Caminamos a paso lento, íbamos tomados de la mano, en silencio, bajo un tibio sol que de vez en cuando, se veía cubierto por unas cuantas nubes grises que amenazaban con tomarse el cielo. Cada cierto rato, me colgaba a su brazo, rozándolo con mi mejilla. Su contacto me hacía sentir completa.
Nos dirigimos al hotel sin ninguna otra pretensión que descansar. Las últimas horas habían sido intensas y ninguno de los dos había conseguido dormir. Teníamos plantadas unas ojeras y algunos otros rastros de llanto y alcohol.
Cerramos la puerta tras nosotros y antes de que hiciéramos nada, una idea cruzó mis pensamientos. No me resignaba, después del espectáculo en el bar y las declaraciones que vinieron después, a acostarnos a dormir.
Era hora de la reconciliación, siempre escuché que esa era la mejor parte después de las discusiones y definitivamente, quería comprobarlo.
Sin mayores preámbulos, saqué a relucir mis intenciones.
Lo empujé a la cama y sin emitir palabra, le ordené que se quedara ahí. Él me miraba divertido, dejándose llevar.
-Si quieres dormir, tendrás que esperar- Le dije haciéndome la seductora- Es hora de la reconciliación- Le declaré, mordiéndome el labio junto a una sonrisa traviesa en el rostro, frotando mis manos a modo de expectación.
Él se rio fuertemente y contestó- Mmmm quiero ver que tienes para ofrecerme.
-Espera y lo verás- Lo desafié.
Me alejé un poco para prender el reproductor. Hace unos días, había creado una carpeta, en caso que se diera el momento, para hacer precisamente lo que tenía pensado. Era tiempo de usarla. “Easy” en la voz de Mike Patton resonó en la habitación.
Respiré profundo y comencé a moverme. Estaba nerviosa. Miré a Javier y pude ver que reflejaba deseo en su mirada, lo que me hacía sentir más segura.
Poco a poco, me fui acercando a él, mientras rozaba suavemente mis manos en su cuerpo. Mi cabello estaba alborotado, algunos mechones caían sobre mi rostro dándome un aspecto más irracional.
Él seguía con su mirada mi cuerpo, atrapando en su retina cada movimiento.
Bailé afirmándome en sus rodillas, para bajar sensualmente, mirándolo a los ojos.
Estaba atardeciendo, el sol se encontraba casi en el punto culmine de desaparecer. El cielo tenía una mezcla de colores que divagaba entre lo rojizo y el azul profundo, que iba dominando cada vez más, según corría el tiempo. El interruptor permanecía inerte en su posición, haciendo que la habitación quedara en penumbras. La ventana, que ocupaba gran parte del muro, se hallaba entre abierta, enviándonos una delicada corriente de aire, que nos hacía estremecer.
Me alejé nuevamente para explotar aún más los movimientos sensuales al ritmo de la música.
Lentamente desabroché uno a uno los botones de mi blusa, dejándola abierta, permitiéndole, por algo más de tiempo, que cubriera mis hombros. Javier, mientras, repasaba sus labios con su lengua.
De solo verlo haciendo ese gesto, mi estómago se contrajo y a mi piel la recorrió un hormigueo intenso.
Terminé de quitar por completo la prenda, lanzándosela alborotadamente a las manos. Ambos reímos.
-Ese ha sido el movimiento más sensual- dijo riendo entre cortado.
Sonrojándome, retomé la performance. Continué sacándome los zapatos, para luego desabrochar mi pantalón. Giré. Dándole la espalda, lo bajé suavemente, sintiendo su textura, áspera e inflexible.
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Abre los ojos y descúbreme
RomanceFlorencia y Tomás han sido amigos desde siempre, son totalmente inseparables, pero ¿Existe la amistad entre hombre y mujer? ¿Será solamente amistad lo que sienten el uno por el otro? Las idas y vueltas del destino los ayudaran a descubrir lo que rea...