Capítulo 3

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Después de haber tenido una noche terrible, pensando en todo lo que ayer paso, decidí que al contrario de lo que todo el mundo pensaría, me pondría mi mejor atuendo de día y me arreglaría lo mejor que pueda, para que Tomás se le desencaje la mandíbula de la impresión y que venga su jirafa teñida a ver si le puede prestar algún primer auxilio.

Quizás no lo consiguiera, pues él muchas veces me ha visto arreglada, pero bueno, tenía que intentarlo.

Como estábamos en primavera, me puse una falda ajustada a la cintura y suelta hacia abajo,- que llegaba harto más arriba de las rodillas,- de color burdeos, junto con una camiseta apegada al cuerpo manga larga negra con un escote pronunciado en la espalda y unos botines de taco del mismo color. Mi cabello lo deje lacio con pequeñas ondas hacia las puntas. Mi maquillaje era más bien sobrio pero destaqué mis labios con un color muy similar al de la falda. Miré el resultado en el espejo, y la verdad es que sí, me veía bastante guapa.

Comenzó a sonar mi celular, pero esta vez eran mensajes.-Claramente continúa molesto-. Sin retrasarme más de lo que ya estaba, tomé mis cosas y salí alborotada de mi departamento, para mi sorpresa choqué de bruces con un joven que estaba saliendo de la puerta de enfrente.

-Perdón, perdón. Soy una despistada.- Dije a modo de disculpas, pero cuando levanto la cabeza para mirarlo, casi me caigo con esos tacones.-como me arrepentía de habérmelos puesto- él realmente era guapísimo, alto, atlético, moreno, ojos azules con unas pestañas larguísimas y unos dientes blancos perfectos.

-No te preocupes,- Me dijo, mirándome sin ningún disimulo, de pies a cabeza- fue mi culpa, salí mirando hacia otro lado.

Un escalofrío recorrió mi espina ante la mirada lobuna de ese hombre- Bueno, ambos estábamos un poco despistados al parecer.

-Yo lo estuve, pero ahora tienes absolutamente toda mi atención.- Lanzó el comentario claramente coqueteando conmigo.

-Ah.- Fue lo único que salió de mi boca, me tenía totalmente intimidada tanto con sus comentarios como con su belleza.

-¿Así que somos vecinos?- Continuó al ver que yo me encontraba petrificada.

-Ehm así parece.

-Me llamo Javier, mucho gusto.-Se presentó tendiendo su mano hacia mí.

-Florencia, el gusto es mío.- Al contacto, sentí una pequeña electricidad, pero que cosa más extraña, jamás me había sucedido algo así.

-¿Te molesta si te llamo Flo?- Dijo guiñándome un ojo.

-Por supuesto que no, todos me dicen así.

-Perfecto, entonces Flo, ¿te parece si en la noche vienes a mi departamento y bueno, tomamos una copa de vino para conocernos y entablar una buena relación entre vecinos?- Dijo con un dejo de humor en su voz.

- Me parece una gran idea, ¿me recoges como a las 9?- Dije con una leve sonrisa en el rostro

- A las 9 será, espero no demorar con el tráfico.- Dijo soltando una carcajada ante mi comentario, se acerca y me besa en la mejilla.- Nos vemos.

-Nos vemos.- El teléfono a esa altura, creo que había explotado con tanto mensaje, todos de Tomás y su impaciencia.

Para mi suerte, por fin arreglaron el elevador, por lo que, en esa facha, era una maravilla no tener que bajar 15 pisos por la escalera. Al parecer este era mi día.

Divisé el Jeep de Tomás estacionado en la orilla y me dirigí hacia él, sin antes mentalizarme en caminar coquetamente manteniendo el equilibrio y la espalda recta,-un gran reto para mí,- mientras estaba en eso y me acercaba al vehículo, todo lo bien que me había resultado hasta ahora, se fue abajo por el precipicio más alto, cuando vi en el asiento del copiloto,- puesto que usualmente era mío-, a Mariela, riéndose por algo que Tomás había dicho.

Abre los ojos y descúbremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora