Capítulo 9

826 55 50
                                    

Marco

Para mi sorpresa, cuando entro al gimnasio quince minutos más tarde de encontrarme con Emma, ella ya está ahí enfundada en unos shorts Eclipse de Nike y en su reglamentario sujetador deportivo Indy que siempre usa saltando a la cuerda.

Joder, ¿cómo puede gustarme tanto esta mujer?

-Te vas a resfriar tan poco abrigada...

-¿Tú que haces aquí? -para de saltar de inmediato y me mira a través del espejo.

-Pero si ya te lo he dicho... ¡qué mujer! No me escuchas cuando hablo eh...

Me siento en la bicicleta estática más próxima a ella mientras esta se queda mirándome con un gesto de incredulidad.

-No te sorprendas que no me pienso ir.

-Eres insufrible -pone los ojos en banco antes de recoger la comba que está tirada en el suelo a sus pies.

Durante aproximadamente quince minutos Emma no deja de saltar si un solo segundo, manteniendo un ritmo rápido y ágil, mientras yo me deleito sin dejar de pedalear de como el cuerpo de la catalana de estira y se contrae sin apenas ninguna dificultad.

Cuando termina, bebe un sorbo de agua y me dedica una mirada atrevida a la vez que se sube a una de las cintas de correr y empieza a trotar.

-¿Desde cuándo estás tan metida en el mundo del deporte? -la chincho al verla tan concentrada en sus ejercicios.

-Trabajar rodeada de gente haciendo deporte es lo que tiene... al final te vicias.

Ahora soy yo el que cambia de ejercicio para pasar a hacer algo de pesas. Me tumbo en el banco y levanto un par de veces la barra con un peso de 95 kilos antes de decidirme a tentar a la suerte de nuevo.

-¿Te importa que me quite la camiseta? -sonrío con picardía cuando ella se pone los cascos, accediendo sin decir nada -. Genial.

Debo admitir que ahora mismo, estando tan cerca de ella, el que se pone nervioso como un crío soy yo, algo paradójico cuando hace tan solo unas temporadas era ella quien temblaba como una hoja cuando le susurraba algo al oído. Y ahora ella tiene tanta confianza en sí misma...

Tarda más de cuarenta minutos en bajarse de la cinta jadeando, con un notable cansancio a causa del esfuerzo.

-Estás en forma, eh... -la adulo acercándome a ella.

-Marco... deberías irte y prepararte para esta tarde -evita mi cara ella, temerosa.

-¿Debería? ¿Estás segura de ello? -vuelvo a intentar acariciar la parte baja de su espalda, que brilla cubierta por gotitas de sudor.

-Esto no está bien. Yo tengo novio, y tu... no sé lo que tendrás tú por ahí.

-No tengo nada por ahí fuera.

-Bien... osea, a ver, que me da igual si tienes novia porque tu y yo... quiero decir, no hay nada entre nosotros y...

-Emma. No tengo novia ni nada parecido. Me gustas tú.

Silencio, silencio y más silencio. Joder me estoy empezando a acojonar de que ahora me mande a la mierda o algo parecido. Pero por suerte no, su seria expresión flaquea y una sonrisa de alivio se asoma por la comisura de sus labios.

Reticente, se acerca a mi y con cautela rodea mi cuello con sus manos y cuando sus pequeños y finos dedos fríos rozan mi piel, esta se eriza al instante por el anhelado contacto de su piel con la mía.

-No sabes la de tiempo que llevo esperando para poder volver a estar contigo -le susurro contra el cuello y noto como se estremece, lo que me hace sonreír.

A pesar de haber pasado tres temporadas separados por mil quinientos kilómetros todavía sé perfectamente como hacer que su cuerpo se moldee a mi parecer y eso es algo que nadie podrá hacer que cambie.

-Ha pasado demasiado tiempo ya... -protesta cuando la incito a rodear mi cintura con sus piernas.

-Sigo queriendo ser el que te proteja de todo y quien se despierte a tu lado todas las mañanas, Emma -le aseguro acariciando su mentón con mi nariz mientras ella tan solo cierra los ojos y me deja hacer a mi parecer.

-Es un poco tarde para eso, ¿no crees? 

Instintivamente nos separamos al escuchar la voz de Isco a la entrada del gimnasio. Cuando le miro a los ojos observo una expresión de odio y de furia dedicada a mí, pero de todas formas no puedo evitar situarme delante del cuerpo de Emma, por lo que pueda pasar.

-Isco, tío, antes o después tendré que hablar con ella, ¿no? -digo con cuidado, temiendo su reacción.

-Podrías haber hablado con ella antes de irte a Milán, por ejemplo, cobarde de mierda. Acepta que no tuviste los cojones de hablar con ella porque esperabas que ella correría detrás de ti como un perro faldero.

-Eso no es verdad.

-¿No lo es? ¡Y una mierda, Marco! Deja de meter las narices donde no te llaman de una puta vez. Siempre apareces para poner su mundo patas arriba cuando más cuerdo está; la rompes en mil pedazos, esperas que sea el resto quien arregle tus cagadas y la recomponga para que tu vuelvas a jugar con ella y vuelva a empezar la rueda.

-No tienes ni puta idea de lo difícil que fue para mí tomar esa decisión.

-¡Vete a tomar por culo! Eres un puto crío que no sabe aceptar sus cagadas -jadea él cabreado-. El día que te enfrentes a toda la mierda que creas y madures de una puta vez tendrás derecho a volver. ¿Es que no ves que siempre vuelves cuando ella ha pasado página? 

-Isco... -la voz decidida de Emma suena a mis espaldas, pero el malagueño no va a darse por vencido tan pronto.

-Déjala vivir su vida, coño. Tiene como novio a un tío que se preocupa realmente por ella, que la cuida y la quiere. ¿Y tú? ¿No puedes ver que eres la persona que más daño le causa? Por una vez en tu vida no seas un egoísta de mierda y deja que haga su vida.

-¡Isco, déjalo en paz ya! No te metas en esto.

-Emma, vámonos.

De un brusco movimiento, Isco agarra con fuerza el brazo de Emma y la aparta de mi, y pese a que ella me mire pidiéndome ayuda yo me quedo clavado en el suelo sin saber qué hacer, porque por mucho que me duela, sé que Isco tiene razón.

-Tanto que te preocupas por quien está Emma... -grito llamando su atención-, ¿no estarás enamorado de ella?

Lo he conseguido.

Isco frena en seco al escuchar eso y se vuelve decidido hacia mi.

-¿Qué has dicho? -me da la posibilidad de recular, pero no pienso dejar que trate a mi chica como una cría pequeña sin que yo diga nada.

-Te pregunto que si no estás enamorado de ella.

-¿Tu eres gilipollas o qué te pasa?

-¿Qué pasa? ¿Te cabrea que te cuestionen? Anda mira, es lo que llevas haciendo conmigo desde el día que puse un pie en Madrid.

-Serás cabronazo... ¡¿Por qué no estuviste cuando tocaba consolarla, eh?! Mucho la quieres pero luego en los momentos decisivos desapareces. Eres un cobarde de mierda, acéptalo de una puta vez.

No tengo tiempo de reaccionar pues un segundo después su puño colisiona contra mi mandíbula con fuerza y determinación.

There's nothing I won't do [SAGA THINGS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora