CAPÍTULO VI

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¡Hola gente bella! lo sé tardé mucho en publicar, espero que me perdonen, y dejen su estrellita si les gusta, también quiero que me comenten si les gusta o no. Gracias a todos esos lectores fantasma ¡los amo! 

De antemano perdonen si hay algún error (ya tengo a alguien que me va a ayudar) :3

disfruten el capítulo



Gabriela estaba completamente estática del susto, no sabia que hacer o qué pensar. Philiph cambió su aspecto rápidamente, y Gabriela trastabilló un poco pues se había quedado muda.

-¿te encuentras bien? Te ves pálida - le preguntó con simpleza, ella se alejó de inmediato y lo veía de pies a cabeza.

-tu-tu-tú- le decía exaltada

- ¿yo qué?- la cuestionó con la ceja alzada. Al ver que ella no respondía le dijo- creo que deberías descansar, te ves demasiado pálida, deja lo terminaré yo.

Gabriela asintió algo mareada y le explicó lo que preparaba, se dirijo a la sala aún perturbada y sin querer dijo en voz alta -¿Qué diantres fue eso?- se siguió cuestionando.

Al cabo de rato terminaron de comer en silencio. Philiph solo la observaba y ella estaba hundida en sus pensamientos.Miles de preguntas viajaban en la cabeza de Gabriela ¿cómo es que pasaba eso? ¿Se estaría volviendo loca? Era algo bastante probable ¿cómo podría ser? Era realmente ilógico. Lo más sano sería dejar ese tema por la paz.

PHILIPH

Muchas dudas rondaban en mi cabeza, ya era de noche y no lograba pegar un ojo; pues al fin me quedé en el cuarto que compartía con mi esposa. Demasiados recuerdos, esos que duelen tanto. No hay día que no los extrañe, ya han pasado once años... Me atormento al recordar que no hice nada, que pude estar allí para ayudarlos y no estuve. Habían tantas cosas que quería enseñarles, demasiadas cosas por vivir, no los pude ver crecer, formar una familia, y odio decirlo pero yo y solo yo soy el culpable de su ausencia.

Los recuerdo a todos perfectamente, como si ayer hubiesen estado conmigo, su recuerdo sigue vivo en mi memoria. Eran la luz de mi vida. Ese día tuve que ir al pueblo, me encantaba ir pues habían demasiadas cosas por conocer, además, de unos jardines hermosos, así que trabajaba de jardinero, amaba hacerlo, cuidar de las plantas y ayudarlas a sobresalir día tras día. La mayoría de los humanos no gustan de hacer mi trabajo así que me buscaban a mí y siempre lo hacia con gusto, al finalizar ellos me daban mi paga y servia para llevarles pequeños obsequios a mi familia. Tenía mi propia cosecha en un pequeño invernadero que construí al pasar de los años en ese bosque que me dio y me arrebató lo que más amé; a pesar de lo sucedido lo he mantenido fértil, nunca lo dejo más de dos días solo, me recuerda a mi esposa, ella amaba ese invernadero y en su memoria no lo dejaré morir nunca...

El sentir del cambio [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora