II. ¿Te vuelvo a ver?

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La necesidad insaciable de salir corriendo cada vez que Pete llora, es intolerable. Quería abrazarlo y consolarlo como hice desde el día que lo conocí. Él era como mi niño, o yo como su cuidador.
Pero este llanto era intenso, lleno de ¿dolor?. No era un llanto como el que tenía siempre; este estaba cargado de algo. No podía descrifrar qué exactamente. Angustia, rabia...
Cuando él lloraba cada vez que algo le salía mal, arrugaba la cara y sus mejillas se ponían rojas. Al igual que su nariz. No dejaba de ser hermoso, nunca podría decir eso. Pero odiaba esa expresión suya llena de dolor.
--Pete, por Dios, ¿Dime qué pasa? Me estoy volviendo loco. Estoy a punto de irme corriendo hasta allá...
--Ae lo siento, lo siento mucho...
No me quise imaginar nada. No quise pensar en nada. Solo quería que él me lo dijera, que él me mirara a los ojos y me dijera que estaba pasando.
--¡Pete, habla! ¿¡Qué sucedió!?
Y cortó la llamada.
Di un golpe a la pared que seguramente despertó a todos los chicos.
Pond se levantó de un salto. Me miró incrédulo y somnoliento. Y también con cierto aire de reproche.
--Ae... ¿Que caraj...?
-- Cierra la boca Pond...
Intenté llamar a Pete de nuevo, no contestaba.
--Oh, estás de nuevo preocupado por Pete... Ya veo...
--Me llamó llorando muy fuerte y me pedía perdón --le respondí. Iba a morir de los nervios.
--No pienses que él te está engañando amigo... Sabes que Pete es muy sensible y...
--¡No pienso eso!
O eso me quería hacer entender a mi mismo. Pete jamás me haría algo malo a mi. Él estaba enamorado de mi, y yo de él. Somos novios.
Los novios no se engañan. Menos si se aman.
No me quería comer la cabeza más de la cuenta.

Estuve un rato así. Con la mano un poco lastimada intentando llamar a Pete. Daba ocupado. Fuera del área de línea. Ocupado.
Me iba a volver loco de verdad.
Le habré llamado unas 30 veces en lo que va de que hablamos. Seguía sin responder. A todo esto, Pond ya se había levantado, cambiado, bañado, y hecho el bolso.
--Amigo no te preocupes. Seguro no es nada grave. Tranquilízate. Seguro se quedó sin batería en su celular. --me dijo tocándome el hombro. Lo miré fijamente y bufé pesadamente. Quizás tenía razón este idiota.
Guardé el celular y tomé mis cosas para darme un baño. Estaba todo sudado y lleno de arena.
Por supuesto, en la ducha me imaginé las miles de opciones que él podía decirme. Hasta pensé en que quizás estaba cansado de mi. O que quizás ya le gusta alguien más. Y me sentía un idiota por pensarlo.
Pero no se me ocurría que otra cosa podía ser.
Salí de la ducha. No me sentía relajado en lo absoluto. Al contrario, mi cabeza estaba a mil por hora. Me estaba comiendo la cabeza.
Incluso si fuese una estupidez lo que pasaba, él estaba llorando. Y muy fuerte. Se lo notaba dolido. Y yo no estaba ahí con él. Y eso lo que me tenía tan acelerado.
Yo no estaba.


Los chicos ya estaban listos todos. Nos subimos en distintos autos y yo iba con Pond y Ping en el mismo auto. Yo iba del lado de la ventana. Intenté llamarlo unas 10 veces más por ahí pero otra vez no hubo respuesta.
Y viajamos, horas.
Horas que para mí fueron totalmente eternas y torturosas.
Solo quería verlo y abrazarlo. No me importa qué pasaba. Solo quería estar con mi Pete.

Desde el primer día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora