Cuando desperté estaba recostada en una camilla y el pitido de una máquina me hizo abrir los ojos. Mis manos estaban realmente calientitas, miré a mi lado derecho y Tom estaba viéndome con media sonrisa.
- Hola –saludó- ¿cómo te sientes? –preguntó.
- ¿Dónde está Dougie? –pregunté y él hizo media sonrisa.
- Aquí –dijo en medio de un estornudo. Miré a mi lado derecho y allí estaba él, con la nariz y las mejillas realmente sonrojadas. Sonreía de lado, así que me hizo sentir mucho más segura.
- ¿Estás bien? –pregunté y él asintió.
- Con un resfriado terrible –respondió y yo reí- ¿cómo te sientes?
- Bien –respondí limpiándome la nariz, parece ser que yo también me resfriaría.
- Que bueno que el chico que venía con Dougie los vio caerse… sino no sabemos en qué hubiera acabado todo esto –comentó Gio negando la cabeza un tanto espantada.
- Sí, que bueno –suspiré. Un doctor entró e nuestra habitación y me miraba con cierta preocupación.
- Buenos días –suspiró-, necesito hablar con la señorita Jones a solas, así que… si me permiten –señaló la puerta con la mirada. Tom y Gio entrecerraron los ojos pero luego de sonreírme salieron.
- ¿Pasa algo? –pregunté preocupada.
Él se acercó a mí, pero cerró la cortina que dividía la habitación entre Dougie y yo. Me miró directamente a los ojos y suspiró.
- Cuando llegaste –dijo en un susurro para que solo yo lo escuchara, esto no me gustaba para nada-, te hicimos un ultrasonido, pues lo único que decías era: “mi bebé, mi bebé”.
- ¿Y luego? –dije, las lágrimas ya se estaban haciendo presentes.
- No escuchamos sus latidos –pronunció lentamente- Lo siento –susurró.
- ¿Murió? –pregunté con el corazón en las manos, lo dije tan quedito que pensé que no me había escuchado.
- Sí –susurró. Me puse las manos en la boca para no gritar. Sentí que todo mi mundo se me venía encima-, no sobrevivió ante la temperatura que tu cuerpo mantenía al salir del agua. Tendremos que hacerte un degrado –susurró. Yo negué muchas veces con la cabeza y las lágrimas salpicaban a mi alrededor.
(Narra Dougie)
Cuando el doctor llegó y pidió hablar con Minna a solas sentí rápidamente que algo no andaba bien. Tom y Giovanna salieron de la habitación. Miré detenidamente al doctor y no venía a una visita normal. Caminó hasta la división de las camas y cerró la cortina que nos separaba.
Suspiré. Como el monitor lo marcaba mi corazón se comenzaba a acelerar… ¿qué le estará diciendo a mi prometida? –me preguntaba una y otra vez. Esperé durante unos minutos hasta que de repente, sentí que la sangre se me iba hasta los pies al escuchar su grito.
- ¡Dougie! –me levanté arrancándome los cables que tenía en el cuerpo. Corrí la cortina y vi a Minna roja y con lágrimas en su rostro. Me acerqué rápidamente a ella. Sin decir nada la abracé y ella se acurrucó en mi pecho.
- Sh… tranquila, tranquila –dije una y otra vez.
- Dougie –ella lloraba con una desesperación jamás antes vista. Incluso sentí que en cualquier momento yo me podría romper.
- Nuestro hijo… nuestro hijo –sollozaba- ¡murió! –gritó.
No supe lo que fue, pero algo en mí se rompió. Me quedé paralizado al escucharla gritar eso. La sensación de vacío se hizo presente y no pude escuchar más sus gritos. Simplemente silencio. El doctor agachó la cabeza y salió de la habitación. Minna me ceñía a ella y yo la apretaba a mí. No podía mirarla a los ojos porque sentía que derramaría todo mi dolor en ella. Traté de tragar saliva pero se atoraba en mi garganta. Comencé llorar desesperadamente a la misma sintonía que ella. Era mi primer pequeño y lo habíamos perdido. Me aferré a ella y la apreté lo más que pude, mis ojos ardían fuertemente y yo tosía molesto. ¿Por qué? –preguntaba una y otra vez. Ella apretaba con fuerza mi brazo, parecía querer arrancármelo.
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Chills in the Evening
Romance“A menudo, el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”- Alphonse-Marie Louis.