Capitulo nueve.

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A la mañana siguiente me desperté muy asustada, alguien había entrado a mi habitación, encendió el equipo de sonido, estaba a todo volumen y sonaba una canción muy ruidosa, era Rock. Me levante rápidamente y baje a la cocina, todos estaban desayunando.

—No sabía que te gustaba el rock.—dijo Lilly riéndose.

—Claro que no me gusta — dije con el ceño fruncido.

—Esa canción es una de mis favoritas. —dijo Mateo mirándome con una sonrisa pícara.

—Escuchen, no me gusta que entren a mi habitación y menos a tocar mis cosas, no quiero que esto se vuelva a repetir. — dije saliendo de la cocina.

Cerré muy fuerte la puerta de mi habitación y me dispuse a arreglar mi apariencia un poco, me di un buen baño, me vestí muy casual, unos vaqueros y una blusa de tirantes rosada y sandalias. Baje a la cocina y agradecí que no estuviera nadie en ella, saque tocino del refrigerador y dos huevos, estaba tranquilamente haciendo mi desayuno hasta que escuche su voz...

—Se que fuiste tú.— volteé hasta el lugar que provenía esa voz, el estaba recostado en la isla.

—¿Ahora de que me echas la culpa? — dije rodando los ojos.

—Se que tu metiste mis zapatos en blanqueador. — dijo acercándose lentamente.

—¿Y tú me dejaste afuera en el patio? —dije mirándolo fijamente a los ojos.

—Solo fue una pequeña broma, no es para tanto — dijo acercándose más.

—¿Y lo de la música fuiste tu? Casi me matas de un susto.— pregunté con la vista atenta a mi tocino.

—No te dejare en paz. —dijo Mateo.

—No te estoy pidiendo que lo hagas. — dije sin voltear a verlo.

Cuando me di vuelta para poner mi tocino en el plato que había dejado encima de la mesa Mateo esta justo al frente mío, me quede estática, odio esto, como si no pudiera controlar mi cuerpo cuando estoy frente a él.

—Te lo digo enserio Alicia, ¿No vuelvas a tocar mis cosas, de acuerdo? — hablaba mientras se acercaba  a mi rostro. Su cercanía me hacia mal.

No sabía qué hacer en este momento, Mateo es un hombre muy guapo y creó que esa era mi debilidad, que el fuera así.

—No lo hagas. — esas tres palabras hicieron que me estremeciera y el pudo notarlo, estaba hablándome muy cerca de mi oreja, ese era mi punto débil. Sentí mis piernas debilitarse cuando mordió el lóbulo de esta.

—Está bien — fue lo único que pude decir.

Me tomo de la cintura y no sabía por qué diablos no me podía mover, solo me dejaba llevarlo aparte y me senté para desayunar. Lo vi saliendo de la cocina sin dejar de mirarme, no sabía lo que pasaba conmigo, me gustaba lo que estaba haciendo Mateo, quizás por esa razón no lo aparte, eso estaba mal, muy mal.

La noche tardo en llegar y ya estaba en mi cama, no tenía mucho sueño así que me quede hablando con Sara, el sueño llego a mí y me recosté en la cama...

—¿Mateo que haces aquí? — pregunté muy asustada, no tenía ni la menor idea de cómo había entrado a mi habitación si la había dejado con seguro.

—No me aguanto más Ali. —dijo acercándose a mí.

—¿No aguantas qué Mateo? Mañana hablamos, tengo mucho sueño.— le respondí acomodándome de nuevo en mi cama para volver a dormir.

—Solo quiero besarte. — dijo juntando su boca con la mía.

Sus labios se sentían tan bien, me podría quedar así toda una vida y no me cansaría, la textura de sus labios, simplemente me encanta.

—¡Ali despierta! — gritó mi madre entrando a mi habitación.

No puede ser, solo estaba soñando esto, y no tenía la menor idea de por qué lo hacía, ¿Sentía algo por Mateo? Estaba muy confundida por aquel sueño.

—¡Déjame dormir mamá! — dije poniendo una almohada en mi cara.

—Despierta ya jovencita, iremos a la playa— dijo quitándome las sábanas. — Te espero abajo en media hora. — dijo cerrando la puerta de mi habitación.

No tenía ganas de ir a la playa, prefería quedarme acostada todo el día, sin hacer nada. Me metí al baño, me di una ducha corta, salí de este y me dispuse a buscar un vestido de baño, no sabía cuál llevar, eran muchos y bonitos, no sabía cuál llevarme. Opté por un vestido de baño rojo, de dos piezas, me puse unos vaqueros y una blusa holgada gris y unas sandalias. Entré en el auto de Benjamín y para mi suerte Mateo estaba sentado al lado mío, traté de no mirarlo, después de lo que había pasado ayer, y más el sueño que tuve con él no podía verlo a la cara. Media hora después estábamos en Cradon Beach, una playa muy hermosa, pero no se compara con Malibú, había mucha gente, el océano se veía tan hermoso.

Buscamos un lugar en donde poner nuestra sombrilla para taparnos del sol y descansar un momento. Pasaron quince minutos y Lilly y Benjamín estaban metidos en el mar, se divertían mucho, pero a mí no me apetecía meterme todavía. Estaba con mis audífonos escuchando Cheerleader de Omi pero alguien me quito el audífono.

—¿Qué quieres Mateo? — no estaba de humor, tenía demasiado sueño.

— Quiero que nades conmigo— dijo sonriente.

— No se nadar y además no quiero— dicho esto acomodé de nuevo mis audífonos en mis orejas esperando que el se fuera, pero seguía ahí.

—Por favor Ali — dijo arrodillado.

—Levántate de ahí, ¿no ves cómo te miran? — la vergüenza llegó a mi rostro.

—No me importa — dijo levantando sus hombros.

—Déjame en paz — le hablé en un tono fuerte, ya me estaba colmando la paciencia.

—Sabes que no lo haré Ali. — dijo con una sonrisa traviesa.

—Esta bien, solo para que dejes de molestarme. — dije rodando los ojos.

Me quité el vaquero y la blusa que tenía puesta para quedar solamente en bikini, vi como Mateo me miraba de arriba a abajo, inspeccionando todo mi cuerpo.

—¿Te vas a quedar como estatua o qué? — pregunté en voz alta .

—No, solo te observaba — dicho esto empezó a quitarse la playera.

Oh por Dios, otra vez estaba viendo su perfecto y marcado torso, ¿Cuánto tiempo estará en el gimnasio? Creó que hasta se me salió la saliva. 

PROHIBIDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora