Capítulo 4. Conocidos.

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Era fin de semana y necesitaba salir a respirar un poco. Tomé la correa de Kennedy y lo saqué a pasear. Estaba concentrada pensando en lo que haría el lunes para el trabajo. La verdad es que eso me estaba consumiendo mucho. Ya ni recordaba el número de los celulares de mis antiguos amigos. ¿Aún tengo amigos? En fin, estaba recorriendo el parque cuando un Beagle se me hizo conocido. 

Solté a Kennedy y rápidamente se acercó al otro, comenzaron a jugar y me senté cerca de ellos para cuidarlos. 

- Hola –me dijo una rubia a mi lado. 

- Hola –saludé, ella parecía ser agradable. Era muy hermosa, tenía los ojos grandes y azules, vestía unos jeans y una chaqueta café, traía una coleta. 

- ¿Eres la dueña de ese Beagle? –preguntó. 

- Sí, se llama Kennedy –le informé. 

- El guapo de allí se llama Brucie –me dijo. Yo recordé al Brucie de Jones. 

- ¿Tiene algo que ver con los chicos de Mcfly? –pregunté y ella sonrió apenada. 

- Sí, bueno… soy Georgia Horsley, soy novia de Danny Jones –dijo y yo abrí los ojos sorprendida. 

- Oh, lo siento. No sabía –dije apenada. 

- No importa, es extraño que alguien no me reconozca al instante –dijo. 

- Hay mucha gente en el mundo –le dije-. No tengo que conocer a todos. Además, no soy fan de la banda. Simplemente los conozco de vista. 

- Te la recomiendo –me dijo- son buenos, y no te lo digo porque sea novia de un integrante. 

- Gracias –le dije- algún día escucharé música. 

- ¿No te gusta? –preguntó. Yo me le quedé viendo a Kennedy. 

- Me gustaba mucho, ahora no escucho tanto y tampoco enciendo el televisor. Mi trabajo me consume. 

- Es una pena –dijo. Mi celular vibraba y era mi jefe. Suspiré. ¿Acaso cada que mencionaba mi trabajo, mi jefe me llamaría? 

- Lo siento –le dije- tengo que atender esto. 

- Está bien –dijo sonriente. 

- ¿Te importaría cuidar a Kennedy un rato? 

- No –dijo y tomó la correa. Me alejé de ella y desbloqueé el celular. 

- ¿Hola? 

- Señorita Jones, ¿sabe dónde dejé mi traje sastre azul? –esto era increíble. 

- Supongo que en su casa –dije.

- No está –dijo apenado.

- Acabo de recordar que me pidió que lo mandara a la tintorería. Está a mi nombre… -dije dándome un golpecito en la frente. 

- ¿Podrías traérmelo a mi casa? 

- ¿Ahora? –pregunté un tanto molesta. 

- Sí, por favor –pidió. 

- De acuerdo, señor. En un momento se lo llevo. 

- Antes de medio día por favor –pidió y colgó. Vi mi reloj y faltaba media hora. 

Rápidamente regresé por Kennedy y allí se encontraba Danny con su novia. Me acerqué y le puse la correa a mi perro. 

- Hola –dije apresurada, busqué las llaves de mi auto. Si iba a mi casa y luego a la tintorería no me alcanzaría el tiempo. 

Chills in the EveningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora