XII. Una oportunidad.

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Cuando te vi por primera vez, me dieron cosquillas en el estómago. Creí estar loco al sentirme así después de una caída.
La primera vez que te vi, sentí que esa caída había sido lo mejor que me había pasado.
Tus ojos eran oscuros, profundos. Unos ojos que me encantaron desde que me miraste fijamente. Tu rostro, tu boca, tus labios, tus rasgos.
Tu sonrisa.
Cuando me sonreíste, también sentí cosquillas. Todo el tiempo mi cuerpo reaccionaba cuando te veía. Me ponía feliz y contento verte. Me hacía feliz tenerte cerca, incluso, lejos de poder estar juntos.
Me hacía feliz recibir un mensaje o una llamada tuya. Me hacía feliz verte aunque sea 5 minutos. Me hacía feliz hablar contigo. Me hacía feliz tu existencia.
No me había enamorado tan perdidamente de alguien en tan poco tiempo jamás. Me sentía perdido, como si el mundo me quedara chico al sentirme tan bien conmigo mismo. La cabeza me daba vueltas y todo me recordaba a ti. Todo.
Todo hacía que piense en ti.
Todo parecía lindo, todo era hermoso. Porque yo me sentía así.
Enamorado
Y nunca me sentí fuerte.
Nunca fui fuerte. Hasta que recordé que tú me hacías fuerte.
Ae me daba el valor para poder enfrentarme al mundo. Valor para no morir de dolor. Valor para no llorar, para seguir adelante.
Y ese valor, lo estaba empleando. Luchando con todas mis fuerzas.
Arrastrándome por el suelo.
Sentía una presencia. Alguien me estaba viendo arrastrarme por el piso y quejarme de dolor. Alguien me observaba llorando, y luchando.
Luchando contra mi mismo. Mi cuerpo que no reaccionaba. Pero yo seguía luchando, porque quería verlo aunque sea una vez más.
No me importaba en lo absoluto nada. No quería volver a rendirme. Quería seguir en el baile. Quería abrazarlo, besarlo. Quería estar con él y alejarme de todo esto.
Y para conseguir algo, tienes que luchar, Pete.
¿Te acuerdas lo lejos que estaba Ae de ti? ¿Lo imposible que parecía de fijarse en ti?
No.
No fue imposible, porque te miró. Se fijó en ti. Te miró no como a un amigo. Te miró con el alma. Te miró como deseaste que te mirara desde el primer día. Te miró diferente.
Te miró como habías soñado durante mucho tiempo. Y era un desperdicio de tiempo estar rendido en el suelo esperando.
No esperes que te ayuden
Me dijo una vez él. Y me quedó grabado. Yo podía hacer lo que yo quisiera. Yo era fuerte.
Yo podía levantarme. Lo sabía. Lo intenté. Me caí una
Dos
Tres veces.
  Me caía y mi cuerpo parecía no responder. Intentaba incorporarme. Me quejaba, me retorcía de dolor. Pero igual lo intentaba. Pensar en Ae... En mi madre.
Levántate
Por favor.
Lo intenté de nuevo y volví a caer. Sentía puntadas muy fuertes en la espalda, cuello, cabeza y estómago.
Las piernas me temblaban.
Me incorporé sobre los codos y lo volví a intentar. Pude flexionar una pierna y apoyar la rodilla.
Traté de abrir los ojos.
Seguía en el mismo lugar.
Y volteé la cabeza.
Tin.

Lo miré con regocijo. No podía creer que me haya hecho eso.
Me dolía absolutamente todo el cuerpo.
  Tin se veía borroso. Y mi cabeza daba vueltas. Estaba mareado y aturdido.
¿Por qué había escuchado tantas pisadas si solo estaba Tin?
No comprendi nada hasta que me levanté.
Me pude levantar y me apoyé contra un mueble que había ahí. Respiré pesadamente. Puse todo mi peso en ese mueble, y traté de aclarar la vista.
Tin no me decía nada.
Me observé las manos. Sangre seca. Y mucho sudor.
Me iba a desmayar de verdad en cualquier momento. Tenía muchas ganas de vomitar.
Aclaré mi vista. Tin estaba en una silla, recostado respirando pesadamente.
--Tin... ¿Por... qué?
Y él me miró fijo.
Nos miramos fijamente. Hasta que me di cuenta, que su remera estaba cubierta de sangre.
Y él tenía su mano derecha apretándola.
No...
No, Tin.
--¡Tin!
Y quise acercarme y caí. Caí de rodillas frente a él. Él me seguía con la mirada. Se mantenía en silencio, respirando agitado. Sólo se presionaba la herida.
Quería abrazarlo. Gritar por ayuda. Pero me sentía aturdido.
Lo habían herido gravemente y estaba al borde de la muerte.
Supuse, por toda la sangre que manchaba su pecho.
--Tin... Lo... Siento...--pude decir. Estaba llorando, otra vez. Apoyé mi cabeza en sus rodillas y eso pareció causarle un poco de dolor. Me quedé ahí. Un rato, pensando.
¿Que había pasado hace un rato?
Lo miré de nuevo. Él tenía la cara toda sudada y los ojos perdidos en los míos. No hablaba, sólo me miraba.

Trump entró a la habitación de golpe haciendo sobresaltar a ambos. Se quedó perplejo al vernos juntos.
--Volvi, cariño.
¿Iba a volver a golpearme?
No creo soportar más. Si me daba un golpe más... Yo...
Se arrodilló conmigo y me tomó del rostro. Me hacía daño.
--Abre la boca.
No.
La sellé. Hice presión con mucha fuerza.
--Abre la boca, Pete. Por favor...
¡No!
--¡Pete!
--¡No! --grité y lo empujé. El cayó al suelo y yo traté de incorporarme. Fue inútil porque él tomó de mi pierna e hizo que me cayera de nuevo causándome mucho dolor.
--Pete, amor... No me dejas opción...
Y me tumbó al suelo. Acto seguido, se subió encima de mi, dejándome sin aire.
Te lo suplico
No me toques
Estaba tocándome.
No...
Me levantaba la remera.
Ayuda... Por favor.
Me tomó del rostro. No quería que se me acercara.
Golpéame pero no me toques.
No me beses.
No me toques...
Se acercaba a mi boca. Me retorcía de dolor y del asco.
Seguía escuchando pisadas y yo estaba aturdido. Me estaba volviendo loco al escuchar todo eso.
Trump me abrió la boca y metió una pastilla. 
Y la puerta se abrió de par en par.
Escuché gritos, fuertes. Muchas pisadas, las mismas que estaba escuchando hacia unos minutos.
ARRIBA LAS MANOS
¿Por qué me siento tan raro?
Siento que todo pasa lento.
Me siento un poco mejor.
Casi me atraganto con esa pastilla. La metió tan al fondo que me obligó a tragar. Me siento aturdido, pero no como me sentía hace un rato. Estoy como... Nadando en nada.
Observo las cosas del suelo. Que interesantes se ven todas las rayas del diseño.
¿Por qué me estaré fijando en eso, no?
Muchas botas negras.
Muchas voces, pero a lo lejos. Estoy soñando.
Alguien me sostiene. No siento más dolor. Me siento bien, siento que estoy nadando. O viajando, o volando, no entiendo nada.
Me asusto un poco pero a la vez, me siento feliz.
¡Estoy drogado!
Y no puedo sentirme mal. Mi cansancio me va ganando. Alguien me sacude los hombros. Me habían sentado. Alguien se puso frente a mí y me hablaba. Tenía los ojitos chiquitos y no una edad más grande que de 39 años.
Tenía uniforme de policía. No era de policía, éste era distinto. Sabía que era policía por las armas y el traje. ¿Cómo en las películas? Si, exacto.
Me hablaba. Creo que me estaba gritando. Yo no le escuchaba. Era como si mis oídos estuviesen tapados. Comencé a imaginarme a el señor con orejas de elefante. Quise reírme pero no pude. Me mantenía quieto, imaginándome eso.
Me sacudió otra vez, lo noté por el movimiento de sus manos. No había sentido nada. ¡No podía sentir nada! Me sentía anestesiado. Dormido y soñando.
  Veo a mi izquierda. Se llevan a Tin varios hombres.
No se lo lleven por favor.
Intento hablar. No me sale palabra.
El señor que estaba gritándome en frente me obliga a mirarlo. No quiero mirarlo.
Trump es llevado por cuatro de ellos. Le apuntan con armas grandes. Él pone las manos en su cabeza.
Nos estaban salvando. ¡Cómo en las películas!
El señor de enfrente mío me toma el cuello. Me asusto un poco pero sé que no movi ni un sólo músculo.
Tiene guantes negros. Se ve que son cómodos. No sabía porque pensaba que eran cómodos unos guantes.
Se sacó el guante con los dientes. Ahora sí yo lo estaba mirando. Intentando entender qué pasaba.
¿Y si todo esto era producto de mi imaginación? O capaz estaba soñando.
Me quería reír. Me sentía en una película de acción.
Y no me quise reír más, cuando uno de los dedos entró en mi garganta. Uno de los dedos de aquel señor de 30 años físicamente.
Por un segundo, no sentí nada. No entendía por qué me metía los dedos. Yo solo hacía arcadas. No oponía resistencia y eso me molestaba un poco. Yo me estaba dejando hacer lo que quisieran conmigo.
El señor metió el dedo tocando casi el fondo de mi garganta.
Entendí que quería que yo vomitara.
Y después de varias y costosas arcadas, lo logré. Vomité sobre todo el suelo con diseños.
Mi cuerpo recibió una descarga. Y estaba a punto de caer desmayado. Pero el señor que me gritaba me sostuvo en sus brazos y no supe más que pasó.















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¿Piensan que es algo real o es solo producto de su imaginación? :0

Para los que quieran saber. La droga que tomó Pete se llama Burundanga. (Creo que es así)
Es una droga que adormece todo tu cuerpo. No puedes hablar ni moverte, solo puedes pensar y mover los ojos.
Es una droga horrible D: se imaginarán :(( creo que en varios casos te sientes como perdido y eso.
Ya saben. Vayan poniendo sus comentarios que eso me motiva a seguir! Los amo!

Desde el primer día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora