23._ ❘ ❘Noticia y pedido/Final❘ ❘

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Los días comenzaron a correr tan rápido que no pudo alcanzarlos, los meses pasaron en un parpadear y los años... uhm, los años, vaya que esos transcurrieron sin que se diera cuenta.

Cuando menos lo pensó eran ya cinco años los que habían pasado. Eran muchos en realidad. La falta, apoyo y comprensión de su familia en estos momentos en que más los necesitaba comenzaba a afectarle. Hacía mucho tiempo que no los veía, para ser exactos desde aquel desastroso día en que las verdades y palabras dolieron más que los golpes.

Un suspiro lleno de nostálgica salió de sus delgados labios. Mirando a la nada y con la cabeza llena de tantos pensamientos no se dio cuenta de la presencia tras su cuerpo.

—¿En qué tanto piensas mi amor? —sus ojos parpaderon tantas veces que sacó una pequeña risita en el rubio.

—¿Cual es el chiste? —preguntó girandose, quedando cara a cara con aquel sexi griego que lo traía vuelto loco. Posó ambas manos en su cuello acercándo aquellos labios a los propios, sonrió cuando los fuertes y ejercitados brazos del mayor lo tomaron de la cintura con fuerza. Con los pechos juntos y los labios rozándose a cada instante el de piel acanelada respondio:

—Ninguno cielo. Solo que cada vez que te encuentro tan pensativo y ajeno a todo y te tomó por sorpresa parpadeas tan rápido que me causa gracia y a la vez ternura —depositó un húmedo beso en la mejilla izquierda del galo—. Ahora quiero que me respondas algo —le miró serio.

—¿Lo que sea? —le sonrió al mismo tiempo que acariciaba la mejilla griega con una de sus manos, y la cual fue tomada por Milo sin llegar a quitarla, solo permaneciendo juntas.

—¿Sientes nostálgica por tu familia cierto? —La alegría que repentinamente había aparecido en el menor se esfumó en un instante. Una mirada cargada de tristeza y abandono fue lo que se vio reflejado en aquellos rubíes. Un suspiro pesado acompañado de un alejamiento le dio la respuesta al de hebras doradas.— ¿Camus? —llamó al ver que nuevamente el pelirrojo huía al tocar aquel tema tan delicado.

Por primera vez después de tantos fracasos por insistir en lo mismo el francés detuvo su camino, quedando a escasos centímetros de subir el primer escalón.

—Mi amor.. ¿Que..?—

Sus palabras fueron cortadas por un cuerpo que prácticamente se estrelló contra el suyo. Unos fuertes y desgarradores sollozos le alertaron pero también lo alegraron. Su pareja necesitaba precisamente eso, un hombro en el cual llorar y desahogarse. Sus brazos envolvieron aquel deligado y frágil cuerpo. Por primera vez desde aquel día Camus lloraba, aquellas lágrimas eran necesarias para dejar todo lo vivido atrás, en el pasado.

Sintió como temblaba. Y odiaban ello, no podía ser cierto que después de tantos años con Saga en la cárcel condenado a cadena perpetúa su sombra continuará persiguiéndolos. Las vibraciones bajaron poco a poco. Finalmente fue Camus quien se separó del heleno, con los ojos irritados y una sonrisa plasmada en los labios habló:

—No lo negaré esta vez, ni dejaré el tema a la deriva.

—Cariño, no hace falta que—

Unos delgados y fríos labios lo callaron. Un beso corto fue lo que recibió.

—Si hace falta. Los extraño, los extraño mucho —las lágrimas surcaron de nuevo sus ojos—; Extraño los abrazos de mamá todos los días, sus palabras de aliento cuando algo me salía mal, sus consejos cuando no sabía que hacer. Los regaños de papá cuando me portaba mal y no quería ayudar a mamá por que estaba cansado. Los tiernos abrazos de mi hermito que... que me hacían ir adelante cuando estaba por rendirme y dejarlo todo.

—Lo siento Camie. Todo es culpa mía, si tan solo yo no...

—No tienes por que hacerte responsable de algo que no tuviste cabida. Aquí el único culpable de todo fue Saga, y pensar que aún me duele. Confíe en él, le entregué mi amistad, mi corazón y mi cuerpo, y él simplemente no...

—Calma mi amor —lo abrazó.

—Tienes razón. Me hará daño —sonrió.

—Exacto. No debes dejar que ese imbécil te afecte aún —acarició sus espalda con cariño.

—Lo sé. Gracias por estar a mi lado y aguantarme todo éste tiempo —besó sus labios de manera fugaz.

—No es nada mi vida. Sabes que te amo.

—Pero yo te amo más —susurró en el oído de su pareja. Esta rió ante lo dicho.

—Mmm —comenzó a lamer y besar aquel blanco cuello que tanto le gustaba— ¿Qué te parece si arreglamos esto mejor en la cama eh? —apretó una de las nalgas del más bajo, quien solo atinó a soltar un largo gemido.

—Me parece... perfecto —sin más ambos comenzaron a besarse con ganas.

El deseo que sentían el uno por el otro necesitaba ser demostrado, pero sobre todo saciado.

A paso veloz ambos llegaron a aquella habitación que había sido testigo de sus más pasionales entregas, y esa noche no sería la exención.



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A la mañana siguiente con el sol asomándose por las cortinas de seda e iluminando la espalda desnuda del pelirrojo despertaron.

—Bueno días mi amor —saludó el griego besando la cabellera escarlata de su novio, al mismo tiempo que le acariciaba la espalda.

—Buenos días mi vida —devolvió con una gran sonrisa depositando un beso en los labios de Milo, y el cual fue gustosamente recibido.

El beso se tornó pasional y lascivo. La temperatura de ambos cuerpos comenzó a elevarse. Y sin darse cuanta sus cuerpos se reclamaron una vez más, con un Camus debajo con las piernas abiertas recibiendo con gusto las estocadas del rubio y la cabeza echada hacía atras producto del placer, gimiendo y mal hablando por que fuera mas rápido, fue el momento que les hizo hablar y soltar lo que hace tiempo querían decir:

«¿Camus, casate conmigo?»

«Estoy embarazado»

Aún que nadie dijo que tenían que hacerlo al mismo tiempo.

Al procesar la información dicha por el contrario se miraron una vez llegado al orgasmo.

Abrieron los ojos de la impresion, y una vez mas atinaron en soltar un:

—¡¡¿Qué?!!




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No se preocupen falta un extra y el epílogo.


Cami

❝Me das Asco❞© CaMilo❇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora