Capítulo III

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Maestra muerta y chico nuevo

Lunes 07 de enero

Hoy iniciamos un nuevo curso escolar, como mis ganas de ir son nulas voy 25 minutos tarde. Llegando a mi salón puedo notar dos cosas: la primera es que mis compañeros siguen siendo unos idiotas (y los mismos de siempre), pero que entre esos idiotas hay uno nuevo. Y la segunda es que la maestra de voz chillona no ha llegado.

—Vaya —me digo sin ganas— primer día de este curso y ya tengo mi primera hora libre...

—No va a venir la maestra —contesta una compañera, al parecer pensé en voz alta—. Ella murió el día que salimos de vacaciones.

Ese comentario por algún motivo me llena de euforia.

—Pero, ¿cómo paso? —pregunto con interés aunque creo ya saber la respuesta.

—Pues... mira —me dice mientras saca algo de su fea mochila color amarillo limón—, aquí esta el periódico de ese día, te lo voy a leer.

Mientras dice aquello me entra un escalofrío por la emoción de saber que va a decir.

«"El Periodista Fantasma"

Fecha 21 de diciembre de...

—Solo lee la maldita noticia, tonta —le digo con una voz tan fuerte que todos voltean a vernos. Ella solo me mira y continúa:

«El día de hoy en la carretera número 33 que se encuentra a la salida de la ciudad, un coche color verde esmeralda perdió el control de los frenos y se estrelló contra una pipa de gas. Hasta el momento solo la conductora, quien era profesora de educación media superior perdió la vida y el conductor de la pipa se encuentra en el hospital. Se hará la investigación correspondiente para determi...»

—Ya, cállate, entendí —le digo a Karla con voz aburrida.

—Está bien.

—Gracias.

—Ok... —contesta Karla no muy segura de mi respuesta. Ella guarda su periódico y se va sin decir algo más.

Bueno, se lo merecía esa maestra.

Mientras pasa el rato me pongo a observar mi salón, caigo en cuenta que hay muchas ventanas muy grandes donde yo podría caber. La puerta es de cristal donde también podría atravesar sin abrirla. Al parecer quien diseño el salón no quería darnos nada de privacidad con tanto cristal, menos mal que hay cortinas negras que pueden tapar un poco.

Al salir de mi salón a la hora del descanso voy a la cafetería, compro unas galletas y un refresco, me dirijo a la única mesa vacía que hay, cuando, antes de sentarme, llega el chico nuevo de mi clase y se sienta en una de las sillas.

—Largate, aquí voy yo —le digo antipáticamente. No sé porque dije eso. A veces digo cosas sin pensar.

—No me importa —me contesta con frialdad.

Igual me siento frente a él, sin darle importancia, puedo observar su cabello castaño, un poco largo y algo despeinado. Sus ojos son color miel y su piel es clara.

—Tú debes ser la Reina Fría.

—¿Qué? —contesto con incredulidad absoluta—. ¿De que demonios hablas?

—Eres Nila Wokert, ¿no?

—Ajá...

—Creí que en serio dabas miedo como muchos dicen, pero realmente eres patética.

«No lo hagas, no lo hagas...», me dice mi mente, pero demasiado tarde, ya me he levantado y le acabo de dar un puñetazo en la cara.

—Ja, ja, ja, no me dolió.

—Tal vez a ti no, pero a tu nariz sí, estás sangrando.

Él saca su teléfono y se mira a modo de que fuese un espejo.

—Bueno, eh, necesito limpiarme. ¿Pero en qué? —me dice tranquilamente mientras se levanta y me jala del brazo hacia él—. Oh si, ya sé en que.

Él se agacha a la altura de mi estomago y empieza a limpiarse la nariz con mi blusa, que, para colmo es blanca.

—¡Oye! ¡Suéltame! —le  grité enojada sin poder hacer algo para evitar que manchara mi blusa.

—Si, así esta mejor —dice con un gran cinismo.

—¡Maldito! —bufé.

—Oh, tranquila, ahora se ve más linda. Le quita lo simple.

Saco de mi mochila mi sudadera, me la pongo y me voy de ahí muy enojada, pero, sin decir algo más.

Esté tipo me cae muy mal, pero, es... ¿lindo?

Neizan Hackler

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Neizan Hackler.

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