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El joven emperador está de pie frente a la ventana, molestando al ave en la jaula, con una expresión pensativa en el rostro.

Perdido en sus pensamientos, sus manos se detienen mientras el verderón europeo salta en su jaula tan alegre y animado como puede.

El anciano administrador del palacio interior se encuentra detrás del emperador, sin tener idea de la razón por la que fue llamado ante el benévolo gobernante del país. Habiendo servido durante muchos años en el palacio, era profundamente consciente del significado de "la voluntad del divino es difícil de comprender", así que inclina la cabeza y espera en silencio a que el emperador hable.

El joven emperador se da la vuelta y frunce la boca, diciendo, —la persona que reside en el palacio frío que aún no ha alcanzado la mayoría de edad, delgado y ciego. ¿Quién es?

El administrador masculla para sí durante un momento, después hace una reverencia y dice, —aunque este humilde servidor no se encarga de los asuntos del palacio frío, uno escucha una que otra vez los rumores. La persona de la que habla el amo ha residido dentro del palacio frío durante mucho tiempo. Su ceguera quizás fue causada por una enfermedad. Es una persona de poca importancia, así pues su nombre de nacimiento es desconocido por todos. Las personas en el castillo piensan que es apropiado llamarle el concubino ciego por su ceguera y con el paso del tiempo, así es como se le ha llegado a conocer.

El joven emperador dice, —¿por qué yo no me acuerdo ni de su llegada al palacio imperial ni de la razón de su destierro al palacio frío?

El administrador duda y responde, —este humilde servidor no está informado de aquello, y también los asuntos pasados del palacio son muchos. Si una profunda investigación fuera emprendida en esta cuestión, puede llegar a ser un gran desafío. Todos los días Su Majestad debe atender muchos asuntos del gobierno. Hace muchos años, la supervisión de todos los asuntos del harén imperial eran asumidos por el Emperador Dowager, por lo que no es de sorprender que Su Majestad no sepa sobre esto.

El joven emperador asiente, se da la vuelta y sigue molestando al ave. El piar del verderón es tierno y agradable de oír.

Sus labios se curvan ligeramente cuando recuerda que ayer, sin querer, conoció al joven en el palacio frío.

La luz del sol por la tarde era embriagadora y el aroma de las flores impregnaban el aire. Mientras daba un paseo por ocio en los jardines imperiales, el sol de finales de primavera y del inicio del verano nublaba sus sentidos, y sin saberlo, había incursionado más allá de los jardines imperiales en un área más apartada del palacio... el palacio frío.

Las plantas y la hierba silvestre del palacio frío estaban abandonados y crecían en una amplia extensión de terreno como si se fundieran con el horizonte. Un roce del viento barrio las flores del suelo. En ese preciso momento alzó su manga, más allá de las flores danzando en el cielo, lo vio.

Su mirada fue atraída directamente a su rostro pálido, su figura esbelta vestía una sencilla toga blanca.

Su expresión contenta.

Sonriendo.

Como si nadie existiera solo él, solo las sombras de los árboles, las flores dispersas, lo brillante de la luz del sol.

Sus pies se habían movido por sí solos y entraron al patio, observando por un largo tiempo. Incluso hasta había desestimado la reverencia del sirviente.

¿Qué le había atraído?

No tenía una belleza extraordinaria de la que presumir, es más, estaba ciego.

El concubino ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora