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Después de recuperarse durante varios días en las habitaciones de la servidumbre, la enfermedad del concubino ciego cesó poco a poco para mejorar.

Pero aún había vestigios de cansancio en su rostro, bajo sus ojos existían ligeras manchas.

El emperador venía a visitarle todos los días después de que terminará la audiencia matutina, a que tomará su medicina, comiera su papilla y una que otra vez lo sermoneaba.

Xiao Bao no se atrevía a pronunciar palabra. Sólo podía mirar la punta de sus pies y quedarse parado a un lado.

Así también, el príncipe le visitaba a diario. Contando las historias del palacio para distraer al concubino de su aburrimiento. Este chiquillo iba todos los días a quien sabe donde para jugar, llevando consigo el débil aroma de la tierra en sus zapatos.

Al concubino le agradaba el príncipe, siempre que Rui Ze hablaba y hablaba sin parar con su estruendosa voz, se apoyaba en el pilar de la cama, riendo y escuchando.

Xiao Bao se quejaba seguido diciendo que la pequeña bola de arroz estaba siendo muy ruidosa, que interrumpía el descanso de su amo.

El concubino se reiría de él diciendo, —este lugar es muy silencioso. Cuando llega el príncipe se vuelve tan lleno de vida.

Rui Ze, girando la cabeza para encarar a Xiao Bao, le sacó la lengua.

El general Qi también vino dos veces a visitarle.

Trajo a casa al gato desaparecido, lo llevaba en su brazo.

El concubino estaba feliz y sorprendido, tomando de las manos de Qi Sheng su preciado gato, el cual maullaba, abrazándole fuerte. Al parecer odiaba muchísimo desprenderse de el.

Qi Sheng con su tono burlón dijo, —sé que lo quieres muchísimo. Después de buscarlo por mucho tiempo en el palacio, lo encontramos y le capturamos.

El concubino contestó, —Yu Li es muy travieso, debió ser difícil atraparlo.

El rostro de Qi Sheng se sonrojó un poco, y rascándose la nariz dijo, —muy cierto. Tomó demasiado esfuerzo y energía.

Yu Li maulló y como si no supiera nada, pestañeó sus penetrantes ojos gatunos, brillantes como el cristal.

Cariñosamente, el concubino lo sostuvo y rozó su nariz contra la punta de la suya, —tú... le causaste muchos problemas al general.

Cuando Qi Sheng estaba a punto de irse, el concubino alzó el edredón para bajarse de la cama y así acompañarle a la salida.

Qi Sheng de inmediato lo detuvo, —regresa a descansar, de esta manera te curaras más rápido.

El concubino sacudió la cabeza, insistiendo, —ya he estado recostado en la cama durante varios días, mi cuerpo está todo tieso y mis huesos se sienten como si ya no se pudieran mover. Caminar por un ratito es bueno.

Junto a Qi Sheng, salió hasta la puerta de las habitaciones de la servidumbre.

Afuera, el viento vespertino soplaba con una racha de aire frío.

—General... Si tengo problemas que soliciten de su ayuda... —la débil voz de concubino se fusionó con el viento—. ¿Me hará la promesa de ayudarme?

Qi Sheng le respondió, —si está dentro de mis posibilidades, ten la certeza de que estaré más que dispuesto a ser de ayuda.

El concubino sonrió ligeramente. Había estado enfermo, haciéndose todavía más delgado de lo que ya era. Parecía como que su cuerpo flaco estaba apenas balanceándose. Y las bolsas en sus ojos se hicieron más evidentes.

El concubino ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora