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El emperador dio un paso largo y entró en la habitación, y con voz alta y clara, dijo, —escuché que esta tarde Rui Ze padeció el castigo del general. He venido a inspeccionar que ha sucedido.

Al escuchar la voz, todo el cuerpo del concubino se estremeció y temblando de miedo, rápidamente movió su cuerpo para ponerse de rodillas sobre el suelo.

El emperador no esperaba que el concubino ciego estuviese en el palacio de Rui Ze, desprevenido, su cuerpo se congeló.

El concubino ciego estaba arrodillado, el puño de su manga dejaba ver su brazo pálido. Su figura débil y frágil temblaba levemente.

El emperador cerró su abanico y tosiendo, bajó el tono de su voz, —acabo de recordar que aún no he leído unos cuantos documentos oficiales. Volveré para la próxima.

Sin quedarse a lo que venía, se dio la vuelta de prisa y se fue.

El concubino permaneció arrodillado, sin atreverse a levantar el rostro. Todo su cuerpo estaba temblando incesantemente.

Xiao Bao se le acercó, —Su Majestad se ha ido, ya todo está bien —hizo un gran esfuerzo para ayudar al concubino.

El príncipe también soltó algo sin querer, —¿cómo es que su rostro se puso tan pálido?

Xiao Bao se acercó para mirar detenidamente y, así era, el rostro del concubino estaba pálido como un muerto, toda la sangre de su cara fue drenada por completo y su mano estaba muy fría, casi congelada.

El príncipe a toda prisa lo consoló, —su señoría, no hay necesidad que tenga miedo, mi hermano el emperador es muy amable. Rara vez pierde los estribos y se enoja, él no reprende a las personas.

Xiao Bao presentía que algo andaba mal, se sintió algo asustado, —su señoría tiene miedo, lo llevaré de regreso para que descanse.

Apurados mientras avisaban que se retiraban, y aun sin cenar, salieron corriendo del palacio de Rui Ze, de regreso a las habitaciones de la servidumbre.

Allí, ni siquiera se había encendido una lámpara cuando Yu Li salió corriendo a quien sabe donde. Esa enorme casa parecía ser bastante fría y triste.

El concubino caminó trastabillando. Su temperatura corporal había descendido. Estaba tan frío como un bloque de hielo.

Xiao Bao sostuvo sus brazos y lo condujo a su habitación, le ayudó a subir a la cama y lo cubrió con el edredón.

El concubino, con los ojos vacíos, dejó que Xiao Bao arreglara todo por él, sus pupilas grisáceas no enfocaban nada.

Xiao Bao encendió varios faroles para que hubiera mucha luz en la habitación. Se sentó a un costado de la cama, acariciando la mano del concubino.

Después de bastante tiempo, su mano recuperó poco a poco su calor.

—Amo, ¿qué sucede?

El concubino retiró su mano de entre las de Xiao Bao. Contestó suavemente, —nada...

Xiao Bao se preocupó, —amo, es obvio que algo le pasó.

Sacudiendo la cabeza, el concubino se dio la vuelta para mirar a la pared. No quería decir ni una palabra más.

—¿Es porque el emperador llegó de improviso?

El concubino no le respondió, ni se dio la vuelta. Parecía que había tomado la decisión de no prestarle atención.

Xiao Bao no tuvo de otra que obedecer, —amo, que descanse —con atención lo arropó en el edredón.

El concubino supo que Xiao Bao había dejado la habitación al escuchar el sonido de la puerta cerrándose.

El concubino ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora