2._ ❘ ❘Golpes❘ ❘

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Camus se encontraba hecho bolita en un rincón, intentando protegerse de los fuertes golpes propinados por; Aioria, Ángelo y Shura. Junto a sus novias; Marín, Helena y Saori.

—¡¡Aberración!! —gritaba Helena, escupiéndole en la cara.

—¡¡Maldito Maricón!! Mereces esto y más —el castaño le daba fuertes patadas que le hacían quejarse del dolor— ¿Qué? ¿No me digas que te duele? —le tomó con fuerza del cabello y arrojó al suelo con brutalidad.

—¡¡Toma esto!! —Marín le pegó una cachetada, tan fuerte que le rompió el labio.

—Eso te pasa por no ser normal. —El líder del grupo le tendió unas tijeras a su ‘queridisima’ novia.

—Espero que esto te quite esas ideas de ser anormal —sonrió con una macabra sonrisa la peliverde.— Chicas ¡Sujétenlo! —Inmediatamente comenzó a cortar la cabellera rojiza del francés, quien lloraba a más no poder tendido en el suelo, amaba su cabello, lo cuidaba tanto para perderlo así; Su madre había hecho la promesa de no cortárselo nunca, y cada vez que veía su rojizo y largo cabello sus ojos brillaban de emoción, le gustaba trenzarlo todos los días, y él amaba que lo hiciese.

—¡No! ¡Basta! No...por...favor —pedía una y otra vez, pero no parecían querer escucharle.

Su tan amado cabello caía de a montones al sucio suelo, sus lágrimas no paraban de salir de sus bellos ojos.

Solo cerró los ojos, esperando que cuando los abriese aquellos malvados se hubieran ido.


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Horas más tarde

En uno de los cubículos se encontraba Camus, frustrado, sin poder retener su llanto, sintiendose culpable por no poder hacer nada. Secó sus lágrimas con el dorso y decidió salir, cerró la puerta delantera del baño y se miró al espejo. Al solo ver su reflejo quizo morirse; Tenía un ojo morado, el cual comenzaba a inflamarse, cortadas en el cuerpo, su uniforme estaba desgarrado y sucio, el rostro se encontraba moreteado debido a los constantes golpes, la sangre se podía ver claramente, su nariz estaba quebrada, y no paraba de sangrar, seguramente estaba rota, rió. Y sobre todo, su abundante cabello rojizo esparcido por el piso. Lo tomó entre sus manos, extrajo una hoja de su mochila y lo envolvió en ella.

Pudo ver que ahora su pelo le quedaba hasta la nuca, tal y como el de Ángelo, amigo de Milo.

Se mordió los labios, conteniendo el llanto, el sabor metálico en su boca le hizo ver su realidad. Su cuerpo dolía, debía tener costillas rotas.

De su maleta también sacó un maletín. Siempre lo llevaba consigo, esto ya era costumbre. Con una toallita se limpió un poco el rostro, después comenzó a pasar algodón por sus ojos, nariz y boca, le ardía a horrores producto del alcohol. Ahogó un grito. Cogió el uniforme extra, el cual siempre cargaba, se lo puso a duras penas.

Salió caminando a paso lento, adolorido, triste, y sobre todo con un vacío en el alma.


Cami.

❝Me das Asco❞© CaMilo❇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora