PROHIBIDO.

Capitulo doce.

Estoy segura que en ese preciso momento empecé a sudar, la temperatura subió drásticamente.

—¿Está ocupado? — preguntó sonriente, maldición, su sonrisa es hermosa.

—No. — respondí sin poder quitarle la mirada de encima, de verdad era muy atractivo.

El chico se acomodó al lado mío, estaba muy nerviosa la verdad, no había coqueteado con chicos o que ellos vinieran a mí, el único chico con el que había salido era Santiago. Pero él no estaba aquí, así que solo tenía que dejar que todo fluya.

—Mucho gusto, mi nombre es Stephen Wiek... ¿Y el tuyo? — preguntó tendiéndome su mano para poder estrecharla.

—Alicia McCarthy, el gusto es mío. — sonriéndole tome su mano.

—Nunca te había visto por aquí ¿de dónde eres? — dijo frunciendo el ceño.

—California, llegue aquí hace poco.

Pude visualizar a Benjamín y mi madre acercarse, ahora solo faltaba que mi madre lo invitara a la casa a cenar, ella se emocionaba mucho cuando me veía con un chico, ya que nunca hablaba con chicos, solo con mi mejor amiga Sara, siempre he sido mala para entablar conversaciones y peor si son con chicos. Se fueron acercando poco a poco hacia la sombrilla en donde estábamos, mi madre con una sonrisa de orea a orea cuando vio a mi acompañante.

—Hola mi vida .— dijo dándome un suave beso en mi mejilla.

—Hola mama, él es Stephen — dije señalando al hombre hermoso que estaba a mi lado. 

—Mucho gusto señora. — dijo levantándose para estrecharle la mano.

—El gusto es mío, dime Lilly — dijo estrechando su mano
. — Tú me disculparas, pero es hora de irnos, tendré que llevarme a mi hija.

—Nos veremos en otra ocasión Alicia, —dijo tomando mi rostro para darme un suave beso en mi mejilla. — espero volverte a encontrar.

No pude evitar que mis mejillas se encendieran, totalmente esperaba encontrarme otra vez con él, no estaría mal que el destino me hiciera ese gran favor. Recogimos todo lo que teníamos en la arena, me puse el vaquero y la camisa que había traído desde un principio, se me hacía raro que Mateo no estuviera con las chicas, lo busqué con la mirada hasta que lo encontré, estaba con una chica al otro extremo de donde yo estaba, no muy lejos, podía ver bien.

Estaba con una chica, creo que era Eva, la que hace solo dos horas se había presentado conmigo y dando una razón para Mateo. De verdad que ella no perdía el tiempo... Vi cómo se despedía de Eva, cada quien, tomando su camino, él se acercaba y su mirada era intimidante, como si me odiara o yo le hubiera hecho algo muy malo a él, y ese no era mi caso.

Se puso la camisa que tenía había traído desde casa y se dirigió al auto. El camino fue muy silencioso solo quería llegar a casa, comer todo lo que había en el refrigerador y encerrarme en mi cuarto a verme mi serie.

Llegamos a casa, subí las escaleras y me dirigí a mi cuarto, me quité el vestido de baño húmedo, y me metí a la ducha. Después de varias canciones de Queen salí de la ducha a buscar algo para dormir.

Después de haberme puesto mi pijama, baje las escaleras en busca de comida, no había comido nada desde que había llegado a la playa, así que mi estomago estaba pidiendo comida con todas sus fuerzas Después de haberme puesto mi pijama, baje las escaleras en busca de comida, no había comido nada desde que había llegado a la playa, así que mi estomago estaba pidiendo comida con todas sus fuerzas.

No había nadie en la cocina ni en el salón, me dispuse a hacerme un plato de cereales con leche, mi pereza no me dejaba cocinar nada más. Me dirigí hacia al salón para poner mi serie que hace ya días no me la había podido terminar de ver. Después de varios capítulos de Riverdale, ya tenía un poco de sueño. Apague el televisor, deje el plato en la cocina y subí a mi habitación, antes de entrar a mi habitación Mateo salió de la suya, solo portaba una pantalonera, su torso totalmente descubierto, la vista que tenía frente a mí era perfecta, Mateo tenía cuerpo de un dios griego, tal vez en su vida pasada había sido uno.

—¿Se te perdió algo estúpida? — dijo mirándome fijamente.

— Claro que no, imbécil. — dije entrando a mi habitación y azotando mi puerta.