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—¡Mi piel!—exclamaba—. ¡Mi pieeeeeeel!

Su rostro cambió, y pasó de estar asustado a sonreír complacido y soltar una carcajada.

Arrugó el trozo de piel, haciéndolo una bola, y lo tiró al suelo del cuarto de baño. No era su piel. Era una tira de papel higiénico mojado.

—¡Eres un imbécil!—Stiles lo empujó.

Todos nos unimos a los gritos, empujándolo y metiéndolo en la ducha. Stiles cogió el grifo y yo me dispuse a abrir el agua fría.

—¡No, no! ¡Por favor!—se carcajeaba McCall—. ¡No lo hagáis! ¡Era una broma, joder!
—¿Broma? ¡Hoy te quedas sin follar!

Todos nos quedamos callados, y Isaac pareció darse cuenta de que acababa de hablar en voz alta y delante de más personas, además de Scott.

A decir verdad, tampoco nos sorprendimos mucho. Como ya dije en anteriores capítulos, todos sabíamos que lo de Isaac y McCall era un secreto dicho a voces y poco disimulado.

Isaac se puso colorado y selló los labios mientras dejábamos salir a McCall de la ducha. Este le revolvió el pelo al niño.

—No te preocupes. Si me veo muy apurado me la menearé un poco—le dijo tranquilamente.

—Tú siempre tan explícito...—Lahey puso los ojos en blanco.

Nos echamos una última mirada en el espejo, pero a simple vista no había cambios. Seguíamos teniendo el mismo tono de piel.

Bajamos a la planta baja, recogimos los abrigos y salimos al jardín a terminar el muñeco de nieve. Esta vez me animé un poco, aunque fuera una tontería ponerse a hacer bolitas de nieve, arrojé el bote por encima de la verja que daba a la casa ya abandonada y recogí dos piedras negras para formar los ojos el muñeco.

Stiles, Isaac, McCall y Martin le acababan de poner la última bola que figuraba como la cabeza del muñeco, y le habían clavado un palo en el centro a modo de nariz, a falta de una zanahoria. Yo le coloqué las piedras, hundiéndolas un poco y fijándolas en la nieve.

—Se parece a ti, Scott—dijo Isaac—. Sólo que más listo.

Todos nos reímos ante la ocurrencia. Se levantó una ráfaga de viento y la cabeza rodó hasta el suelo, haciéndose pedazos.

—¡Ahora sí que se parece a ti!—exclamó Isaac, señalando a McCall.

Este se picó, cogió un puñado de nieve y se lo arrojó a la cara. Isaac le siguió el juego y se abalanzó sobre él. Cayeron sobre la nieve y empezaron a rodar, intentando hacer que el otro se comiera el suelo. Sus peleas fueron evolucionando en intentos de hacerse cosquillas, y al final nos tuvimos que comer la ñoña estampa de dos chicos tirados en la nieve y besándose con intensidad.

—Eh, eh. Aquí no, ¿eh?—les dijo Lydia—. Que estamos al aire libre y os puede ver cualquier niño—al decir la palabra "niño" le dio un codazo a Stiles.

—¿Preferís la pelea?—preguntó McCall, que tenía aprisionado a Isaac bajo su cuerpo


Se levantó, hizo una bola de nieve entre sus manos, protegidas ahora por unos guantes, y se la lanzó a Lydia, impactándole en el pecho.

—¡Vamos a hacerles morder el polvo!—se unió Stiles, cogiendo nieve y lanzándomela a mí.

—¡Pero serás...!—gruñí—. ¿Y a mi por qué?—Me agaché a coger nieve del suelo, pero antes de que me hubiera levantado Stiles ya me había tirado otra bola con una fuerza considerable, haciendo que me picara la cabeza—. ¡Serás cabrón!

Nos vimos enfrascados en una pelea de todos contra todos. Ni siquiera nos molestábamos en hacer bolas de nieve para lanzárnoslas, sino que la cogíamos a montones del suelo y las lanzábamos.

Rodamos por la nieve, descontrolados e hiperactivos, y cuando nos cansamos nos fuimos al jardín de los ex vecinos, donde la nieve seguía fresca e inalterada. Continuamos con la guerra y las risas. A pesar del frío teníamos muchísimo calor.

Entonces, de pronto, empecé a sentirme mal.

Me costaba tragar saliva y caí de rodillas al suelo. El resplandor de la nieve me cegaba y empezaba a costarme respirar. El suelo parecía tambalearse bajo mis pies.

¿Qué me estaba pasando?

DEREK HALE, el peludo (Sterek) -TERMINADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora