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—¡Tíos, mirad!

Regresé al jardín de Stiles con la botella en la mano. Él, McCall y Martin estaban levantando una gran bola de nieve para que formara el tronco del muñeco.

—¿Qué es eso, Derek?—me preguntó Isaac.

Al oírles, los otros tres se acercaron interesados para ver de qué se trataba.

—Me lo he encontrado en un botiquín que había en el contenedor de tus ex vecinos, Stiles—le expliqué.
—¿Desde cuándo hurgas en los contenedores como si fueras un mendigo?—me preguntó Scott.

—Estás ganándote hoy una hostia...—gruñí, enseñándole incluso los dientes y asemejándome a uno de esos chuchos que tanta manía me tenían y que, a su vez, tanto odiaba yo.

Giré el bote naranja para ver la etiqueta.

INSTA-TAN—leí en voz baja—. Bronceado rápido en pocos minutos—la meneé para comprobar si tenía aún el producto en el interior—. Está llena.
—¡Ostras! ¡Vamos a probarlo!—dijo Scott.
—¡Sí!—se unió Isaac—. ¡Y nos presentamos el lunes en la universidad bronceados! ¿Os imagináis la cara que pondrán los profesores cuando nos vean? ¡Les diremos que hemos pasado el fin de semana en... en... en Florida!

—¡No! ¡En Las Bahamas!—propuso Stiles—. ¡Le diremos a Liam que hemos estado ensayando este finde en Las Bahamas!

Un coro de risas celebró la propuesta.

—¿Creéis que funcionará?—pregunté, algo reacio.
—Tiene que funcionar. Si no, no se vendería—aseguró Stiles, quitándome el frasco de las manos—. Está casi lleno. Vamos a probarlo.

Caminamos hasta la puerta de su casa. Nuestras pisadas hacían crujir la nieve y el vaho que salía de nuestras bocas formaba nubes sobre nuestras cabezas.

En casa de Stilinski no había nadie. Sus padres seguramente estarían trabajando en la inmobiliaria.

Stiles solía pasar bastante tiempo solo, y por eso mis padres solían invitarlo muchas veces a comer o a cenar, como si fuera uno más.

Me quité el abrigo y lo dejé apilado sobre los de mis amigos, que los habían lanzado despreocupadamente al sofá, y subimos escaleras arriba para encerrarnos en el cuarto de baño, delante del espejo.

Seguía sin gustarme la idea de usar el bronceador. ¿Y si no funcionaba y, en lugar de ponernos un poco morenos, nos volvíamos verdes o amarillos? Tenía claro que me encerraría en casa durante todo el tiempo que durasen sus efectos. Todo antes que ir a la universidad, pasar vergüenza y sufrir las burlas de nuestro grupo rival.

¿Es que yo era el único sensato de todo el grupo? Ni siquiera Isaac, que aunque fuera uno de los críos era bastante maduro, parecía precavido ante la idea de abrir ese bote. De hecho, parecía que era de los que más ilusión tenía.

Stiles desenroscó la tapa y volcó una buena cantidad de líquido blanco y espeso en su mano.

—Dios... Parece semen—Scott y sus comentarios verdes...

—Huele bien—nos informó Stiles, llevándose la mano que contenía el líquido a la nariz—. Es un olor muy dulce.

Se pasó el líquido por el cuello, las mejillas y la frente. Se embadurnó las manos, y toda parte de piel que le era visible en invierno. Terminó con los últimos restos que le quedaban en la mano impregnados en la nuca, y le pasó el bote a Scott.

Se lo expandió sobre las ojeras, la frente, el cuello y las manos. Lydia tuvo que quitarle el bote para que no se lo acabara entero el muy presumido, y cuando terminó se lo dio a Isaac.

Por fin me llegó el turno. Volqué el bote con la intención de echarme lo que quedaba en la mano mientras todos me miraban expectantes. Pero, antes de hacerlo, cambié de idea.

Leí la etiqueta de la parte de atrás.

Y solté una exclamación.

DEREK HALE, el peludo (Sterek) -TERMINADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora