿Qué una chica me está molestando porque supuestamente  le quiero quitar al novio?, me tomarían por loca Fran.

-No, para decirles que estás siendo acosada, y que tu salud mental y física están corriendo peligro.- Declaró muy segura de sus palabras.

-La verdad, prefiero no empeorar las cosas, en algún momento se cansará, al ver que no respondo a sus provocaciones… supongo.

-Más vale que estés prevenida, a esta altura, me espero cualquier cosa de esa mujer.

-Tranquila, nada va a pasar.- respondí, sin si quiera creérmelo yo misma

-Ojala así sea.

-No voy a negarte, que ya me está asustando todo esto… pero ¿no crees que ese es su objetivo? No quiero darle en el gusto.- dije manteniendo mi postura. 

-Florencia por favor, ¿o sea que por hacerte la valiente esperarás hasta que ya no sean simples notas las que te llegan, si no hombres persiguiéndote, secuestrándote?

-No exageres, no creo que Mariela esté tan loca para llegar a ese extremo.

-Será mejor que no la pongas a prueba… ¿Y si llamas a Tomás y le cuentas?

-Ninguna posibilidad- Negué de inmediato.

-Si te quiere realmente como dice, te ayudará.

-No insistas Fran, no lo haré, esa idea no constituye ninguna opción para mí.

- Yo solo decía.

-Y lo aprecio, pero de verdad no.

- Bueno, te dejo, ¿cuídate sí? Que ya no doy más de la preocupación…

-Sí, lo haré… y Fran…

-¿Dime?

-Gracias por todo, te quiero.

-Yo igual, hablamos más tarde ¡un beso!

 -Otro para ti- colgamos la llamada.

Tras cada nuevo mensaje que aparecía me sentía más desesperada, Fran tenía razón, esto se me estaba escapando de las manos y por muy valiente que me sintiera contra esa arpía, necesitaba una solución a todo esto, pero, por más que lo pensara no se me ocurría nada que no tuviese consecuencias negativas. Agotada de tanto darle vueltas al asunto, escuché la puerta sonar.

Abre los ojos y descúbremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora