Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, escucharlo, me confirmaba que efectivamente estaba ahí, aunque su voz se escuchaba extraña, algo arrastrada.
Él estaba manteniendo una conversación, lo que significaba que estaba con alguien ¿Aurora?, ¡Dios que no sea ella! Pensé. Me acerqué cautelosamente a la habitación, cuidando de no emitir ruido alguno. La verdad es que no sé porque adopté esa actitud, pero toda la situación me advertía que no se trataba de algo muy bueno.
Antes de abrir la puerta respiré profundo, lo más probable es que me hubiese estado esperando ahí, algo molesto por haberme ido de esa forma y obviamente esa arpía lo estaría acompañando, aprovechándose de la situación.
Abrí la puerta, despacio y ahí mismo, todo mi mundo se derrumbó.
Era una escena digna de una película de terror, de esas que te hacen girar y cubrirte los ojos con las manos hasta que termine. Mi estómago se contrajo formando un nudo imposible de desarmar, mis vías respiratorias se obstruyeron por completo y las lágrimas no dudaron en salir. Sentía mis manos dormidas y las rodillas me temblaban.
Javier se encontraba completamente desnudo sobre la cama, con la mirada perdida, mientras ella terminaba de despojarse de sus ropas ante su visión, tocándolo con sus manos por los lugares donde alguna vez recorrieron las mías. Él se remecía ante su contacto y ella lo besaba acallando las palabras que intentaban salir de su boca.
-¿Qué… qué estás haciendo Javier?- Pregunté con la voz casi sin fuerzas, entrecortada por el llanto.
-¡Florencia!- Exclamó, girándose hacia mí con una sonrisa en el rostro, la abominable mujer- Que bochorno que nos encuentres en esta situación- se disculpó muy falsamente. Yo no podía despegar mi mirada decepcionada de Javier, pero él no articulaba ni media palabra, ni si quiera para excusarse, nada. La desolación invadió mi ser, él me había jurado que me amaba y yo… le creí, ingenua.- ¿Te quedarás ahí toda la noche? Te lo pregunto porque nosotros deseamos continuar en lo que estábamos.
-¡Bravo! Lo conseguiste…
-Yo te lo advertí, solo quería evitarte el sufrimiento.
No pude más, salí corriendo de ahí, mi cabeza era un torbellino de pensamientos, lo odiaba, lo odiaba como nunca odié a nadie en mi vida, me entregué a él, cambié todo lo que tenía por él y ni si quiera fue capaz de cubrirse o intentar explicarme algo si quiera. ¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Apareció ella un segundo en su vida y me cambió así sin ningún miramiento? ¿Habrá sido en venganza por lo que descubrió de Tomás? Imposible, esto no se le compara, esto es terrible, imperdonable.
Deambulé por la ciudad sin rumbo alguno hasta caer rendida en el rincón de una callejuela. No supe más de mí, al parecer me desmayé. Cuando abrí los ojos nuevamente, el frío calaba mis huesos y en el horizonte se podía apreciar el amanecer.
Me levanté dificultosamente apoyándome en la pared que había sido mi soporte durante la noche. Me dolía la cabeza y los recuerdos fugaces que atravesaban mis pensamientos, cruzaban como estacas en mi corazón, lanzando esa angustia dolorosa por todo mi cuerpo. Caminé arrastrando los pies hasta llegar a la hostal, con pánico de encontrármelo ahí y tener que enfrentarlo. Sin embargo no fue así. No había rastros de él. Todavía se encontraba con ella, quizás haciéndolo una y otra vez.
Con las pocas fuerzas que me quedaban, guardé todas mis cosas y sin poder contenerme más comencé a llorar, un llanto desesperado que provenía desde mis vísceras, grité, una y otra vez, lo odiaba, pero lo amaba tanto que sentía que me moría. Derrumbé todo lo que encontré a mi paso. Arcadas de asco, detuvieron mi ataque. Un líquido amargo, quemaba mi garganta y dejaba ese sabor impregnado en mi boca.
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Abre los ojos y descúbreme
Roman d'amourFlorencia y Tomás han sido amigos desde siempre, son totalmente inseparables, pero ¿Existe la amistad entre hombre y mujer? ¿Será solamente amistad lo que sienten el uno por el otro? Las idas y vueltas del destino los ayudaran a descubrir lo que rea...