Capítulo 20

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Una noche con olor a plomo.
Así describiría ese sábado por la noche. Llevábamos un fugitivo de la ley con nosotros.
Un día sábado del mes de octubre, conducíamos a través de la carretera cuyos alrededores estaban repletos con pinos cuyas hojas en forma de aguja color verde crecían enconadas en esos grandes árboles abundantes en Centroamérica, pero antes de eso, comencemos a relatar desde el miércoles por la tarde.

Estaba sentando en el área verde, viendo cómo las hojas café de los árboles caían por el efecto del otoño, veía a las personas pasar y comenzaba a analizar sus personalidades y al emplear contacto fijo, intentar descifrar sus conflictos personales, vi a lo lejos una cara familiar, me levanté y me dirigí con dirección a esa persona, toqué su espalda:
-¡Sorpresa!
-¡JAVIER!.- dijo Enrique y me abrazó muy fuerte.- ¿como has estado Javi?
-Súper bien, se nota que tú también has estado bien jajaja.- dije dándole una nalgada.
-Si, he ido al gimnasio como parte de mi rutina para mejor mi salud.

Y hablamos por un largo rato y me sentí feliz, él estaba feliz, había dejado su pasada atrás, claro, no olvidado pero aprendió a cómo sobrellevarlo y cómo ser feliz con ello, habíamos comenzado desde cero, habíamos reiniciado nuestras vidas cuando llegamos a la universidad y estábamos totalmente felices, siempre tendríamos nuestros problemas obviamente, pero quien diría que esos problemas nos consumirían otra vez.
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Cuando llegué a mi apartamento, Sebastián se acercó a mí y me dijo:
-Busqué en internet lo que pasó, tu historia y eso me llevó a los incidentes pasados de la ciudad, has pasado una vida complicada y lo has sobrellevado bien como todo bien sobreviviente y ahora eres un ídolo a seguir, ¿por qué hizo lo que hizo tu hermana?.-

-Algún día, cuando tú humanidad empiece a desvanecerse entenderás.- dije mientras me levantaba con dirección al baño. Me encerré y comencé a caminar en círculos, agarré mi cabeza con desesperación y miedo y comencé a golpear la pared, abrí la puerta y me dirigí hacia Sebastián:

-CÁLMATE, no quise ofenderte.- dijo con miedo y podía percibirlo en su mirada.

Lo agarré de la cintura y comencé a besarlo con mucha pasión y en cuestión de segundos tomó mi ritmo y nuestras manos rozaban nuestras pieles con velocidad y desesperación, lo lancé a la cama y me enrolló con sus piernas, me quitó la camiseta y luego desabroché mi pantalón, luego se subió encima de mí  y seguimos besándonos,fue una de las experiencias más salvajes de la universidad. Casi 1 hora y 30 minutos después, terminamos, tomé un vaso de vino añejo para relajarme y él me dio besos cariñosos en el abdomen bajo sábanas.

Ese día, a las 5:20pm, recibimos un afiche de la fraternidad Kappa Delta Pi, el día viernes ( la fiesta antes de la semana previa a exámenes ).

A la mañana siguiente, en clase de Animación I, Raquel y yo comenzamos a hablar sobre su vida, ella sabía varias cosas de la mía y no era justo  que yo no supiera nada de ella así que comenzamos a entablar una interesante conversación y lo siguiente aprendí: Su papá llevó los casos De Francisco, el chico de la ciudad de las rosas cuya vida era una pesadilla, y pues ella estaba cansada que su padre solo le dedicara tiempo a su trabajo, estudiando el caso aún estando ya totalmente finalizado, y así llegó a la universidad de la otra ciudad. Su familia practica la religión protestante desde hace mucho tiempo y mis papás adoptivos y todas las tendencias, eran muy renombradas en los exteriores de la ciudad, pues claro, obtuvieron logros que otras personas no pudieron obtener, eran modelos a seguir. Ella tenía muchas aventuras con su mamá antes de comenzar a estudiar una carrera, y luego su madre y su padre se divorciaron y su mamá se casó con un pastor y sus creencias religiosas aumentaron y eso la sofocó; eso fue lo que contó, pues lo suficiente para conocerla. Era perteneciente a la iglesia mormona.
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Esa noche, varias personas se comportaron raro antes de la fiesta, varios grabando por teléfono, viendo a los demás mientras escribían, era como si los supervisaran en cada movimiento que hacían y eso daba escalofríos.
Faltaban 2 horas para la fiesta cuando comencé a llamarle a Eddie para verificar su asistencia, me hubiese gustado que fuera pero no lo hizo; llamé y una y otra vez y las llamadas me mandaban al buzón de voz, sus compañeros de clase no lo habían visto durante el día y nadie lo vio salir o entrar de su habitación.

-¿a quién le insistes tanto?.- dijo Alberto, quien estaba sentado junto a mí jugando videojuegos.

- A Eddie, me preocupa su paradero.- me levanté y me dirigí al refrigerador para tomar jugo de naranja.
Salió Adriana del baño y dijo:
-Vámonos Perras!
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Cuando llegamos, las luces nos cegaron y solo podíamos las siluetas de las personas bailar al compás de la música, se sentía el vapor que emanaba de los cuerpos moviéndose con ritmo; en el centro del salón estaban varios bailando en ropa interior, sacudían sus cabezas, se mordían los labios, hacían twerking, y se acercan a nosotros con tal seducción, una chica se acercó a mí y comenzó a bailar muy pegada a mi cuerpo e incluso lamió mis labios y luego regreso al centro del salón.  

Unos 20 o 30 minutos después, pude percatarme cómo comenzaron a colocar varios reflectores en los balcones, los encendieron y comenzaron a iluminar aleatoriamente a varias personas, no a todas, Adriana, Ruth y yo fuimos iluminados, luego vi como 2 personas intentaban salir del lugar, eran Celia y Enrique, fui hacia ellos:

-¿por qué se van?
- Enrique necesita tomar sus medicamentos, tantas drogas, sus órganos no funcionan tan bien como antes.
- Espero todo salga bien.
-Tú también deberías irte, y tus amigos contigo.
- ¿por qué?
- Solo háganme caso.

Vi como partían con dirección desconocida, lejos de la casa.
Cuando volví a entrar, estaban contando en cuenta regresiva para lanzar fuegos artificiales, pero cuando llegaron a 3, apareció Eddie, con una escopeta y una pistola de bengalas, comenzó a disparar sin dirección alguna y las personas salieron corriendo, otras se desangraban, otras ardían en llamas, entre el caos, Sebastián se cayó y fue pisoteado, lo levanté, me dirigí a Eddie, lo empujé, cayó y sus armas cayeron un poco lejos de él, le di un puñetazo y dije:

-¿ESTÁS LOCO? VÁMONOS DE AQUÍ ANTES QUE VENGA LA POLICIA.

Salimos corriendo y subimos al automóvil, podía escuchar las sirenas de las patrullas como signo que iban detrás de nosotros, comenzaron a dispararnos y nosotros a tirarles la basura y cosas inservibles que teníamos adentro y lastimosamente lanzaron de tablet, eso si me dolió.
Sin querer llegamos a la famosa Ciudad de las Rosas, estábamos en la ciudad de los crímenes más atroces de toda la nación, Francisco aún vivía ahí, vivía con lo que le quedaba de su familia a una edad antes de los 60 años, él sufrió por una gran larga parte de su hermosa vida.

Cuando regresamos el día sábado por la noche a la ciudad de las Luces, en pleno trayecto, fuimos interceptados por una camioneta, se bajaron 6 personas armadas, nos apuntaron, bajamos del auto móvil a Ruth, Adriana, Eddie y a mí, ¿por qué solo nosotros?, me preguntaba mientras recorríamos el largo trayecto de tiempo desconocido.

Cuando llegamos, escuché cómo cerraban varias puertas mediante avanzábamos dentro de un gran complejo, nos detuvieron en una enorme habitación, nos quitaron las capuchas, y no éramos los únicos, éramos alrededor de 25 personas ahí dentro, habían varios candelabros y varias velas encendidas, frente a nosotros habían un hombre sentado con la cabeza hacia abajo, cuando la levantó dijo:

-Bienvenidos al Gran Imperio, espero disfruten su estadía aquí mientras vivan.

Era Nicolás.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora