Capítulo 26

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Besarlo, caminar de la mano junto él, escucharlo decir que me ama, sentir su cuerpo cuando duermo, pero a la vez reírnos como siempre, hablar de la familia, los amigos, recordar las anécdotas que vivimos juntos, que entre a mi departamento y lo primero que haga sea abrir el refrigerador y sentarse con los pies arriba de la mesa de centro a ver televisión, es por decirlo menos… extraño.  La mezcla entre romance y esa amistad casi de hermanos, definitivamente era difícil de asimilar, pero no dejaba de ser estupendo. Solo había pasado una semana desde que comenzamos todo, y era tan sencillo, no nos esforzábamos para nada y todo fluía natural, era divertido y a la vez cautivante ir descubriendo nuevas formas de hablarnos, de tocarnos, de conocernos.

Aún no pasaba nada entre nosotros, aunque él lo quisiera intensamente, no me sentía preparada, incluso no puedo negar, que algunas de estas noches, me he despertado exaltada, tras haber soñado con la última imagen que vi de Javier, otros días lloro, hasta quedar seca, pero lo guardo en silencio, nada se lo cuento a Tomás, no tiene por qué enterarse de mi sufrimiento y menos por otro hombre. Sin embargo, él me hace bien, cuando estamos juntos no pienso en nada más que recibir su cariño y esforzarme para que sienta lo mismo de mi parte. Estaba siendo un muy buen remedio para el dolor.

Definitivamente lo extrañaba, no me había dado cuenta cuanto, ahora lo tengo para mí y por eso lo disfruto. Es como si hubiésemos retomado nuestra relación, justo donde la dejamos, pero ahora sin peleas, sin malos entendidos, solo lo bueno de ambos. Aún no le contábamos a nadie de lo nuestro, era muy reciente y necesitábamos establecernos y ver si realmente esto resultaría. Por lo menos estábamos poniendo todo de nuestra parte, sobre todo yo, que tenía hecha un lío la cabeza.

Era sábado, y en la tarde,  nos encontraríamos en el cerro San Cristóbal, parque ubicado en el centro de la capital, cada uno con su bicicleta, para subirlo juntos hasta quedar muertos en la cima. Estaba muy entusiasmado, y a pesar de que yo no soy muy amiga del  ejercicio, acepté solo por hacerlo feliz, estuvo planificándolo desde hace algunos días, con decir incluso que me compró un casco y rodilleras, haciéndome parecer una niña pequeña; cuando me las probé, se rio de mí y yo de vuelta le di un puñetazo, así como antes.

-Eres un niño Flo, pensé que con la edad serías más señorita- dijo riendo en tono de broma.

-Todo es tu culpa, tú me acostumbraste así.

-Pero es que no pensé que no lograrías superarlo- Rio más fuerte todavía, haciendo marañas en mi pelo, para luego, besarme tiernamente.

Me levanté temprano, para prepararme psicológicamente para lo que venía. Apenas abrí un ojo, le envié a Tomi un mensaje de buenos días, confirmándole que iría aunque mi cuerpo me pidiera quedarme en la cama comiendo algo muy alto en calorías. Él a cambio, me prometió unas pizzas y helado de chocolate para el regreso, esa oferta, terminó de convencerme. 

Luego de desayunar y dar un par de vueltas por el departamento, me metí a la ducha para refrescarme. Cuando estaba en eso, escuché el timbre sonar. “Este impaciente no pudo esperar a encontrarnos allá”, pensé divertida.

Me envolví en una toalla, aún con rastros de espuma en mi cabello y partes del cuerpo y salí corriendo a abrir la puerta.

Al abrir, sentí que me desmayaría. Era Javier. Me quedé mirándolo, aturdida. Se veía demacrado, unas ojeras moradas acompañaban la parte inferior de sus ojos, creí incluso verlo más delgado, su pelo estaba desgarbado y su expresión demostraba desesperación.

Lo primero que hice al reaccionar, fue cerrarle la puerta en la cara, pero obviamente él lo impidió.

Empujándome hacia dentro, me tomó fuerte por la cintura, acercándome a él -Mi amor por favor, no hagas esto, déjame explicarte, las cosas no son como tú crees.

Abre los ojos y descúbremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora