CAPÍTULO UNO

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CAPÍTULO UNO

Siendo un día de lo más tormentoso, nadie en su sano juicio hubiese salido con tremenda tormenta, pero me sorprendió encontrar a una joven llorando sin consuelo, alguno, de rodillas en la áspera arena. No sé que me sucedió ese día, pues no me marché o me oculté para no ser visto, es más, me vi tomar una forma de la cual no podría asustar a aquella muchacha, y negándome a mí mismo en su auxilio. No estaba analizando la situación, no podía dejar de pensar en ¿qué hacía allí? - Nadie se acercaba a estos rumbos - Todos creían que estaba siendo custodiado por una entidad oscura desde aquel "accidente" que años atrás se dio en el bosque.

Al encontrarme con ella quise fijarme en sus rasgos, su piel era algo apiñonada, se notaba que estuvo mucho tiempo bajo el sol, sus ojos eran...

¿por qué la veía y no la sacaba de allí? «idiota» pensé; ella al percatarse de mi presencia, se tensó y me observó con una absoluta cara de confusión, aunque podía leer miedo en su mirada. Ella intentó escapar, pero rápidamente con un movimiento la tomé del brazo, creí que comenzaría a luchar por soltarse de mi agarre, pero no fue así, solo se dedicó a observarme bajo la estruendosa tormenta, al instante volteé a ver mi aspecto, pues creí que no lo había cambiado, pues ella veía cada uno de mis movimientos minuciosamente, tuve una extraña sensación, la cual hizo que la soltara; ella se quedó allí parada y cabizbaja, con un gesto le pedí que me acompañara a la cabaña que podía observarse en la lejanía, para que pudiera secarse y descansar de la estrepitosa tormenta, creí que rechazaría mi propuesta al instante, pero asintió ligeramente y me siguió cabizbaja.

Al llegar a las afueras de mi cabaña, la cual solo usaba cuando la marea subía o se me acababan los alimentos, volteé a verla puesto que venía detrás de mí, al ver la expresión de su rostro la encaré tranquilo

- ¿qué sucede?- ella me observó atónita.

- ti-tienes un jardín muy hermoso - me soltó y le dediqué una sonrisa, así tranquilizarla un poco.

- entremos, estás mueres de frío - Al entrar su expresión no cambió, le pedí que aguardara cerca de la chimenea, para que así pueda calentarse.

Me dirigí a una de las habitaciones, armándome de valor, tomé un poco de ropa de mi esposa y se la entregué para que se cambiara la ropa pues temía que pescara un resfriado dado que la suya ya estaba toda empapada por culpa de la tormenta, le mostré donde podía cambiarse cómodamente y proseguí a retirarme de tal habitación.

No lograba comprender mi atípico comportamiento siempre que estaba cerca de un humano lo ahuyentaba, haciendo que este no volviese jamás pero... Con ella fue justamente lo contrario ¿por qué? ¿por qué no la odié desde el momento en que la vio?, ¿será por que era del género femenino? Pero lo que hizo fue por lástima, y esa sensación la cual tenía ¡era realmente incómoda! Odiaba sentirme así.

Luego de un rato, escuché como alguien corría por la cabaña abriendo varias puertas, extrañado, me dirigí a investigar tal acontesimiento.

-¿qué te sucede?- pregunté respirando y tratando de ser paciente

- ¡baño! ¡un baño!- pidió desesperada, al verla, señalé una puerta que estaba a la izquierda, ella corrió y entró como alma que lleva el diablo, me acerqué un poco y la oí vomitar, ¿cuál sería el mal que la atormentaba?

Al cabo de un rato ya tenía un poco de chocolate caliente, el cual, ella aceptó con algo de desconfianza, pero me di cuenta que a leguas se notaba que tenía hambre, así que no lo rechazaría.

Me senté en un pequeño sillón al frente de ella con un poco más de sosiego me detuve a observar con detalle su aspecto, se veía ojerosa, pálida, sus ojos estaban rojos por el llanto, al igual que sus mejillas y su nariz; ahora podía ver bien el color de sus iris, eran de un color miel, eran algo hipnóticos, así que me que quede un rato mirándolos; ella denotaba rigidez y desconfiada, pensé que sería mejor dejarla sola, pues se veía desde una larga distancia como los demonios que la atormentaban.

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Al salir de mi habitación, ella estaba llorando, se tocaba el estómago «¡qué manía tan rara!» Pensé; ella seguía llorando desconsolada así que cuando la escuché me puse en una postura rígida, me arme de valor, y proseguí a preguntarle

-¿qué hacías sola en esa playa así?- señalando su aspecto, no físico, sino emocional.

Ella evadió la mirada, se levantó, y me dio la espalda, vi sus manos empuñadas, todo en ella se volvió rígido armándose de valor para soltar lo que tomaría como secreto de estado, la escuché tomar aire y volteo a verme.

- estaba huyendo, estoy huyendo- dijo con la voz casi entrecortada, la miré absorto, era obvio que no quería decir más, puesto que estaba conteniendo las lágrimas, pero tenía que saber en qué lío se había metido.

-¿huyendo de qué?- dije frunciendo el ceño, ella me puso una expresión de disgusto porque no quería decir más.

-De mi familia...- ¿¡su familia!? Pero que rayos, ¿cómo alguien escaparía de su familia? Al nacer esta es la encargada de tomarnos y brindarnos amor, apoyo,

-¿por qué escapar de tu propia familia?- solté después de unos segundos de confusión.

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Muy bien con esto damos inicio a ésta historia, sé que no es muy largo pero sorry ¿qué les parece? Sus hipótesis, argumentos, reclamos lo que sea haganmelo saber; quiero que sepan que esta historia es una de mis favoritas y espero que también sea de las suyas a lo largo de la historia se resolverán muchas de sus dudas así que no coman ancias y si les gusta no olviden dejar su ⭐
Apoyenme y depende el número de comentarios y votos que me den así trataré de actualizar más seguido :3

Nos leemos luego :)

El sentir del cambio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora