Capítulo XV

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Aclara una mente sin corazón

Miércoles 30 de Enero

Llegamos a una mansión, junto a una playa. La magia que nos trajo aquí me ha mareado un poco.

Lo primero que han hecho es darme un vaso con agua de un sabor a uva. Es un tranquilizante, pero no me duerme, solo me ha relajado mucho, lo cual sirve porque hace que mis heridas ardan mucho menos.

Una chica a la cual yo reconozco me recibe sorprendida.

—¿Alissa? —tartamudeo suavemente.

—Sí, señorita, soy yo, venga conmigo, le daré un baño. Debo admitir que se ve terrible. —Alissa me toma entre sus brazos y me lleva hasta una recámara, abre con cuidado la puerta, me sienta en la cama y se dirige a la puerta contraria a la que entramos, se escucha como abre una llave de agua. Mientras tanto, yo observo la habitación. Cuando por fin sale, me lleva con ella. Me siento como si estuviera ebria. Me coloca en la bañara, me quita la bata y descubre todas las heridas que tengo.

—¡Ay, por Dios! ¿Qué le han hecho? —exclama Alissa asustada y nerviosa.

—Un brujo planeó durante años secuestrarme y lo logró. Me golpearon sus esbirros. Un psicópata intentó violarme de una forma sádica. Durante la Gran Luna Azul un brujo me asesinó con una daga, con la cual atravesó mi pecho para sacarme el corazón. Me revivieron de una forma que no logro entender. Me enfrenté al brujo y lo logré matar. Luego conocí a mi padre biológico. Y bueno, así quedé —contesté de forma irónica y muy rápido.

Alissa se me queda viendo con incredulidad. Puedo notar lo extrañada que está y la entiendo, mi historia es poco convincente, suena como la historia de un borracho, o de un libro de ficción. Pero fue real, muy real.

Mientras ella en silencio lava mi cuerpo con un jabón que penetra todas mis heridas, yo no puedo evitar pensar en todo aquello que pasó. No me siento capaz de asimilar que estuve muerta unos minutos, y que en mi pecho no hay un corazón, solo un cristal mágico haciendo su función...

—¡Ay! Cuidado con mi cuello —le digo en un suspiro después de que talló demasiado fuerte donde una mano de hiedra casi me mata.

—Perdón, señorita, si no le molesta, me atrevo a preguntar, ¿qué le pasó en el cuello?

—El psicópata puso su mano de hiedra venenosa sobre mi cuello mientras estaba colgada de manos...

—¿Cómo? —exclama con confusión.

—Es una larga y confusa historia.

Puedo notar que no entiende nada de lo que digo.

—Sé que es raro lo que diré, pero, tengo magia, lo sé, es increíble, literalmente, pero es cierto.

Decido hacer una muestra de mi magia, pero no sé como. Me siento tan inexperta en esto. Se me ocurre...

Con los dedos imagino que estoy formando un remolino con el agua de la bañera, cuando de repente salta agua de ahí, salpicando a Alissa y formando el pequeño remolino que imaginé.

Alissa está sorprendida, pero parece creerme.

Salimos del cuarto de baño y llegamos nuevamente a la recámara. Sobre la cama hay un pantalón para dormir, una blusa de tirantes y una sudadera (los cuales no vi cuando entramos). Me visto con todo, y cuando me voy a poner la sudadera Alissa me detiene.

—Antes de que se ponga la sudadera debo curarle las heridas.

Yo asiento con la cabeza. Me acuesto en la cama, ella sale un momento y regresa con un pequeño botiquín.

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