Capitulo 6

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Jingle Bells, Jingle Bells, Jingle Bells rock.
La misma canción una y otra vez pero en versión remix. Era la única canción que Arnaldo reproducía en la casa. La canción de tragedia navideña, esa se escuchaba en el cuarto de mis padres en la noche a todo volumen, cuando mi padre llenaba de dulces la calceta de mi madre.
Angie me visitó en varias ocasiones, pues Jordan hablaba mucho del niño nuevo y como se convirtió en uno de sus 2 mejores amigos en poco tiempo, y Angie quería conocerme, incluso nos hicimos amigos, si tenía algún problema de índole económica, Angie podría ayudarme.
En Noche Buena, los chicos del vecindario cantamos villancicos en las casas que nos abrían la puerta.
Al finalizar la jornada fuimos al casino a tomar un par de copas.
Mientras todos estaban distraídos, me dirigí al sótano, para revisar si hay cámaras de seguridad en el callejón y si hay, buscar la grabación del día de su muerte. 24 de septiembre
El día de inicio de clases, no se realizó la fiesta, fue una semana y cuantos días después, lamento no aclarar eso en esta historia pero ya está aclarado.
Mientras buscaba en el monitor, di con la fecha pero lo único que estaba en la cinta, fue el momento en que interceptaron a Jordan, y reconocí una cara, mi viejo amigo, Isaías. Pero, ¿por qué él asesinó a Jordan?, ah, y sorpresa, mientras revisaba los cajones, encontré el teléfono perdido de nuestro querido amigo, y una gran coincidencia, una memoria USB, rotulada con el número 24.
Borré lo que las cámaras habían grabado de la noche y las apagué como estrategia. Subí rápidamente y me dirigí al baño y pues, Alberto estaba besándose con su hermana:

-Vaya, Vaya, ¿cometiendo incesto?, por favor, no tengan sexo o se pudrirán en el infierno.- y ambos salieron riéndose al terminar mi ironía.

Cuando salí del baño, disimulando que estaba ahí, vi a Moises bajar al sótano, a la sala de control, tomé a mis vecinos de la mano y salimos corriendo del lugar, de todos modos no habría evidencia que entré ahí y recuperé y robé evidencia de un crimen atroz.
Subimos al automóvil, y llegamos a casa en menos de 5 minutos. Mientras conducía, puse la radio y pues, la canción de tragedia navideña estaba en la emisora, y exactamente combinaba con la ocasión, me dio risa por cierto. cuando llegue a casa, subí rápidamente a mi habitación, encendí la computadora y conecté la memoria USB, y reproduje la tragedia, Angie tenía que estar ahí, Nicolás también.
Puse a cargar el teléfono de Jordan, y una vez cargado, lo conecté a mi computadora, logré acceder a sus aplicaciones y empecé a revisarlas, una por una. Encontré varios correos de confirmación de negocios de sus padre, mensajes acerca de ellos igual.
Entré a sus mensajes y ahí estaba, Moises:

Moises: ¿hablaste con tus padres?
Jordan: Aún no, luego hablaré con ellos.
Moises: las cajas de las botellas serán llevadas al almacén del casino.
Jordan: ¿que hay en esas botellas?
Moises: no te lo diré, eso no te conviene saberlo.
Jordan: está bien, no seguiré insistiendo.

Luego ingresé a un correo que se le fue enviado y pues, las botellas, contenían el cloroformo, y otras contenían cocaína líquida.
El chico siguió indagando y pues, eso fue lo que descubrió, y coincidiendo con el correo, fue horas antes de la fiesta.
En el registro de llamadas, Jordan hizo varias al teléfono de Moises al parecer minutos antes de partir, contestó la última llamada que Jordan hizo antes de partir, antes de morir. Ahora, viendo la grabación, Jordan enfrentó a Isaías, uno de los enmascarados ataca a Jordan por detrás con una inyección y es donde comienzan sus últimos momentos de vida.
Al terminar la fiesta de los enmascarados, uno de ellos lanza la máscara bajo el basurero, la máscara que encontré y pues, no logré ver su cara. Solo reconocí a Isaías.

Llamé a Nicolás y le expliqué las cosas y se le mostré las evidencias. Comenzó a llorar mientras comenzaba a reproducirse el vídeo, y me abrazó buscando consuelo.

Jordan había descubierto que Moises e Isaías, intentaban hacer del negocio, un  almacén de drogas disfrazado de un hermoso casino. Viendo otro correo, leí que el papá de Jordan cedió las escrituras del lugar a mis "amigos".

Nicolás se quedó a cenar, platicamos con mis padres y Arnaldo haciendo sus chistes del tiempo cuando estuvo en el hospital, no había visto a Nicolás tan sonriente desde que murió nuestro amigo. Al terminar la cena, ambos subimos a mi habitación, encendimos la televisión y vimos un maratón de películas navideñas.
Al llegar las 2:00am, le dije:

-deberíamos dormir ya, hoy  será un día nuevo.
-Deberíamos descansar.- respondió. Un momento de silencio, y dijimos al mismo tiempo: -Neeel-. Y reímos, vi fijamente sus ojos negros mientras tomaba su mano blanca y suave, su sonrisa, con labios rosados y bonitos, una sonrisa en la que ambos perdimos la mirada al ver nuestras manos juntas. Me vio fijamente otra vez y me dijo:
-Gracias.
Y comenzó a besarme lentamente, podía sentir el aroma a frutas tropicales de su piel. Me acosté y se subió encima de mi y seguimos besándonos con delicadeza. Acariciaba su suave y marcado abdomen mientras él besaba mi cuello. Y luego de varios minutos, hicimos que lo tuvimos que hacer, nos dejamos llevar por la lujuria y algunos sentimientos encontrados de la noche. Cuando terminamos, quedamos desnudos sobre la cama, tapados por una cobija, nos vimos fijamente, su mano acariciaba mi rostro y lo besé, quería que ese instante fuese eterno, me sentía por fin seguro, protegido, querido. Cerré lentamente mis ojos y mientras la oscuridad venía a mi vista mientras cerraba mis párpados, vi a Jordan, sus músculos, sus ojos azules, su cabello castaño, parecido al color de la miel, y su gran aroma entrando a través de mi nariz. Al abrir los ojos, estaba viendo el mismo punto de mi habitación en el cual había visto a Jordan en mi sueño, el sol atravesaba la ventana, di la vuelta para ver a Nicolás y estaba despierto:

Nicolás: Buenos días mi niño.
Yo: buenos días Guapo.

Y nos dimos un cálido beso de buenos días, quería despertar así cada mañana, con un beso de la persona indicada.

Nos bañamos, arreglamos la habitación, bajamos por el desayuno e íbamos listos a la estación de policía a dejar la evidencia.
El hermoso 25 de diciembre.
Yo conducía el automóvil, 2 cuadras antes de llegar a la estación, fuimos interceptados por una camioneta azul, nos subieron a la fuerza unos chicos con máscaras de murciélagos, y en ese instante supe, buscaban las evidencias y deshacerse de quienes la vieron.

Y de una hermosa noche memorial, el tiempo nos llevó a la parte oscura del resto de la semana.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora