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Al anochecer, al concubino le da frío.

—Xiao Bao, ¿ya es de noche?

Xiao Bao estaba a punto de contestar cuando el emperador le corto, —todavía no, al parecer nos quedan dos horas más.

El concubino suelta el aire, su rostro está ligeramente colorado, —que bien. Estaba preocupado.

Xiao Bao dice, — no se preocupe, amo, hay más luz del sol durante el verano, no se nos hará tarde.

Tomaron té en el salón de té, compraron golosinas y consiguieron algunos postres. La luna ya estaba en su punto más alto. El emperador contrató un carruaje para que los llevara de regreso al palacio.

El cielo se ha vuelto completamente oscuro. El emperador encendió un farol y llevó al concubino de regreso al patio del palacio frío.

El concubino dice, —me divertí hoy. Gracias.

El emperador agitó su abanico, —no fue nada.

El concubino tomó de Xiao Bao una bolsa con postres y se la ofreció.

—Quédate con ella. Más tarde te dará hambre.

El emperador asintió y se dio la vuelta, pero se acordó de algo y se regresó.

—Ten más cuidado.

—¿Eh?

El emperador frunció la boca, —nada.

El concubino le dice, —debes irte, cuídate al regresar.

El emperador asiente y se va.

El concubino entra en la casa, coloca los postres en la mesa y después maulla un par de veces.

—Yu Li, mira las cosas ricas que traje para ti.

Yu Li está tendido en la cama, menea la cola pero no se mueve.

Xiao Bao se acerca y lo toma de la misma, llevándoselo al concubino. Yu Li maulla frenéticamente y en respuesta Xiao Bao lo fulmina con la mirada.

Como el concubino no ve, piensa que Yu Li está feliz por la comida.

—Te compré bastones de pescado que están riquísimos.

Lo levanta con cuidado.

Al instante, Yu Li se acurruca en los brazos del concubino, haciendo caso omiso de Xiao Bao, para lamer el pescado de las yemas del concubino.

Xiao Bao pone los ojos en blanco; no lo veras discutir con ese gato de mente estrecha. Mejor va a sacar agua del pozo.

Las sirvientas reciben al emperador con una taza de té tan pronto como regresa a su palacio para descansar. Lee de principio a fin los informes oficiales. Sin darse cuenta, ya es entrada la noche, y le da hambre.

Abre la bolsa de papel que le dio el concubino, y encuentra postres populares finamente elaborados. Los prueba con algo de té.

Alguien llama a la puerta, —adelante.

De inmediato, entra un sirviente y se arrodilla en espera de las órdenes.

—¿Cuánto ha pasado desde que se cortó el pasto del palacio frío? Es lo suficientemente alto como para tragarse a una persona. Vaya a saber qué tipo de serpientes e insectos viven allí. Córtenlo para mañana.

El sirviente contesta sí.

El emperador dice, —mañana traigan algunas aves. No importa su apariencia mientras canten bien.

El sirviente vuelve a asentir.

El emperador le hace una seña con su mano, —puedes retirarte.

El concubino ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora