Capítulo 26.

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Salieron del apartamento, rumbo a tomar el ascensor, charlando animadamente a cerca de esos momentos vergonzosos que le ocurrieron a ambos de pequeños.

— ... Entonces esa niña a la que no le agradaba me bajo la sudadera y quedé en ropa interior y algunos compañeros me vieron así, me dio tanta vergüenza que me puse a llorar —comentó entre risas la castaña—, pero lo que te ocurrió a ti es peor.

Llegaron al subterráneo donde se encontraba el parqueadero, Thiago agregó:

— Claro, en el colegio se burlaron de mí mucho tiempo, pero no le di importancia y tenía amigos que me apoyaban, luego dejaron de molestarme. 

Camino junto a ella hasta el carro, del bolsillo derecho del pantalón saco el control y le dio clic en un botón para abrirlo automáticamente, después tomo la manija abriendo la puerta del copiloto con amabilidad para ella.

—Yo lo puedo hacer también. —Le dijo mirándolo fijamente.

—No siempre tengo tan buena compañía —respondió con gracia, extendiendo el brazo derecho instándola a pasar.

Aria lo observo de nuevo un instante sin decir nada, se subió al auto abrochando el cinturón de seguridad. Thiago cerró la puerta, dando la vuelta, cuando llegó a la parte trasera dio un pequeño salto eufórico, luego continuó caminando hasta adentrarse en el carro aparentando que no estaba muriendo de la dicha de tenerla tan cerca. 

—Mm... Gracias. —Dijo ella.

Una sonrisa se formó en el rostro de Thiago, sin mirarla piso el el acelerador conduciendo hasta la portería. Allí, se despidió de los guardas de seguridad, mostrándole el pulgar y con una sonrisa que ya no podía disimular. Él sabía bien, que si no fuera por ellos no habría logrado salir con Aria Baldovi.

—¿La audiencia desea alguna canción en especial? —Le preguntó deteniéndose en un semáforo.

—Me gustaría pensar que seré sorprendida —respondió sin mirarlo. Ella se encontraba mirando distraída las calles. En la radio se escuchaba a un locutor saludando a la audiencia y luego presentando una canción de la banda británica Queen, llamada Bohemiam Rapsody. Por lo que se había dado cuenta mientras la esperaba en su apartamento, a ella le gustaban los clásicos del Rock, todo iba bien hasta que observó cómo sonreía con tristeza.

—Mi padre ama a Fredy Mercury —habló poco después en voz baja, ella aún continuaba mirando por la ventana —. Y yo heredé ese gusto.

El semáforo cambió, Thiago aceleró el auto, concentrado en la calle, habló:

— No lo dudo, ¿pasa algo?

Aria se giró para mirarlo, por algunos segundos no respondió nada.

—Digamos que... —Suspira— Estoy enojada con mi papá. Es un hombre maravilloso, muy alegre, con una energía de admirar. De él viene mi buen gusto por la música... Pero su banda preferida me sigue a donde vaya.

—Es Mercury quien te pide desde el mas allá, que disculpes a tu papá por lo que sea que haya hecho —contestó, deteniéndose en otro semáforo.

—Con eso no se bromea Thiago. —Su voz cambió. Ella lo estaba mirando seriamente.

—Y yo digo que es de humanos equivocarse, —la miró a los ojos fijamente—, y él no es cualquier persona, es tu padre. Te lo dice un hombre que daría todo en la vida porque el suyo estuviera aquí.

Aria lo miro sorprendida sin decir nada, después continúo observando por la ventana pasar las calles de la ciudad.

—Primera parada —alzó la voz Thiago. Aria observó la calle, se encontraban frente a la portería de un alto edificio. Observó el lugar, allí no quedaba el cine, estaba segura de ello.

— ¿Dónde estamos? —Le preguntó confundida.

—Ah... —sonrió— Es que había olvidado decirte que dos chicas más nos acompañaran la tarde de hoy a ver la película. —Presionó el volante haciendo que el auto pitará, y se bajó del auto animado.

Aria apretó la mandíbula con fuerza, sintiendo como un calor subía hasta su rostro, miro hacia la izquierda tratando de esconder su enojo, el pecho le dolía así que se desabrochó el cinturón. Era una tonta, como podría haber pensado que en verdad le gustaba a Thiago, ¡La invitó a salir para estar con alguien más! Quería salir corriendo de allí y pedirle que no la buscara más. No entendía su absurdo comportamiento. Suspiró. Y luego caviló, ella no tenía porque hacer eso, ellos no eran más que unos conocidos que se habían acostado tan solo una vez.

—¡Mis niñas! —Escucho el grito emocionado de él.

Aria volteó a mirar, sin poder evitarlo sonrió, bajando las escalas como si fueran unos pequeños ángeles observó a dos hermosas niñas idénticas físicamente, que iban vestidas con la misma ropa, solo que de diferente color. Las chiquillas al verlo se abalanzaron efusivas, Thiago las tomó cargándolas entre sus brazos dándoles dulces besos en las mejillas. Aria bajó del auto cerrando la puerta, él llegó con las pequeñas bajándolas al suelo, luego se agachó para estar a la misma altura de ellas.

—Chicas, les presento a Aria Baldovi —las niñas y él la miraban fijamente. —Aria te presento a Victoria —señaló a la pequeña que llevaba una camisa morada—, y ella es Valeria —portaba una camisa rosa—. Para diferenciarlas debes de observar el lunar que tiene Vic en su brazo derecho, casi en el codo —la pequeña levantó la mano aburrida para mostrarle—, así no las confundirás, pero si te pasa, descuida, ¿cierto mis chicas? No es como si al tío no le hubiera pasado antes —les sonrió.

Aria se agachó, sonriente y les dio la mano derecha diciendo su nombre.

—Eres muy, muy bonita —le dijo con una dulce voz Valeria.

—Gracias princesas, ustedes lo son más, ¿cuantos años tienen?

—Ocho —respondieron a unísono las gemelas, se miraron entre ellas y comenzaron a reír.

—Tío, tío, ¿ves cómo estamos de conectadas Vale y yo?

—Por supuesto que lo veo.

Thiago observó maravillado a Aria, había notado su incomodidad al decirle que irían acompañados de otras chicas, menos mal no había especificó quienes eran, porque por el contrario, no hubiera podido ver como se había molestado al decirle eso. Ahora sabía que sí le importaba.

—Chicas es momento de irnos —habló con voz suave, abrió la puerta de atrás del carro y luego tomo a Victoria y la subió. —Corre hasta la ventana Vic —La pequeña le pasó el cinturón y él lo abrochó, después realizó lo mismo con Valeria.

—Gracias tío. —Le dijeron las gemelas.

Él les sonrió, y cerró la puerta. Atrás suyo se encontraba Aria, el corazón le comenzó a latir rápidamente y las manos a sudar. Abrió la puerta del copiloto para Aria, ella se adentró y él cerró la puerta y antes de poder dar un paso escuchó:

—Son hermosas —dijo ella.

Camino hasta montarse en el carro de nuevo.

—Bienvenidas queridas damas, próxima parada, el cine —módulo la voz.

—Que voz tan fea tio Thiago. —Sonrió Valeria. Aria lo observó sonriente, eso valía más que todo el oro del mundo.

Cuando ya había parqueado el auto, salió y le abrió la puerta a sus sobrinas bajándolas de allí. —Querida damas hemos llegado. —Aria se bajó del auto. —Mis pequeñas damiselas bienvenidas se han ustedes al centro comercial Santa Fe. —Las niñas comenzaron a gritar de la felicidad. Valeria tomó del brazo a Aria y Victoria a su tío, comenzando a caminar hacia la sala del cine.

Aria lo miro directamente a los por unos breves segundos. Si tan solo ella supiera lo que causa en él, la marea  que lograba sentir en todo su pecho con su sola presencia.

—En cuanto llegue a casa llamaré a mi papá. —Él la miro y sonrió.


¡He regresado con un nuevo capítulo! Espero que les guste y que me lo hagan saber porque esto me ayudaría demasiado. Lamento mucho la tardanza. Un abrazo para todos. Nos vemos en un próximo capítulo. 

Solo Ella ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora