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Solté una exclamación de horror. Mi mano voló hacia la frente. Estaba seguro de que me había vuelto a crecer ese repugnante pelo negro.

Ahora Martin y Isaac sabían mi secreto. Los dos lo habían visto. Habían visto que me estaba convirtiendo en un monstruo peludo.

Me temblaba la mano cuando la pasé por la frente y noté su suavidad. ¿Suavidad? ¡Tenía la frente limpia! ¡Carente de pelos!

—Está ahí—me indicó Lydia.

Corrí al baño para mirarme en el espejo. Descubrí una mancha naranja casi en la sien derecha.

—¡Es salsa de tomate!—protesté—. Me habré manchado mientras cenaba.

Me la limpié. Temblaba bastante. Me había dado un susto de muerte. ¡Y todo por culpa de una maldita salsa de tomate!

—¿Estás bien, Derek?—me preguntó Martin, que se reflejaba conmigo en el espejo—. No tienes buena cara.
—Estoy bien.
—Pero te noto raro, no sé...

—Es hoy no me he peinado con gomina—le dije—. Quizás por eso me veas raro.

—Es verdad, pero me refería a tu expresión. Pareces enfermo.

—Ni se te ocurra ponerte enfermo, ¿eh?—me advirtió Isaac, bajo el marco de la puerta del baño—. Te necesitamos para mañana.

—Estaré allí—prometí—. No os preocupéis.

●●●

A la tarde siguiente, el auditorio de la universidad estaba abarrotado de gente que venía a ver la batalla musical.

Muy nervioso, permanecí entre bastidores para espiar por una esquina del telón. Todas las luces estaban encendidas y el director estaba en el escenario con los brazos en alto para pedir silencio.

A mis espaldas, Jackson y su grupo afinaban los instrumentos y ajustaban el volumen a los amplificadores para asegurarse de que sonaban a unos decibelios aceptables. Jackson iba vestido con una camisa de botones negra, unos vaqueros oscuros y una corbata roja sobre el pecho. Me vio mirándole y me lanzó una sonrisa presuntuosa. Me di cuenta al momento de que el resto de miembros de la banda se había puesto el mismo uniforme.

Caí en la cuenta de que Los Lobos no llevábamos ninguna vestimenta en especial para la ocasión, y pensé en que debimos haber cuidado mejor ese detalle.

Los tres íbamos vestidos con sudaderas y vaqueros normales, los mismos que usábamos normalmente para ir a la universidad.

Me di la vuelta para mirar el nuevo sintetizador de Jackson. Era larguísimo y tenía mil botones y diales. Puestos a comparar, el pedal multiefectos de Lydia era un jodido juguete.

—Es fantástico, ¿verdad?—me gritó él con su sonrisa habitual—. Oye, Derek. Cuando ganemos el concurso... si quieres te firmaré un autógrafo.

Soltó una carcajada y el resto de componentes se sumó a las risas. Apreté los puños, y Lydia me sujetó para prevenir alguna desgracia.

—Aguanta, tío—me dijo en voz baja—. No te metas en problemas. Ya responderemos en el escenario.
—Estamos perdidos—dije con desconsuelo.

—Una actitud muy positiva, Derek—replicó Isaac con sarcasmo.
—Ojalá se fundan todos los cables del sintetizador de Jackson—deseé—. Sería la única forma de ganar.

—No pueden ser tan buenos—afirmó Martin.

Estaba muy equivocada.

Se apagaron las luces del auditorio. Corrieron el telón, y Whittemore y Los Chungos aparecieron iluminados por los reflectores rojos y azules. La primera pieza fue Umbrella, pero interpretada por McFly, que sonaba más potente, con acompañamiento de guitarra eléctrica y de una batería bastante rítmica.

DEREK HALE, el peludo (Sterek) -TERMINADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora