El emperador se encontraba leyendo y corrigiendo documentos oficiales en su estudio imperial. Fuera de la habitación, la densa lluvia cubría como una cortina. Alzó momentáneamente la cabeza para echar un vistazo, para después regresar la mirada a los documentos.
Alguien llegó para dar un reporte, —el ocupante de una de las habitaciones de la servidumbre solicita el ver a Su Majestad, ha sido frenado por los guardias. Aquella persona se niega a irse, aun bajo la lluvia.
El emperador arrugó el entrecejo.
—¿De las habitaciones de la servidumbre? ¿Será posible que sea aquella persona ciega?
El sirviente respondió, —no es aquella persona, esta tiene los ojos perfectos.
El emperador tomó un trago de té, y después dijo, —pregúntenle qué le trae aquí.
El sirviente del palacio asintió y se fue con rapidez, después de un rato regresó nuevamente y se acercó al emperador para susurrarle algo al oído.
El corazón del emperador se encogió, —¿¡el concubino ciego está perdido!?
Haciendo una reverencia mientras respondía, el sirviente dijo, —esas fueron las palabras exactas de aquella persona. Su humilde servidor supone que es muy probable que haya perdido su camino debido al aguacero, también existe la probabilidad de que trastabilló a causa del piso resbaladizo y mojado, y sin ser precavido, se cayó dentro del pozo...
—¡Cállate! —gritó en voz alta el emperador—. ¿¡Por qué todavía no han enviado al personal para que lo encuentren!?
Se paró de sopetón, unas cuantas zancadas lo llevaron fuera, y en un abrir y cerrar de ojos, su sombra se convirtió en humo, bañada por una cortina de lluvia.
De inmediato el sirviente consiguió un paraguas, y con mucha prisa lo fue siguiendo, adentrándose en la lluvia.
El emperador se apuró para llegar al jardín imperial. Las piedras del estrecho camino habían sido cepilladas y limpiadas hasta el punto de estar lustres por la lluvia. Bastaba un pequeño instante de descuido para causar que alguien resbalase y cayese. Las sofisticadas flores de siempre interrumpieron sus labores para inclinar sus pétalos ante el roció del agua de lluvia. Observando para todos lados, todo lo que se podía divisar era la inmensa neblina blanca y nebulosa. Muy dentro de su corazón, la visión hacía que la ansiedad y la preocupación se incrementaran.
Más sirvientes se unieron al equipo de búsqueda, diseminándose por todos los rincones, buscando y observando concienzudamente. De repente, una voz resonó desde el bosque de bambú, —¡lo encontré!
Siguiendo la fuente del sonido, el emperador fue directo al bosque, el camino bajo sus pies era muy lodoso, cada paso creaba una huella profunda.
El concubino ciego se hallaba en medio del bosque de bambú, su ropa estaba sucia por el agua con lodo, su pelo mojado se pegaba en sus mejillas, con los ojos bien cerrados; hace mucho que había caído en un estado de inconsciencia.
A toda prisa, el emperador caminó hacia él, sin preocuparse un poco de que el concubino estuviese cubierto de lodo, le abrazó. El cuerpo contra su pecho estaba frío, como un bloque de hielo, sin inmutarse siquiera.
Xiao Bao corrió tan rápido como pudo y al observar el estado en que se hallaba su amo casi rompe en llanto.
—¿Cómo se encuentra mi amo?
El emperador ordenó con fuerza, —¡regresen a las habitaciones de la servidumbre, y manden a llamar de inmediato al médico real!
Llevaron de regreso al concubino ciego a las habitaciones de la servidumbre; los sirvientes del palacio le quitaron sus prendas mojadas, limpiaron su cuerpo y lo acostaron en una cama mullida. Xiao Bao estuvo a un lado durante el proceso, agarrando con fuerza la mano del concubino, ni siquiera cuando el médico real llegó para revisar la condición del concubino se movió de su lado.
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El concubino ciego
Historical Fiction** TÍTULO ORIGINAL 瞎娘娘 (Xia Niangniang) escrita por 洗泥 XI NI ** Un concubino ciego vive en el palacio frío. Y tiene con él un gato blanco como la nieve. Día tras día, año con año, vive tranquilamente en el patio del palacio frío. Como si ya hubiese...