Capítulo 29

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-Yo… no debería estar aquí- dije nerviosa dándome la vuelta preparada para salir corriendo.

Al instante me tomó fuerte del brazo- No te vayas.

Lentamente levanté la cabeza hasta mirarlo, un silencio ensordecedor nos atrapó- No… no me toques- le imploré

-Prométeme que si te suelto no te irás.

Me quedé mirándolo fijamente sin decir palabra, despacio, fue quitando uno a uno los dedos de mi piel. – Estaba esperándote.

-Solo vine porque necesito terminar con todo esto.

-Lo sé, te prometo que si después de esto, aún con todo lo que tengo por decir, con todo lo te puedo mostrar, ya no quieres saber más de mí… me iré y no insistiré.

Esas palabras actuaron en mí como una herramienta de tortura, de esas que lastima lentamente, pero dejan un dolor irremediablemente intenso- Te escucho.

-¿Quieres algo de beber?

-Nada, estoy bien, gracias.

Se sentó en el sofá y cabizbajo comenzó a hablar-Flo, yo no te engañé- silencio- jamás me atrevería a hacerte una cosa así, yo… te amo, como jamás amé a nadie en mi vida. Y mucho menos con esa mujer- suspiró con pesar-  tú conoces la historia que viví con ella, me la preguntaste y sinceramente te conté cómo fueron las cosas. Sí, admito que encontrárnosla fue algo inesperado, me sentí nervioso, no quería que la conocieras, sabía que ese encuentro no traería nada bueno para nosotros, sin embargo jamás imaginé que sería capaz de tanto.

Cuando me enfrentaste aquel día que iríamos al restaurante, creíste que yo deseaba ir, pero no era así, yo solo quería demostrarte que ella no me afectaba en nada y una simple comida no cambiaría las cosas entre nosotros... de haber sabido lo que sucedería después, te habría hecho caso- dijo como pensando en voz alta- debimos quedarnos juntos en el hotel y haber continuado con en ese viaje maravilloso que teníamos planificado.- No quería interrumpirlo, quería escuchar cada detalle.  Luego de unos instantes de silencio, continuó- Pensé que las cosas irían bien, me sorprendió que la cena se diera de esa forma, casi amena, pero cuando me levanté a buscar las bebidas, me incomodó el hecho que el barman, en un lugar lujoso como ese, tardara tanto en atenderme, inventó una serie de excusas, que no le quedaba  licor, que necesitaba buscar un par de ingredientes, entre otras cosas que improvisó en el momento. Cuando estaba a punto de perder la paciencia y regresar a ustedes, comenzó a preparar los tragos, así es que aunque estaba algo ofuscado,  lo esperé.- bufando por lo que a continuación diría, prosiguió- Luego descubrí que todo era parte de la seguidilla de trampas aquella…- se detuvo afirmando su cabeza, adolorido- puso contra mí.

Cuando volví a la mesa me extrañó no encontrarte ahí, de inmediato imaginé que Aurora te  dijo algo que te molestara, entonces, indignado le pregunté dónde te habías metido y ella, cínica como siempre, mintió una vez más, diciendo que habías ido al tocador y que no tardarías. No le creí del todo, pero aún así decidí esperar. Pasaron un par de minutos y ya sospechaba que algo no andaba bien. Ella me sugirió que  fuera a verte, que quizás algo te había sucedido. Sin encontrarte regresé nuevamente, histérico, el pánico se había apoderado de mí, pensando en todas las posibilidades de dónde te podrías haber  metido. Aurora a modo de tranquilizarme, me sugirió que bebiera un sorbo del whisky que había pedido antes. Groso error- negaba con la cabeza.

Muy pronto comencé a sentirme mal, la cabeza me daba vueltas y no me podía las piernas. De ahí en más, solo tengo vagas imágenes en mis recuerdos.

Fui cargado por unos cuantos hombres que me arrojaron en la cama de una habitación de quizás qué lugar de Paris, luego la recuerdo quitándome la ropa y diciendo que me arrepentiría por siempre de no haberle dado todo lo que ella siempre deseó, que podríamos haber sido muy felices juntos, y que si no era con ella, entonces nadie podría estar a mi lado. Sentía pánico, fui totalmente vulnerado, me sentía como una criatura indefensa ante las garras de su depredador ¿Por qué me estaba pasando eso a mí?  ¿Si era capaz de hacerme todo eso, qué es lo que haría contigo? Eran las preguntas que, a pesar de no estar en mis cabales, cruzaban como un rayo de lucidez. Luego perdía la consciencia otra vez... No fue hasta que vi tu pequeño rostro totalmente desfigurado frente a mí - su voz se quebró y las lágrimas corrieron sin remedio-   que comprendí qué era lo que pretendía aquella bastarda.- por fin levantó la cabeza, para mirarme fijamente-Quería que creyeras que te estaba engañando, quería hacerte odiarme a tal punto que no desearas verme jamás-su expresión se tornó de resignación, con una pseudosonrisa de medio lado- y lamentablemente lo consiguió.- Estaba horrorizada, asqueada con todo lo que me estaba contando, me sentía culpable por no haberle creído, quería abrazarlo y consolarlo, tranquilizarlo diciéndole que todo estaría bien, pero no podía. Mientras tanto, continuó.- Y bueno…no es para menos, no logro imaginar lo asqueroso de la escena que tuviste que presenciar.- ahora nuevamente bajó la cabeza, afirmándola en sus manos. Pensé que no podría continuar, pero para mi sorpresa, siguió hablando. -Me costó varias horas reaccionar a lo que me había obligado a tomar y otras cuantas más vomité en el suelo de la misma habitación, por lo mal que me sentía por todo eso.

Debo admitir, que la golpeé, no logré controlarme, le di una bofetada que la dejó tirada en el suelo y para mi mayor indignación,  ella no hacía más que reír, lo había logrado. Sentía que podría matarla, ahí mismo. Intenté razonar, volver en mí, y ya  no pude estar ahí un segundo más. Con la esperanza de encontrarte, salí lo más rápido que pude hacia la residencia… pero ya sabemos lo que sucedió, te habías ido sin dejar rastro alguno. Recogí mis cosas para seguirte, sin embargo me di cuenta que ya no tenía nada, no tenía dinero, documentos, teléfono, ¡nada!- soltó un pesado suspiro- En contra de mi voluntad y totalmente desesperado, tuve que regresar en su búsqueda. “Sabía que regresarías a mí” fueron sus palabras exactas, sentía repulsión de solo mirarla. Le rogué que no me hiciera todo eso, le imploré para que devolviera mis cosas, pero fue inútil.

Me dirigí entonces a la policía, pero no lograron ayudarme tan fácilmente como lo imaginé, al no tener identidad y ser extranjero, todo se tornó más difícil. Vagué por las calles de Paris por varios días, pidiendo dinero en la calle, hasta que pude comunicarme con la gente de Lamborghini. Ellos fueron en mi búsqueda y me ayudaron a volver a San’t Agatha. Una vez ahí Agostina casi me mata, me dijo que llegaste destruida y que te fuiste tan veloz que no consiguió detenerte, imaginarás mi reacción.

-Javier, yo…

-No, déjame terminar, tienes que escucharlo todo- asentí con la cabeza-  Tuve que contarle esta misma historia, hasta que me creyó. Todo este tiempo que tardé en volver, debido a que mis papeles aún no estaban listos, intenté conseguir alguna prueba que me permitiera meter en la cárcel a aquella mujer que arruinó nuestras vidas y lo hice, si bien no son precisamente de lo que nos hizo, si son pruebas de estafas realizadas a la última pareja que ella tenía, un hombre mayor, de cerca de unos 70 años. Le robó todo lo que tenía y más, pero él fue más inteligente que yo y reunió grabaciones, fotografías, cuentas en el extranjero para poder hacer que se pudra en la cárcel.

Sé que gran parte de todo lo que te estoy contando, solo tienes que creérmelo, porque no tengo nada que demuestre lo contrario, pero Agostina puede apoyar todo lo que te he dicho, sé que tu confías en ella. O también podría comunicarte con Luciano, lo conoces y él fue un apoyo fundamental para mí en todo esto. Necesito que me creas más que nada en este mundo, he pasado noches en vela imaginando tenerte en mi brazos nuevamente, el recuerdo de tu cuerpo al hacerte el amor es lo único que me ha mantenido con vida y con la esperanza de que me creas y que me perdones… Perdonarme por ser in imbécil que cayó como un niño en los engaños de Aurora.

Escuché en silencio cada palabra que Javier me dijo, lagrimas desesperadas caían por mi rostro.

-Ahora no te imaginas como duele verte con Tomás…

Cubrí su boca con mi dedo, silenciándolo-No digas nada más- le dije en un susurro y lo besé, ansiosa, desesperada, deseosa de sentirlo una vez más. Nuestras bocas hambrientas se devoraban sin compasión. Sentir sus manos afirmando con fuerza mi cuerpo como alguna vez lo hizo antes, envió a través de mí, un estremecimiento que no lograba controlar. Él me apretaba contra su cuerpo para que cada una de nuestras partes quedaran en contacto, haciendo del roce el éxtasis inmediato. Pero no, yo no fui ahí por eso, no le haría esto a Tomás. En contra de toda voluntad me alejé.

No podía recuperar el aire, aún así me di las fuerzas-Te amo, sabes que lo hago y quiero que sepas que te creo- me detuve un momento para respirar profundo- también quiero pedirte perdón, no confié en ti, no te creí, pero fue difícil y sé que me entiendes.  Pero esto no puede continuar, también amo a Tomás, suena como una locura pero es así. No puedo hacerle esto y yo ya decidí. Lo siento- rompí a llorar, el sabor amargo que dejaron esas palabras en mi boca, no podría desprenderlo de ahí fácilmente. Sin embargo tuve la valentía de tomar la decisión que creí era lo que quería, sin esperar una respuesta a cambio, me marché, atesorando aquel encuentro, como el fin de una historia que marcó en mí un precedente, jamás imaginé amar a alguien así y con ese recuerdo me quedaría para siempre.

Abre los ojos y descúbremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora