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Al segundo día, pasando apenas el mediodía, el emperador hizo su aparición en el patio del concubino ciego ondeando su abanico de papel.

Tenía algo de interés en su mano.

Desde tan lejos, el concubino pudo escuchar el sonido. Chilló por la sorpresa, —es el sonido de las aves. ¡Qué bonito!

El emperador sonríe ampliamente, —los encontré para ti. Cantan.

Le entrega la jaula al concubino.

El canto de las dos aves en la jaula es dulce y placentero de escuchar en lo que saltan de arriba a abajo.

El concubino sonríe, —muchas gracias.

Xiao Bao cuelga la jaula y mira adentro, —hay uno con el pico rojo y el otro con la cabeza plateada. Son muy bonitos.

Yu Li también mira en la jaula y maúlla.

El concubino levanta al gato y le pega suavemente con su dedo en la cabeza, —ni se te ocurra.

Xiao Bao pone su cara de malo, —el amo te da de comer bastones de pescado todos los días, glotón.

Yu Li se siente intimidado y maúlla unas cuantas veces, su cabeza suave y sedosa se acurruca en el pecho del concubino.

Este defiende a Yu Li como si fuera de su propia sangre, —Yu Li no es un glotón, por supuesto que no lo es.

Sin poder hacer nada, Xiao Bao dice, —amo, usted no puede ver su expresión. Es obvio que quiere a esas aves.

En nada el concubino cubre las orejas de Yu Li y ruega, —de acuerdo, de acuerdo, deja de hablar o si no Yu Li no estará feliz y escapará.

El emperador se ríe, —quédatelos si quieres. Dales de comer a diario huevos y mijo o harina de maíz.

Los ojos de Xiao Bao se le salen de las órbitas, —¿es lo que tenemos que hacer?

El emperador agita confortablemente su abanico, —¿cómo, si no?

Xiao Bao murmura para sí, —comen mejor que yo.

El concubino ríe tontamente, —oh, muchacho.

Se sentaron en el patio. El emperador saca un pequeña caja de sándalo, —compré hojas de té, déjalas en infusión.

Xiao Bao toma la caja.

El concubino pregunta, —te escabulliste hoy para venir aquí, ¿verdad?

El emperador alza la ceja, —¿cómo puedes estar tan seguro?

El concubino con toda naturalidad dice, —ser puesto para proteger las cámaras imperiales debe ser un trabajo difícil.

El emperador suspira, —me descubriste.

Con toda seriedad y sinceridad el concubino dice, —nunca ascenderás si sigues así.

Sin prisas, el emperador sacude su abanico, y con un suspiro habla, —de cualquier forma, no creo que para mí sea posible llegar más alto.

Xiao Bao trae una bandeja de sándalo, —amo, el té está listo. Tenga cuidado, está caliente.

El emperador sirve una taza para el concubino, la acerca a sus labios y le sopla para enfriarlo, después se la entrega.

El concubino le da un pequeño sorbo y con sorpresa dice, —¡qué buen té!

El interés del emperador se activa, —oh, ¿lo saboreaste?

—Eh —el concubino toma otro sorbo, y después de un pausa dice—. Té Jun Shan Yin Zhen.

El emperador da una palmada de satisfacción, —¡asombroso!

El concubino ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora