Capítulo 24

223 14 1
                                    

Una vez puestos los pies en la tierra, no supe que hacer. Llamar a Fran para que me fuera a buscar, era lo que debía hacer, sin embargo inevitablemente tendría que revivir el martirio, ella querría saber todo y precisamente no era lo que deseaba después de ese viaje terrible.

Luego pensé en irme sola, pero no me podía el cuerpo, sería imposible llegar.

Avisarle a mis padres, tampoco parecía la mejor opción, solo los preocuparía ya que estaban muy lejos para hacer algo por mí.

Me dolía la cabeza y ya no quería sentir. Sin pensar, tomé el teléfono y marqué.

Sonaron varios tonos, hasta que contestaron -¡¿Flo?! ¿Eres tú? ¡Háblame! ¡Dime algo por favor!- imploraba desesperado desde el otro lado de la línea.

-Estoy en el aeropuerto, necesito que vengas por mí.

-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?- sonaba preocupado.

-Te estaré esperando- No escuché nada más. Me senté abatida a esperar. ¿Cómo tuve valor para hacer esto? Él no vendrá, me repetía constantemente.

Pasaron, lo que creí, fueron horas. Cuando me resigné a que estaba sola y que no aparecería, con la cabeza gacha, tomé mis cosas y las arrastré a la salida. Las lágrimas no paraban de empapar mis mejillas, la gente a mí alrededor me miraban curiosos, pero no me importaba.

De pronto, un remezón me sacudió, seguido por un abrazo que dejó mi mente en blanco, era él.

-Pensé que jamás volvería a verte, ¿Por qué me hiciste esto? ¡Te extrañé tanto! ¡No vuelvas a dejarme!

No fui capaz de mirarlo a la cara, ni hablarle siquiera, solo lloraba, nada más.

Tampoco habló más, besó mis mejillas, mi cuello, mis hombros, me contuvo en sus brazos. Se alejó solo para recoger mis cosas, para luego, tomarme fuerte de la mano y llevarme junto a él.

Prefería mantener mi mente en blanco, porque de pensar solo un segundo en lo que estaba haciendo, me arrepentiría para siempre.

Me llevó a su departamento y no me negué. Al entrar me elevó entre sus brazos y me depositó suave en la cama, me arropó y con su cuerpo protector me condujo hacia él, conteniéndome, de los espasmos que me invadían cada vez que la imagen de Javier aparecía en mis pensamientos.

-Tomás yo…

-No Flo, no me digas nada, sea lo que sea que haya ocurrido, me lo contarás después, ahora, descansa, yo estaré aquí, cuidándote.

Mi cabeza apoyada en su pecho, me dejaba escuchar los latidos de su corazón, que como un martilleo suave y rítmico me condujeron a una tranquilidad que hasta ese momento no había sentido.

Lo extrañé, en ese momento me di cuenta, el calor de sus manos sobre mi espalda, su voz, sus ojos mirándome sin ningún rencor después de lo que le hice. Definitivamente mis intentos nos sirvieron de nada, su recuerdo permanecía muy dentro de mí y difícilmente podría removerlos de ahí.

Ambos respirábamos nerviosos ante la cercanía de la que por meses nos privamos. No quería que supiera porque estaba ahí, porque lo había llamado, pero no era justo.

-Javier… me engañó- Solté sin más, quemándome la garganta ante tan crueles palabras.

-Maldito hijo de…-

Lo interrumpí para continuar, no deseaba escuchar como lo odiaba, imposiblemente mi corazón aún lo amaba, con tanta fuerza que aunque él no lo hiciera, no permitiría que Tomás maldijera en su contra.

-Con su ex novia- continué- ¿Es como un karma no lo crees? una broma de pésimo gusto.

Giró su mirada hacia mí y tomó mi rostro con ambas manos- No digas eso Florencia…

Abre los ojos y descúbremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora