Capítulo XI (parte I)

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¿Ellos no...

Domingo 20 de Enero

Abro los ojos, estoy en mi habitación. Me duele mucho mi cabeza. Me levanto y me dirijo a la ventana, pero está cerrada con un candado. Aun así puedo ver que está nevando afuera.

Voy al baño, me miro al espejo, estoy limpia; traigo puesta mi ropa de dormir y un vendaje en el hombro.

Saco del armario unas botas, unos jeans azul marino y una blusa rosada de manga larga. Después de vestirme tomo una gabardina negra.

Busco mi teléfono por todos lados, no lo encuentro. Pasado unos minutos vibra y lo localizo bajo mi ropa sucia.

Tengo un mensaje de Neizan.

[Neizan, 10:03 a. m.]
«Nila, ¿estás segura
que sabes todo sobre
ti? Te veo en una hora
en la cafetería de la
calle Safari.»

Bien, iré, ahora solo tengo que salir de aquí. Intento abrir la puerta pero está cerrada por fuera, forcejeo con ella.

«¡Ah!, maldita puerta, ¡abre!»

Me lanzo contra ella haciéndome daño en mi hombro lastimado. Suelto un lloriqueo y me siento en el suelo.

Alguien abre la puerta.

—Hija, buenos días. —Es mi madre, trae un desayuno y una cara de seriedad como nunca la había visto.

—Hola, mamá, ¿por qué no puedo salir ni siquiera de mi recámara?

—Es por tú seguridad.

La miro con desagrado, ella deja la charola con la comida en el buró de la cama y sale de aquí.

Empiezo a comerme uno de los sándwich cuando escucho que abren la puerta, esta vez es mi padre.

—¿Cómo te enteraste?

«Sí, estoy bien. Gracias», me quejo internamente.

—Secuestraron a una persona, y las pistas para dar con él me conectaron con tú empresa... La respetable "Profesionistas Incorpore A. W."

—¿Y eso a ti, qué?

—Pues nada grave, sólo intentaron matarme y temo que tenga que ver también algo conmigo.

—No creo, solo secuestrarte. Luego pedirían tu rescate por algunos millones y te soltarían. Recuerda de quién eres hija —me contesta evasivo. 

—No sé de quien soy hija, y justo ahora dudo que tú seas mi... —La conversación es muy tensa—. ¿Algo más que deba saber, papá? —pregunto.

Mi padre lo piensa un poco, después de unos segundos me responde.

—El mundo no es como tú crees.

—Usted me enseñó el mundo así. Pero tal vez me haya mentido...

Él me mira y se va cerrando la puerta con llave.

Estoy segura que algo me ocultan.

Miro mi teléfono, han pasado ya 30 minutos. Decido mandarle mensaje a Neizan.

[Nila, 10:34 a. m]

«Mis padres me
encerraron, estaciónate
en la esquina de mi
casa, salgo en
15 minutos.»

[Neizan, 10:35 a. m]
«Está bien.»

Medito un poco la situación. Hace mucho frió ahora. Decido sacar unos guantes. Aquí solo tengo guantes ridículos, son anaranjados con estrellas moradas, pero prefiero eso a que se congelen mis manos.

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