Capítulo siete.

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Me desperté por los rayos del sol que entraban por la ventana, esa luz cegadora me hizo despertar.

Me dirigí al baño, mi rutina de siempre, me vestí muy casual, unos jeans negros, una blusa de tirantes blanca y converse blancos.

Baje a la cocina y para mi sorpresa no estaba ni Benjamín ni Lilly en casa, trate te llamar a mi madre pero se iba a buzón.

Estaba tratando de bajar un plato, este estaba en el estante de arriba, me era imposible alcanzarlo, cuando lo iba a sacar una voz me hizo brincar y dejar caer el plato.

—¡MIRA LO QUE ME HICISTE HACER! —dije un poco alterada.

Mateo solo se reía de mi, estaba roja como un tomate de la furia que tenía.

—La próxima vez hazme saber que estar para que no me muera de un susto. —dije recogiendo las partes de el plato roto.

—Esta bien señorita, no lo volvere a hacer. —dijo con la mano en el pecho.

De algo que no me había dado cuenta era que Mateo no tenía camisa, solo una pequeña pantaloneta.

No quería despegar mi vista de él pero terminé haciéndolo ya que no quería que pensara que lo miraba con morbo o esas cosas.

La mañana transcurrió muy aburrida, pasaba los canales de la televisión buscando algo entretenido pero no encontraba nada.

Subí a mi habitación y hablaba con Sara de como me había ido, de un momento a otro escuche ruidos raros.

Pensé que se habían entrado a robar o algo así pero era todo lo contrario.

Baje las escaleras lentamente... Esos son ¿Gemidos?
Me pregunte extrañada de lo que estaba escuchando. Termine de bajar las escaleras y los vi.

Mateo y la mesera de anoche teniendo sexo en el sofá, no podía creer lo que veía frente a mi, era una escena que mi mente no lograría borrar, mis piernas estaban inmóviles, solo quería salir de ese lugar y no seguir viendo eso.

Los dos vieron que to estaba parada frente a ellos y se separaron, salí corriendo de la casa, solo quería olvidar aquella escena.

Llegue a un parque no muy lejos de casa, así que recordaba muy bien el camino, al frente había un lago, solo me quede pensando en todo ¿Por qué diablos me ponía así si Mateo no me gusta? , ¿O si?

Pasaron las horas y ya se estaba oscureciendo, debía volver a casa, iba caminando a paso muy lento, estaba aburrida de todo y de todos.

Abrí la puerta y subí a mi cuarto, cuando quería entrar en el alguien me sostuvo de el brazo.

—Tengo que hablar contigo. —dijo mirándome fijamente.

—Pues yo no, así que adiós.

Cerré la puerta detrás de mi y me lancé en la cama, solo quería me mañana fuera aun día diferente.

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Me desperté en me dio de la madrugada, tenía mucha sed así que baje por un poco de agua a la cocina, saqué agua de el refrigerador y me sente mientras tomaba el agua.

Vi que una figura se aproximaba a la cocina, pensé que era Benjamín pero no, era Mateo.

—Alicia de verdad necesito hablar contigo.—dijo cabizbajo.

—Habla.—dije mirándolo fijamente.

—No quería que vieras lo que paso con Manddy en la tarde, pensé que no estabas en casa.—dijo aun con la cabeza abajo.

—No me tienes que dar explicaciones, tu puedes hacer con tu vida lo que se te venga en gana y acostarte con cualquiera, eso ami no me importa. —dije mirandolo fijamente y subí las escaleras lo más rápido que pude.

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Por fin amaneció, me dije entre un bostezo.

Me di una ducha y me vestí con una falda de mezclilla y una camisa blanca que tiene en medio una foto de The Beatles.

Esta mañana el aroma que provenía de la cocina era exquisito, mamá y Benjamín estaban haciendo el desayuno, Mateo también estaba con ellos.

—Buenos días. —dije miranto a todos.

—Buenos dias. —respondieron todos al mismo tiempo.

Mateo me pasó el desayuno, lo mire y me guiño el ojo, trate de ignorarlo, pero el me hacia cosquillas en mis pies descalzos con sus pies.

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