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Al escuchar esas palabras, Qi Sheng alzó la cabeza y rio, —¡no te he visto en años! Ven y charlemos.

Aquella persona escudriñó con la mirada al joven en la espalda de Qi Sheng, y después dijo, —dudo que se trate de una pequeña charla. Si no tienes algún inconveniente, ¿me puedes decir quién vive en las profundidades de este bosque montañés?

Qi Sheng escuchó claramente las palabras hirientes provenientes de aquella persona, así que pensó con mucho cuidado lo que iba a decir, —ciertamente, hace mucho tiempo que no te he venido a ver. Si quieres golpearme o castigarme, no puedo estar más que de acuerdo contigo.

Aquella persona dio un resoplido e ignorando a Qi Sheng, se dio la vuelta y entró al patio. Qi Sheng rápidamente le siguió e hizo lo mismo.

Riéndose, el concubino dijo tomándole el pelo, —así que también hay veces en las que el general debe admitir la derrota.

Qi Sheng se limpió el sudor, —mi querido y joven aprendiz posee el carácter más excéntrico, demasiado voluble. Antes, cuando todavía practicábamos artes marciales juntos, muchas veces hizo que la gente se preocupara por él, y daba la casualidad que el maestro lo adoraba muchísimo por lo que siempre se salía con la suya, eso hizo que desarrollará la mala costumbre de la arrogancia y el carácter testarudo.

El concubino descendió de la espalda de Qi Sheng y le dijo, —vaya con él.

Los dos entraron al jardín. Las flores de los perales flotaban en el aire, despidiendo por un buen rato una delicada fragancia. Se hallaban rocas, un riachuelo con corriente y un área del bosque de bambú que se extendía a lo largo de la parte exterior del jardín. En el estanque, el cual estaba hecho de piedras, una encima de otra, habían peces; el patrón rojo y blanco de estos era muy llamativo. El viento llevaba consigo los pétalos de las flores, asentándolos en el agua, añadiendo detalles hasta teñir con el aroma de capas y capas el estanque de las flores del peral.

El concubino dijo asombrado, —en verdad es un paraíso.

Había un pequeño discípulo que lo guió al cuarto contiguo para tomar el té.

El té era muy bueno. Utilizaron el rocío de la madrugada acumulado en los pétalos de las flores del peral para preparar el té. El sabor tenía aquel aroma persistente.

El concubino estaba sentado frente a la mesa. Un pedacito de la hoja de té tocó sin querer la punta de su lengua, la amargura se hizo presente e intensa.

Era la primera vez que se separaba por tanto tiempo de Xiao Bao. Ni siquiera le dijo adiós. Debería estar preocupado hasta el punto de volverse loco.

Rui Ze lo había invitado a quedarse con él en el pabellón de la ribera. Ahora que ya no podía ir, se cuestionó si se enojaría con él.

Acerca del emperador, si realmente se preocupó por él, si en verdad había pensado en él. Yéndose así sin despedirse, tal vez ya había montado en cólera y explotado.

El concubino recordó cuando el emperador le dijo que estarían juntos el resto de sus vidas, su corazón se detuvo, con dolor.

Qi Sheng estaba siguiendo a aquella persona y entró a otra ala del jardín. Fue tras él durante todo el camino, tratando de convencerlo. Aquella persona no tenía la más mínima intención de agradecer sus lindas palabras. Ni siquiera se volteó para verle. Qi Sheng se adelantó y lo cogió por la cintura, obligándolo a darse la vuelta y verle a la cara.

Aquella persona tenía un par de ojos fénix, la esquina externa de sus ojos era peculiar. Sus cejas oscuras se enarcaban hasta la altura de su sien. Su expresión penetrante era altiva y arrogante. El par de labios rojos y gruesos era hermoso y dulce. Tenía una pizca de furia en el rostro.

El concubino ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora