Capítulo 18

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Despertaba muchas veces gritando en medio de la oscuridad, aterrado, sudando en medio del aire frío que invadía el recinto en aquellos meses de septiembre. Tenía esas mismas imágenes navegando en mi mente una y otra vez, y sus nombres no dejaban de ser pronunciados por mi inconsciente.
Mientras caminaba por los pasillos de la universidad podía sentir como todos me miraban y podía escuchar lo que sus sombras decían, les daba lástima, era un raro, era un valiente, era muchas cosas, pero lo que nunca llegué a ser fue un héroe; no salvé a nadie, solo hice que se apartaran de mí aunque les dolería. En mi presencia murieron Isaías, Angie, Moisés, Isaac, Jordan, las personas de aquella fiesta y los que fallecieron luego del bombardeo al instituto; no salvé a absolutamente nadie, los que sobrevivieron fue por que tienen instinto de supervivencia y otros por que fueron alejados de mi.
Mi vida seguía totalmente normal, con ausencia y un tipo dramático de depresión. En una tarde de septiembre de mi segundo año, había despertado a lado de Ruth, como lo hacía desde que comenzamos la universidad.
-Oye, se te hará tarde si sigues desactivando las alarmas.- le dije a Ruth mientras yo me vestía listo para mi rutina de todos los días, le di un beso de despedida. Sabía que había algo malo con Ruth, ya no era tan cariñosa conmigo como lo era antes, seguíamos teniendo sexo pero al terminar era como si fuéramos dos completos desconocidos en la cama.

Esa mañana, me dirigí a mi 3er día de clase en el laboratorio de producción de audio y vídeo.
-Buenos días chicos.- Dijo el docente.- el día de hoy me place presentarles a Sebastián Rodríguez, será el nuevo integrante de esta clase.

Cuando lo vi fue como el momento de una película en el que el protagonista mira y se enamora a primer vista del chico nuevo pero, había algo raro en él y podía sentirlo. A través de sus ojos heterocromos podía ver como algo en su interior gritaba con desesperación. No dejaba de acariciarse su cabello laceo y brillante y su piel resplandecía con la luz. Vestía un chaqueta amarilla, unos zapatos cuadriculados y blue jeans demasiado ajustados.
No dejaba de mover su pierna como si estuviese nervioso por algo.
-deja de hacer eso, me estresas.- le dijo Raquel, la más "inteligente del salón", no vale la pena describirla por ahora, no es tan relevante en esta parte.
Y el chico dejó de mover la pierna y me vio y yo desvié la mirada hacía el proyector.

Esa misma semana me reuní con Alberto y Adriana en el campus, extrañaba pasar tiempo con esos idiotas, aunque estábamos en la misma universidad, estábamos en facultades distintas. Fuimos a aprovechar los descuentos del nuevo Black's Burger del lugar. Demonios, como extrañaba el sabor y la esencia de aquellas calles de la ciudad de las luces.
Cuando llegamos a casa, Ruth se estaba tocando en live chat con alguien más, no vi el rostro ni reconocí la voz.
-Pensé que vendrías más tarde.
-No, ¿con quién estabas?
-Con un d desconocido, no te preocupes, no hay sentimientos de por medio.
-Buena esa.
-¿no me crees?
-No dije eso.
-Siempre es lo mismo contigo Javier. Adri, ¿puedo irme contigo?
-Pero.... - dijo Adriana.
-Listo, arreglaré maletas..- respondió Ruth.

Empezó a empacar y al cabo de una hora se fue del apartamento y quedé solo, otra vez, pero me sentía más cómodo, había más espacio para mi, podía comer lo que yo quisiera, mantener el orden de mi apartamento y limpio. No digo que la presencia de Ruth me perturbaba, solo que era bueno darnos nuestro espacio por un tiempo, las cosas estaban raras.

2 días después, la fraternidad KAPPA DELTA PI organizó la mejor fiesta del campus en el año. Fuegos artificiales, variedad de comida, música, buenos Dj's, los mejores tragos y no baratos, y la compañía de mis amigos era la mejor parte de la fiesta. Y estábamos ahí, Ruth, Adriana y Alberto, tomé a Ruth de la mano y la llevé al segundo piso de la casa:
- ¿por qué te fuiste del apartamento?
-Javi, me gustas enserio pero estamos jóvenes para vivir juntos y necesitamos nuestro espacio y algunas libertades.
-¿estamos terminando?
- Te estoy proponiendo ser amigos con derecho.

Me tomó de la mano y me llevó al baño baño más cercano. Nos metimos, cerró la puerta y me puso contra la pared, comenzó a acariciarme el pene mientrasr me besaba como loca, desabrochó mi pantalón y le quité la camiseta y el sostén; no había sentido tanta intensidad en un oral como aquella noche con Ruth, la puse contra la pared y comencé a acariciarla. Tocaban la puerta pidiendo que saliéramos pero ella no dejaba de gritar "DÉJANOS EN PAZ IMBECIL".
Ambos tuvimos un momento agradable, bueno, más de uno y esa fue una de mis mayores experiencias.
Cuando salimos, Alberto estaba riendo y aplaudiendo como un desquiciado. Bebimos, bailamos, comimos y jugamos los típicos juegos de mesa.

Tipo 1:00am, comenzó a llover caudalosamente. Me dirigía a mi apartamento cuando reconocí a Sebastián llorando en la entrada del edificio:
-Entra, te vas a enfermar.- le di mi chaqueta para que se calentara y entramos a mi apartamento.
-¿qué hacías ahí afuera y a estas horas?
-Ya no quiero estar ahí.- me abrazó y no dejaba de llorar.
-Cálmate, ¿si?.- le dije mientras acariciaba su espalda.
El chico estaba tan triste, se sentía tan solo, había estallado en llanto conmigo e incluso lloré con él.
Le ofrecí un vaso de leche caliente y ropa para que se calentara.

-¿ya me dirás que te pasó?
- mi compañero de apartamento es lo peor, rasgó toda mi ropa sin motivo alguno y tengo miedo que haya dañado mis otras cosas.
-¿Cómo se llama?
-Eddie.

Y lo recordé, el mismo Eddie que había ayudado a Ruth, el Eddie que perdió 2 de sus hermanos que murieron en el quirófano, intentando extraerles más de 3 balas del tiroteo que aquella fiesta.

-Iremos mañana por tus cosas y te puedes quedar aquí el tiempo que quieras.
-Gracias Javier.- y me abrazó.

Fuimos a dormir y al día siguiente tocamos la puerta de su apartamento:

-Hola Eddie
-¿Javier?.- dijo sorprendido y me abrazó, le debió agradar ver una cara familiar supongo.
-¿cómo has estado?
-Extraño a mis hermanos Javi.- dijo y me abrazó y sus ojos se pusieron húmedos. Y platicamos demasiado sobre nuestras vidas en la universidad y nuestros amigos y le expliqué la situación de Sebastián:
-No hay problema, no tienes que pedir permiso, son sus cosas y creo que necesito mi espacio para estar solo.- alguien más ocupaba espacio, le di mi número y le dije que si ocupaba hablar conmigo que me llamara cuando quisiera, e incluso podíamos salir juntos.
Me fui del apartamento y me dirigí al mío. Al llegar ahí, Sebastián estaba cocinando:
-¿Qué haces?.- dije
-Disculpa, disculpa, no quería abusar de tu confianza pero tenía hambre. Gracias por traerme mis cosas.- me abrazó muy fuerte.

-No te preocupes, huele delicioso.- y me reí.- ¿con que sabes cocinar?
-Aprendí con mi papá, es Chef.
-Eso es genial, quiero probar lo que cocinaste.
Sirvió la comida y estaba realmente exquisita. Tenía la mano sobre la mesa y él puso la suya sobre la mía.
-Te están llamando.- dijo mientras mi celular vibraba. Era un número desconocido, contesté y saludé pero no recibí ninguna respuesta, solo pude escuchar la respiración de la persona al otro lado del teléfono.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora