Capitulo 24

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Siempre es fácil pensar en lo que queremos ser cuando crezcamos, pero ¿tomaremos las decisiones correctas?.
Tal vez si, pero también pensemos en quienes estarán ahí para impedir que alcancemos el éxito y logremos prosperar. Cuando era niño, aún recuerdo a varios chicos de mi salón burlarse de mi por ser malo en computación y ahora mírenme, soy uno  de los animadores digitales más importantes de la ciudad, pero antes de llegar a donde estoy, hubo un largo camino, muchos obstáculos y esta historia aún no tiene su fin.
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¿Por qué Nicolás me ayudaría de tal forma si ya no siente nada por mi? Y para colmo, cupcakes ¿enserio?, patético.
A la mañana siguiente reuní a mis amigos, Ruth, Adriana, Alberto, Sebastián,  y Diego.
-Esperen, hace falta alguien.- dijo Diego.
-¿Quién?
Y fue en ese momento cuando mi vida se alegró al ver a Giselle, con trasero y pechos nuevos, totalmente remodelada y muy diferente a la Giselle de la secundaria, aunque habían pasado tan solo 2 casi, casi 3.

- Lastimosamente no tenemos tiempo para hablar ahorita, ahí platicaremos en el camino, mientras tanto hablaremos sobre el plan que será ejecutado en las próximas 5 horas, ¿entendido?

-ENTENDIDO.

-Bueno, la prisión cuenta con un sistema de seguridad, el cual puede ser hackeado desde esta computadora. Alberto y Giselle se conectarán a la red wi-fi y desde ahí desactivarán absolutamente todo, cámaras, seguros, puertas y incluso celdas, cuando las celdas se abran el interior será un caos y ahí es donde entraremos Diego y Yo, abriremos el edificio y sacaremos a Eddie, pero antes nos vestiremos de prisioneros para camuflarnos entre el caos, obviamente todos contaremos con armas para defendernos, entonces una vez salgamos una camioneta blindada nos estará esperando para huir de la ciudad. ¿Todo claro?
-CLARO.
Nadie hizo preguntas algunas, nadie pensó en las consecuencias y sorpresas son las que nos toparíamos en la prisión de máxima seguridad.

Retomamos una vieja tradición, fuimos a Black's Burger, habían innovado totalmente en las carnes de las hamburguesas, podíamos ahora hacer mix de carnes, aunque podríamos tener problemas estomacales pero estábamos seguros que valdría totalmente la pena, esa era la última noche con mis amigos, la última noche en la que sonreiríamos en mucho tiempo, intentaba disfrutar del tiempo con ellos, sus chistes, sus anécdotas y recordar todo lo bueno que pasamos juntos, ¿saben lo mejor?, podía sentir que traíamos a la vida a todos aquellos que murieron y eran importantes para mi, mientras ellos reían a carcajadas podía sentir a Jordan susurrarme en el oído diciendo: "todo estará bien", aunque no sería cierto me calmaba y hacía que fuera optimista y perseverante, extrañaba a Mónica y de alguna manera a los monstruos de mis papás, estaba seguro que me amaban de una forma muy rara, pero ellos me amaban.

