3

19.1K 3.1K 1.6K
                                    


Últimamente el concubino ciego ha estado muy confundido.

Al comer, de repente descubre que el tazón que tiene en las manos no se siente burdo al tacto sino fino y delicado.

—Ah, Xiao Bao, ¿tenemos tazones nuevos?

Xiao Bao lo niega a toda prisa, —no, por supuesto que no.

El concubino arruga el entrecejo sin convicción, rozando con sus dedos por encima del borde del tazón y grita como si hubiera descubierto algo interesante, —¡ah!

Xiao Bao se lleva un tremendo susto, —¿qué? ¿Qué es?

—El tazón que uso tiene una rajadura, ¡pero este no tiene ninguna!

—Tal vez el amo lo recuerda mal —dice Xiao Bao después de una pausa, su voz carece de seguridad.

—¿Cómo puedo recordarlo mal? —grita el concubino—, el año pasado, me corté el labio cuando estaba bebiendo la sopa y hasta me regañaste por ello.

Incómodamente Xiao Bao desvía la mirada.

—Es verdad...

El concubino ciego continua rozando el borde de tazón con sus dedos como si el tocarlo más hiciera que la rajadura apareciera de la nada.

En la desesperación, Xiao Bao dice, —los cocineros de la cocina imperial me dieron algo de fruta, dejando que este humilde servidor las trajera para su señoría.

El concubino asiente y coloca su tazón, enderezando la espalda a la espera.

Xiao Bao pone las frutas en la mesa, les quita la cáscara, y las coloca en las manos del concubino ciego.

Después de una mordida, el concubino dice, —¡está dulce!

Xiao Bao repite como loro su acuerdo, —hmm.

El concubino muerde nuevamente, diciendo, —esta es la fruta más dulce que he probado.

En su corazón, Xiao Bao piensa, ¿cómo no puede ser dulce si fue dada por el emperador?

Inclinando la cabeza, le quita la piel a una uva y se la pasa al concubino.

Coloca la uva en su boca y exclama, —¡está muy jugosa!

Xiao Bao sonríe, —¿lo está?

El concubino se traga la uva y mira sin comprender durante unos segundos, —Xiao Bao, no hemos tenido uvas desde hace mucho, ¿no es así?

—Recibí algunas uvas para nosotros el año pasado durante los meses más calurosos del verano —piensa Xiao Bao.

El cocubino sacude la cabeza.

—Esas uvas eran pequeñas y ácidas, y la mayoría estaban podridas. Le diste una mordida y la escupiste rápidamente y después ni me dejaste probarlas. Entonces maldijiste al administrador de la distribución de productos.

Xiao Bao puso los ojos en blanco. Esos bastardos condescendientes se lo merecían.

El concubino dice, —prueba unas también. Están muy buenas.

Xiao Bao dice, —es suficiente que a su señoría le gusten. A Xiao Bao no le gustan las uvas.

Bajando la cabeza, corta los mangos pelados en trozos, colocándolos en un tazón pequeño, y los empuja hacia el concubino.

El concubino no se mueve.

—Entonces, ¿qué le gusta comer a Xiao Bao?

—A este humilde servidor no le gusta nada en particular.

El concubino ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora