PROHIBIDO.

Capítulo diecisiete.

"Es tan lindo saber que usted existe"

- Mario Benedetti.

Desperté muy temprano y de mal humor, no era de mi costumbre despertar a las seis de la mañana, estaba un poco oscuro todavía, fui al baño, arreglé un poco mi cabello, diría que mi cara también, pero esta no tiene arreglo. Después de esto bajé a la cocina por un poco de café, y a asaltar el refrigerador, subí con mi café en mano y un paquete de galletas artesanales, ya estando en mi cuarto, fui a mi balcón en donde tenía una mesa pequeña y dos sillas, me senté con mi desayuno a ver el amanecer.

Terminé mi desayuno y fui otra vez a mi hermosa cama, no me di cuenta cuando me volví a quedar dormida, desperté tres horas después, ahora si sentía que había dormido lo suficiente. Busqué mis pantuflas, y fui hasta a cocina, estaba hambrienta, abrí el refrigerador y saqué leche para agregarle al cereal, no veía a Benjamín ni a mi madre, y mucho menos a Mateo.

—Buenos días Alicia, ¿Cómo amaneciste? —preguntó tomando asiento frente a mí.

—Muy bien ¿Y tú? —dije sonriéndole.

— Muy bien. —respondió con la sonrisa más hermosa de todas.

Después de 10 minutos los dos estábamos desayunando en silencio, el a veces me miraba y me sonreía, o tocaba mis pies haciendo que me dieran cosquillas, pero nada más. Después de desayunar me quede arreglando un poco la cocina con Mateo mientras escuchábamos The Weeknd - Can't Feel My Face. Cantábamos más y más fuerte a medida que el coro se iba acercando.

I can't feel my face when I'm with you
But I love it, but I love it, oh
I can't feel my face when I'm with you
But I love it, but I love it, oh.

(Cuanto estoy contigo, no puedo sentirme la cara,
pero me encanta, pero me encanta.
Cuanto estoy contigo, no puedo sentirme la cara,
pero me encanta, pero me encanta.)

Después de terminar de limpiar todo, nos dirigimos al living en donde nos sentamos a ver televisión, Mateo puso una serie muy rara, la verdad no entendía nada, así que puse mi vista en mi celular, ya que no había nada más que hacer.

Quince minutos después Mateo apaga el televisor y se dirige hasta el sillón que está a mi lado y se sienta.

—¿Qué quieres hacer? — preguntó, tenía su mirada clavada en el techo.

—No lo sé, dime tu. —dije sonriendo.

—Vamos al gimnasio entonces, siempre hago mi rutina a esta hora, sería bueno tener algo de compañía, seré como tu entrenador personal, pero uno muy guapo por supuesto. —dijo sonriéndome —¿Quieres ir?

En ese preciso instante no sabía qué hacer, me daba mucha pereza hacer ejercicio y esas cosas, me acuerdo cuando Sara me obligaba a hacer ejercicio con ella, me ponía rutinas muy fuertes y terminaba dos días en cama con mis extremidades doliéndome como el demonio.

—Claro. —soy muy estúpida, lo sé.

—Sube y ponte algo deportivo, te espero aquí en 10 minutos.

Me levante del sillón camino a mi habitación para buscar algo deportivo, las veces que hice ejercicio con Sara tenía algunos conjuntos, pero el que más me gustaba era uno, constaba de un top negro y un short, no sabía si ponérmelo la verdad. Pero los otros no me gustaban, así que solo tenía esa opción.

Me quite el pijama y me puse el conjunto deportivo rápidamente, después de eso me cepille un poco el cabello para poder hacerme una coleta alta para que el cabello no me estorbara, finalmente me puse unas zapatillas deportivas del mismo color del conjunto y bajé para encontrarme con Mateo, y ahí estaba, con una camisa negra que le quedaba super bien y un short del mismo color que le llegaba hasta las rodillas y zapatillas deportivas negras.