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-DESPIERTA QUE YA ES TARDE!.- escuché gritar a Adriana, desperté de un salto, tomé una corta ducha de unos 3 minutos, bajamos del edificio, subimos al camión blindado y nos encaminamos directo a la misión, rescatar a Eddie. Mientras íbamos en camino, no dejábamos de rezar o hacer chistes para poder relajarnos y olvidar los nervios. Unos 30 minutos en carretera y por fin llegamos al gran complejo. Entramos a la primera zona de la prisión, que es donde los automóviles se estacionaban y es la zona donde se encontraban los circuitos de seguridad del complejo carcelero.
Disfrazados de policías, Alberto y Giselle se dirigieron hacia los controles, conectaron 3 cables USB a las entradas del mando de seguridad, 5 minutos después, la entrada había sido abierta, y no solo eso, las celdas también y en pleno caos, era nuestro momento de entrar. Podíamos escuchar los gritos de las personas, los puñetazos, los disparos de los policías, era un poco aterrador pensar lo que nos podría pasar. Diego y yo corrimos hacia el patio, con un descodificador de contraseñas logramos acceder al edificio que nos importaba, tocamos puerta por puerta hasta encontrar a Eddie:
-ESTÁN AQUÍ.- dijo con mucha alegría y lágrimas recorriendo su rostro.
-Ya terminó todo, vámonos.- dijo Diego mientras abría a puerta.
-CUIDADO.- grité anunciando 2 presos que se dirigían a nosotros, saqué la pistola y les disparé. Intentamos salir corriendo del patio pero unos cuantos oficiales comenzaron a dispararnos y no teníamos más opción que defendernos, disparos, disparos, y más disparos, las balas atravesaban a los presos que cruzaban en medio del tiroteo, y a los oficiales quienes eran nuestros objetivos principales. En cuestión de minutos nuestro plan cayó, lograron desactivar la computadora y el sistema de seguridad se recuperó, las puertas y celdas cerraron inmediatamente, podíamos ver a los presos asustados, retorciéndose de dolor en suelo, otros lograros escapar y otros lastimosamente murieron en su intento de recuperar la libertad que se les fue arrebatada.
-¡TENGO MIEDO!.- dijo Eddie, intentábamos defendernos con lo que teníamos hasta que nos quedamos sin municiones.
-Hasta aquí llegamos.- dijo Diego, pero escuchamos una gran explosión, uno de los edificios se convirtió en escombros en cuestión de segundos:
-VAMOS.- escuché gritar a una mujer, y era nada más y nada menos que la Will y Edith al rescate.
-¿pensaron que los dejaría aquí? No, la caballería ha llegado.- dijeron mientras corríamos y los oficiales corrían detrás de nosotros. Objetivo Principal: sacar a Eddie, cumplido; faltaba 1 paso, huir de la ciudad.
Nos subimos a la camioneta blindada mientras que Will y Edith nos resguardaban desde otro vehículo, tiraban granadas, disparaban y todo por defendernos. Los policías que nos seguían sacaron un rifle, apuntaron a las llantas del vehículo y comenzaron a rodar, el vehículo daba vueltas vueltas y vueltas, el cuerpo sin vida de Will yacía en el interior, nos detuvimos para auxiliar:
-VETEEE.- dijo Edith mientras se arrastraba intentando salir del vehículo, el cual explotó. Mientras más nos alejábamos, sentía que me acercaba más a la explosión, no pude hacer absolutamente nada por quienes lo hicieron todo por mi, nada.

Teníamos más de 20 llamadas perdidas de Celia, cuando por fin Adriana contestó la llamada, Celia se encontraba totalmente aterrada y acompañada con Enrique:
-NO DEBIMOS SALIR, NO SÉ CÓMO CONTROLAR SUS CONVULSIONES.- repetía una y otra vez llorando. Perdimos el control.
Había perdido lo que más amaba, perdí a mi pareja, a mis padres y no hice absolutamente nada por ellos, fui egoísta y solo pensaba en mi, o así me sentía, pero quería ayudar a Enrique, tomé el volante de la camioneta y me dirigí a toda velocidad con dirección al campus. Más sorpresas aguardaban y más sentimientos por dar a conocer, todo había cambiado desde el preciso instante que causamos el caos en prisión, no solo en la ciudad, también en nuestras vida.

Cuando llegamos al campus, corrimos a auxiliar a Enrique y le dimos un médicamente anti convulsivo para mantenerlo bajo control mientras llegábamos al hospital:

-¿por qué está así?.- Preguntó Giselle
- Salió solo por 5 minutos, cuando regresó no dejaba de repetir que llevaba puesta una capa y una máscara de un murciélago, supongo que le recordó al centro de rehabilitación..- Respondió Celia.
-Pero, ¿a quién vio?
- No lo sé.

Mientras tanto yo, tenía un asunto pendiente con Nicolás, estaba a punto de explotar.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora