12._ ❘ ❘Me das asco❘ ❘

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Su mirada se paseaba por aquella habitación de paredes blanquecinas, con la vista un poco borrosa, la cabeza dándole interminables vueltas y el cuerpo sin responderle ni un poco, no podía hacer mucho.

Era un secuestro. Eso lo tenía más que claro.

Pero, ¿Por qué a él?, no podía asegurarlo. Solo esperaba recuperar su visión y la movilidad de su cuerpo; Con la mente enfocada en salir lo más rápido de ahí trabajando en su cerebro a mil, buscando una forma de escape.

Soltó un suspiro pesado. La respiración comenzó a acelerársele. Miles de corrientes eléctricas atravesaban su cuerpo, de la cabeza a los pies.

Tenía calor. Y mucho.

Todo a su alrededor comenzó a girar. Lo último que sus ojos acuosos vieron fue una figura masculina, si no se equivocaba, ingresar a la habitación.



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Sus párpados comenzaron a abrirse con lentitud, sentía el cuerpo caliente; Pequeños jadeos salían involuntariamente de su boca, el aire caliente que expulsaba al jadear le quemaba el rostro. Seguramente se encontraba sediento, o eso creía él. Sus pulsaciones se elevaron, y el calor abrazador que su cuerpo experimentaba se elevó.

¿Tenía fiebre? Quizás y sí.

Necesitaba tomar un vaso de agua para calmar su sed. Además de una fría ducha para quitar el calor abrazador que sentía. Cuando por fin abrió los ojos por completo su mirada se posó en aquel ventanal a su lado. Las cortinas de seda se encontraban descorridas dando paso a la luz de la luna llena, la cual brillaba reluciente en lo alto del cielo nocturno. Sentía como si hubiera dormido días enteros, y con aquella hermosa vista en la ventana lo comprobó. Tal vez y solo hubiera pasado un día, tal vez dos, o quizás tres. Si mal no recordaba cuando le raptaron eran casi las cuatro de la mañana, y si durmió un montón entonces lo más probable es que ésta fuera otra noche. Sus padres ¿Qué estarían haciendo?, ¿Lo buscaban?, era obvio. Saga, ¡Oh, su novio! ¿Estaría culpándose por lo acontecido? Lo creía, pero él no estaba a su lado para contradecirlo.

Esa sensación abrazadora había vuelto. Estaba drogado. Lo había aceptado.

Al fin despiertas cariño —la respiración se le cortó al ver el rostro de Dalaras a escasos centímetros del suyo.

M-milo —susurró débilmente.

No podía creerlo. Había sido el rubio culpable de su secuestro, lo había planeado todo. Pero cuál era el motivo.

Oh cariño. —Contuvo la respiración al sentir el cálido aliento del mayor chocar contra la piel sensible de su cuello. Aquel simple acto llenó su cuerpo de llamas ardientes.

Mhg~  —un casi inaudible gemido escapó de su boca. Milo sonrió al escucharle.

Eso mi amor. Gime para mí, solo para mí —acercó sus labios a su accesible cuello, depositando un suave beso en su piel.

A-ah~ —un gemido alto salió de sus finos labios. La sonrisa sancarrona del moreno se hizo notar. Un movimiento de caderas por parte del heleno provocaron que su piel no solo cosquillara, si no que gimiera tan alto, a tal punto de llevar ambas manos a su boca, cubriéndola avergonzado. Otro movimiento, las caderas chocaron nuevamente provocando una exquisita fricción en ambos miembros despiertos— ¡Oh! —Sus manos abandonaron su boca ocasionado que ésta se abriera en una perfecta “O”, su espalda se arqueó lo suficiente permitiendo ocurriera nuevamente el roce entre ambos cuerpos desnudos. Un gruñido escapó de la boca del heleno; Sus pieles se encontraban juntas y totalmente desnudas. Oh, ¿Estaban desnudos? Pero, ¿Cómo? Su cabeza no había previsto ésto, sus ojos no lo habían notado, y su mente lo había ignorado totalmente. Su cuerpo le pedía a gritos el dejarse llevar por aquel chico de cabellera larga, tan brillante como el mismo sol, y tan suave como la seda. Su mano derecha acariciaba con delicadeza la cabellera rubia del contrario ¿En qué momento hizo aquel acto?, no estaba seguro.

Cuando menos lo pensó se encontraba con la cabeza hacía atrás con su acompañante besando y mordiendo su cuello con vehemencia. Sus ojos ligeramente entrecerrados, las pupilas nubladas del placer, su cuerpo con gotas de sudor resbalando del mismo, sus manos acariciándole la espalda al de piel acanelada, las caderas moviéndose al compás de las embestidas y su boca dejando salir aquellos vergonzosos pero placenteros sonidos. Mientras que las lágrimas caían de sus ojos mojando sus mejillas. En un vaivén de caderas acelerado ambos fundían sus cuerpos en uno, el mundo exterior no importaba en aquellos instantes. Solo ellos, nadie más.

Y mientras se movían frenéticamente en la cama, los adolescentes se besaron con ahínco por primera vez, degustando el sabor de los labios ajenos. Y entonces mientras la luna iba bajando y el sol saliendo del horizonte la cruda realidad de sus actos los golpeó a ambos.

—Me das asco. —Fue lo que el pelirrojo escuchó salir de la boca del que anoche fuera su amante en las sábanas blancas que los acobijaron a ambos.

Y las lágrimas llenaron sus ojos, deslizándose sin impedimento alguno por sus pálidas y ligeramente rojizas mejillas, por el frío de la cruda mañana.


Maratón 4/5



Cami.

❝Me das Asco❞© CaMilo❇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora