Capítulo 14

684 46 9
                                    

-Hay que ver niña... -me sonríe airado cuando el chaval pelirrojo se ha ido al fin-. Me tengo que pelear con todo el mundo por ti eh, al final voy a empezar a temer por mi seguridad.

-Te metes en peleas tu solito -me río dándole una palmada a brazo derecho mientras le doy un sorbo a mi ginebra-. Además, el tío ese no estaba mal.

¿Quién dijo que no pudiera divertirme a su costa durante un ratito?

-¿Quién? ¿El micro-ingertos ese? -señala en dirección por donde se ha marchado el pelirrojo-. Tu gusto empeora por momentos, háztelo mirar.

-¡No estaba tan mal!

Marco hace ademán de quitarme mi copa de balón pero yo me resisto girando sobre mis talones, para evitar sus manos ágiles.

-Dame eso, ya has bebido mucho -intenta sonar serio pero se echa a reír nada más terminar de pronunciar la frase-. Además, no era tu tipo.

-¿Mi tipo? ¿Y quién mi tipo?

-Yo -sonríe abiertamente pretendiendo ser un niño bueno tan solo a un par de centímetros de mis labios y no puedo evitar que mis ojos se claven en los suyos cuando aprovecha para lamérselos procurando contenerse.

Salvada por la campana, <<Enamorada>> de Pedrina y Rio suena a todo volumen en la discoteca, así que de un trago me acabo el contenido de la copa y como puedo vuelvo a dejarla encima de la barra. El mallorquín aprovecha este gesto para mirarme con una ceja levantada y una media sonrisa, cuestionando mis prisas.

-¿Bailas?

-¡Qué honor! Estoy tan nervioso que quizá te pise los pies eh... -se burla de mi.

Aprovechamos el ritmo lento de la canción para pegarnos el uno al otro. Con mi espalda apoyada en su pecho me balanceo siguiendo la voz de Pedrina y él tan solo se limita a acariciar con cuidado la curva que crean mis caderas.

Quiero decirte que te quiero y confesarte lo que siento...

Conforme avanza la letra, ambos nos relajamos y volvemos a sentirnos uno solo, así que no me sorprendo a mi misma cuando me giro para rozar mis labios con los suyos antes de que él me dedique una sonrisa traviesa.

Quiero tenerte apretadito y darte muchos, muchos picos...

Marco vuelve a girarme y seguimos bailando la canción. Me sorprende cuando sus brazos rodean mi cuerpo pegándome contra su cuerpo torneado. Joder, si es que está para comérselo... Entre el alcohol, el calor y tanto rocecito al final vamos a acabar haciendo cosas que no deberíamos...

No puedo terminar de pensar cuando su entrepierna me hace entender que está pensando en lo mismo que yo.

-¿Nos vamos? -me sonríe dejando caer su cabeza sobre mi hombro.





-¿¡Tienes una guitarra?! -Marco se ha ofrecido a prepararme un mojito en cuanto hemos llegado a casa, y pese a que no era de fresa me ha jurado y perjurado que los suyos de menta están igual o más buenos.

-¿Eh? -me tiende mi vaso y vuelve a alejarse para ir a buscar el suyo-. ¡Ah, eso! La compró Igor en alguno de sus viajes a Cádiz, pero ninguno sabemos tocarla, así que la tenemos como decoración...

-Ya os vale... -atrapo entre mis dedos el precioso instrumento y tanteo las cuerdas para comprobar que, efectivamente, no la tienen afinada.

-¿Sabes tocar la guitarra? -me pregunta observando divertido como me he tirado al suelo cual niña pequeña.

-Aprendí en uno de los viajes a Tenerife con Sara, ya sabes el típico propósito de verano...

Mis dedos, resabiados por la repetición de los acordes, empiezan a tantear con las primeras notas de la canción que tantas veces canté a voz en grito con la canaria cuando Marco se marchó. Nuestra terapia personal, como la llamaba ella.

-¿Puedo? -le pregunto señalando la guitarra mientras el me observa con orgullo.

-Por favor...

Los primeros acordes le dejan un tanto sorprendido, pero en cuanto cierro los ojos y me dejo llevar por la letra, siento como Marco suspira, como recordando una canción que llevaba mucho tiempo sin escuchar.

-Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos -dejo que mi lengua acaricie cada palabra que tanto me hicieron llorar años atrás por su alto contenido en sentimiento.

Entreabro un ojo para comprobar que el mallorquín continúa con la vista fija en mi, y yo vuelvo a dejarme llevar por la canción con la que Zahara me robó el corazón.

-Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos -termino la canción sin ser consciente de que unas lágrimas han escapado de la presión de mis ojos y ruedan ahora solitarias por mis mejillas.

-Eh, Emma... ¿estás bien? -en algún punto de la canción Marco se ha arrodillado a mi lado y ahora toma mi cara entre sus manos-. Estás temblando.

-Es que... 

-Sh... -me calla-, no tienes que decir nada... ¿Te quedas a dormir?

There's nothing I won't do [SAGA THINGS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora