XIX. Llueve sobre mojado.

2.2K 204 61
                                    

(+18)

Narra Pete:

El beso se intensificó más de la cuenta. Yo lo estaba disfrutando. Me encantaba besar a Ae.
Esperaba ansiosamente sus manos en mi cadera.
O sus manos en otro lado.

Ya.

No podía detener esos pensamientos lujuriosos que vacilan por mi mente.
Si bien en el baño del estacionamiento me sentí agusto, sentía que ahora me estaba dando una revancha. Hacía mucho tiempo no teníamos sexo, ¿No? No me sentía herido, ni mal, me sentía con ánimos de empezar la mañana de esta forma.
Para mi suerte, estos eran pensamientos y no palabras. A veces me daba timidez decir lo que realmente pensaba.
La lluvia afuera parecía no cesar en ningún momento. El clima estaba agradable, ni frío, ni calor.
Sólo yo tenía calor.
Ae por fin movió sus manos. Se puso encima de mi.
Mi corazón parecía contento. A veces me sentía un pícaro por tener los pensamientos tan pervertidos. Pero Ae de verdad me volvía loco.
Mi cara se ponía roja. Y mis pensamientos disparaban para todos lados.
Mi mano enyesada la puse arriba del hombro de Ae. No me dolía para nada. Ahora no podía sentir otra cosa que ganas de que Ae me tuviese bajo suyo y...
¡Pete, qué cosas piensas!

¡De todas formas, era mi pensamiento!
Claro, que eso causa que mi cara se vuelva mucho más roja de lo normal.
Y para colmo, estaba excitado.
Ae me miró a los ojos un rato. Había demasiada tensión sexual en esta habitación.
¡Por Dios, deja de mirarme así Ae!
--Ae... No... Me mires --le dije. Me quise cubrir el rostro pero él no me dejó. Aprisionó mi mano sana contra la cama.
Carajo. ¡Hazlo ya!
--Extrañaba escucharte... --me dijo. Y comenzó a besarme el cuello. Todo mi cuerpo sintió cosquillas. Ahora no podía pensar en nada.
Me dió suaves besos por todo el cuello.
Me ponía nervioso que fuese todo tan pausado. Mi cuerpo comenzaba a moverse por sí solo exigiendo... Su cuerpo.
Ae se rió a lo bajo. Entendí todo. Se estaba burlando de mi.
Un calor recorrió todo mi cuerpo. Una impotencia, pero lejos de ser mala, se convirtió en una especie de venganza.
Dulce
Y deliciosa
Venganza.

¿Quería provocarme?
Ahora soy yo el que está sonriendo cuando pienso lo que pienso.
Tomé una gran bocanada de aire antes de hacer lo que iba a hacer.
Me liberé del agarre de Ae y de un rápido movimiento me puse yo encima de él. No entiendo bien como logré hacerlo, pero ahora estaba sentado yo encima de él. Él me miró perplejo.
Ahora era yo el que quería reírme.
--Te estabas burlando Ae... Eres malo... --le hablé con voz tierna y su cara de perplejidad, se tornó en una oscura, cegada por la lujuria.
¿Y si juego un rato más?
Ni tu vas a aguantar tanto Pete, un beso más que te dé y ya vas a querer tenerlo dentro...
Causaba tanto rechazo mis propios pensamientos que a veces me odiaba. Mis propios pensamientos no me dejaban seguir.
No era mi culpa desear tanto así a Ae.
¡Lo juro! ¡Era imposible no hacerlo!
Ae se quedó tieso mirándome fijamente. Pasé mis dos manos alrededor de su cabeza y lentamente me acerqué a su boca.
Y ahí me quedé. Lo único que hice fue dar un mínimo roce de labios.
La erección debajo de mi me estaba molestando.
Y no justamente por que sea incómoda. Sino porque yo también me sentía torturado.

No me reconocía así. Generalmente yo soy muy tímido y nada vengativo. Pero ahora, jugar así con la lujuria de Ae me provocaba mucho.
Me provocaba cierta satisfacción.
Admito que eso es lo que siempre me gustó hacer. Seducirlo. Estar cerquita y que él sienta deseos de acercarse más. Me funcionó en varias ocasiones.

Su erección estaba durísima. La podía sentir. Sentía su respiración agitada.

Aguanta Pete... Aguanta...

Mi cara a milímetros de la suya. Después del roce, me digné a sonreír, y acto seguido, salí de la cama.
Quise reírme en voz alta cuando me bajé de su regazo. Pero solo apreté los labios.
Claro... Si no te conociera Ae...
Caminé creo que tres pasos. No me dirigía hacia ningún lugar.

Desde el primer día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora