Capítulo 5. Salgamos de Aquí.

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- Por eso creo que sería un gran negocio si nos enviaran las piezas a nosotros –completé yo. 

- ¿Está segura de eso señorita Jones? –preguntó Charles. 

- ¡Por supuesto que sí! –le dije segura- He formado parte de esta empresa por casi ya… cuatro años. No le aconsejaría que nos hiciera socios, si no estuviera segura de lo que le digo. 

- Tienes una gran asistente –comentó Charles a Dallas. 

- Gracias, debo decir que es la mejor que he tenido. Como ella ya no hay –comentó mi jefe- salen una en un millón. 

- ¿Te cansas de trabajar de lunes a viernes de siete de la mañana a nueve de la noche? –preguntó Charles. 

- De hecho trabajo cualquier día de la semana a todas horas –dije viendo a mi jefe. Él se apenó y desvió la mirada. 

- Dallas, deberías de darle unas vacaciones –dijo nuestro futuro socio. 

- Si le doy vacaciones, mi empresa morirá. 

- Dije que le dieras vacaciones, no que la despidieras –todos reímos y Dougie bebió un poco más de su copa. 

- Bueno y… ¿cuándo nos hablarás de tu novio? –preguntó la esposa de Charles. 

- Mi… ¿novio? –pregunté sonrojada y miré a Dougie, él dio un enorme sorbo a su copa- Bueno… -no sabía qué decir- La verdad es que… 

- Amor, no vinimos a tratar cosas personales –reprendió su esposo. 

- Es que se me hace muy conocido, te juro que lo he visto antes –dijo observándolo fijamente. Dougie no decía nada solo sonreía. 

- Está bien –dije sonrojada- me han descubierto. Tomé el directorio y lo abrí en la página de cantantes famosos y allí apareció su nombre. Vi una foto de él y sus ojos me cautivaron, lo alquilé por una noche. 

- ¿Cantante famoso? –preguntó mi jefe. 

- Bueno, él como dije es Dougie Poynter, un integrante de una banda famosa de pop, se llama McFLY, él es el bajista.  

- Ya decía yo que este bombón no era ejecutivo –dijo la señora sonrojada, Dougie se sonrojó a más no poder. 

- ¡Cariño! –dijo Charles apeando. 

- ¡Es la verdad! –dijo la señora- Hijo, ¿me firmarías la servilleta? 

- Sería un placer –dijo Dougie y firmó la servilleta. Se la entregó y luego yo le sonreí. 

Continuamos con la cena, ahora entre risas; pues la esposa de Charles, había abierto las puertas para preguntas triviales y no solo de negocios. Eran casi la una de la mañana cuando Dougie tomó mi mano. Me acerqué a él y susurré en su oído. 

- He tenido suficiente, sácame de aquí –pedí y él sonrió. 

- En fin, muchas gracias por esta cena y espero que el trato se haya cerrado, pero mi noche tiene que terminar ahora –dijo Dougie un tanto apenado. 

- Gracias por acompañarnos –dijo mi jefe. 

- De nada –dije y me paré. Él rodeó mi cintura y me dirigió a la puerta. 

- Gracias –le dije y él me sonrió. 

- De nada –dijo y me puso mi abrigo sobre los hombros. 

Salimos del establecimiento y él me abrió la puerta del auto. No entré, me quedé allí parada y respiré agitadamente. 

- ¿Pasa algo? –preguntó preocupado. 

Chills in the EveningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora