Capítulo 33. ¡No te vas a ir!

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Cuando desperté estaba recostada en una camilla y el pitido de una máquina me hizo abrir los ojos. Mis manos estaban realmente calientitas, miré a mi lado derecho y Tom estaba viéndome con media sonrisa. 

- Hola –saludó- ¿cómo te sientes? –preguntó. 

- ¿Dónde está Dougie? –pregunté y él hizo media sonrisa. 

- Aquí –dijo en medio de un estornudo. Miré a mi lado derecho y allí estaba él, con la nariz y las mejillas realmente sonrojadas. Sonreía de lado, así que me hizo sentir mucho más segura. 

- ¿Estás bien? –pregunté y él asintió. 

- Con un resfriado terrible –respondió y yo reí- ¿cómo te sientes? 

- Bien –respondí limpiándome la nariz, parece ser que yo también me resfriaría. 

- Que bueno que el chico que venía con Dougie los vio caerse… sino no sabemos en qué hubiera acabado todo esto –comentó Gio negando la cabeza un tanto espantada. 

- Sí, que bueno –suspiré. Un doctor entró e nuestra habitación y me miraba con cierta preocupación. 

- Buenos días –suspiró-, necesito hablar con la señorita Jones a solas, así que… si me permiten –señaló la puerta con la mirada. Tom y Gio entrecerraron los ojos pero luego de sonreírme salieron. 

- ¿Pasa algo? –pregunté preocupada. 

Él se acercó a mí, pero cerró la cortina que dividía la habitación entre Dougie y yo. Me miró directamente a los ojos y suspiró. 

- Cuando llegaste –dijo en un susurro para que solo yo lo escuchara, esto no me gustaba para nada-, te hicimos un ultrasonido, pues lo único que decías era: “mi bebé, mi bebé”. 

- ¿Y luego? –dije, las lágrimas ya se estaban haciendo presentes. 

- No escuchamos sus latidos –pronunció lentamente- Lo siento –susurró. 

- ¿Murió? –pregunté con el corazón en las manos, lo dije tan quedito que pensé que no me había escuchado. 

- Sí –susurró. Me puse las manos en la boca para no gritar. Sentí que todo mi mundo se me venía encima-, no sobrevivió ante la temperatura que tu cuerpo mantenía al salir del agua. Tendremos que hacerte un degrado –susurró. Yo negué muchas veces con la cabeza y las lágrimas salpicaban a mi alrededor. 

(Narra Dougie) 

Cuando el doctor llegó y pidió hablar con Minna a solas sentí rápidamente que algo no andaba bien. Tom y Giovanna salieron de la habitación. Miré detenidamente al doctor y no venía a una visita normal. Caminó hasta la división de las camas y cerró la cortina que nos separaba. 

Suspiré. Como el monitor lo marcaba mi corazón se comenzaba a acelerar… ¿qué le estará diciendo a mi prometida? –me preguntaba una y otra vez. Esperé durante unos minutos hasta que de repente, sentí que la sangre se me iba hasta los pies al escuchar su grito. 

- ¡Dougie! –me levanté arrancándome los cables que tenía en el cuerpo. Corrí la cortina y vi a Minna roja y con lágrimas en su rostro. Me acerqué rápidamente a ella. Sin decir nada la abracé y ella se acurrucó en mi pecho. 

- Sh… tranquila, tranquila –dije una y otra vez. 

- Dougie –ella lloraba con una desesperación jamás antes vista. Incluso sentí que en cualquier momento yo me podría romper. 

- Nuestro hijo… nuestro hijo –sollozaba- ¡murió! –gritó. 

No supe lo que fue, pero algo en mí se rompió. Me quedé paralizado al escucharla gritar eso. La sensación de vacío se hizo presente y no pude escuchar más sus gritos. Simplemente silencio. El doctor agachó la cabeza y salió de la habitación. Minna me ceñía a ella y yo la apretaba a mí. No podía mirarla a los ojos porque sentía que derramaría todo mi dolor en ella. Traté de tragar saliva pero se atoraba en mi garganta. Comencé llorar desesperadamente a la misma sintonía que ella. Era mi primer pequeño y lo habíamos perdido. Me aferré a ella y la apreté lo más que pude, mis ojos ardían fuertemente y yo tosía molesto. ¿Por qué? –preguntaba una y otra vez. Ella apretaba con fuerza mi brazo, parecía querer arrancármelo. 

Chills in the EveningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora